Salmos 39 - Biblia de Jerusalén Primera Edición (1976)

Libro de Salmos
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1 - (2) Yo me decía: «Guardaré mis caminos, sin pecar con mi lengua, pondré un freno en mi boca, mientras esté ante mí el impío.»

2 - (3) Enmudecí, quedé en silencio y calma: mas al ver su dicha se enconó mi tormento.

3 - (4) Dentro de mí mi corazón se acaloraba, de mi queja prendió el fuego, y mi lengua llegó a hablar:

4 - (5) «Hazme saber, Yahveh, mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que sepa yo cuán frágil soy.

5 - (6) «Oh sí, de unos palmos hiciste mis días, mi existencia cual nada es ante ti; sólo un soplo, todo hombre que se yergue,

6 - (7) nada más una sombra el humano que pasa, sólo un soplo las riquezas que amontona, sin saber quién las recogerá.»

7 - (8) Y ahora, Señor, ¿qué puedo yo esperar? En ti está mi esperanza.

8 - (9) De todas mis rebeldías líbrame, no me hagas la irrisión del insensato.

9 - (10) Me callo ya, no abro la boca, pues eres tú el que actúas.

10 - (11) Retira de mí tus golpes, bajo el azote de tu mano me anonado.

11 - (12) Reprendiendo sus yerros tú corriges al hombre, cual polilla corroes su anhelos. Un soplo sólo, todo hombre. = Pausa. «=

12 - (13) Escucha mi súplica, Yahveh, presta oído a mi grito, no te hagas sordo a mis lágrimas. Pues soy un forastero junto a ti, un huésped como todos mis padres.

13 - (14) ¡Retira tu mirada para que respire antes que me vaya y ya no exista más!