Deuteronomio 7 - Biblia de Jerusalén Primera Edición (1976)

Libro de Deuteronomio
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1 - Cuando Yahveh tu Dios te haya introducido en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión, y haya arrojado delante de ti a naciones numerosas: hititas, guirgasitas, amorreos, cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos, siete naciones más numerosas y fuertes que tú,

2 - cuando Yahveh tu Dios te las entregue y las derrotes, las consagrarás al anatema. No harás alianza con ellas, no les tendrás compasión.

3 - No emparentarás con ellas, no darás tu hija a su hijo ni tomarás su hija para tu hijo.

4 - Porque tu hijo se apartaría de mi seguimiento, serviría o otros dioses; y a la ira de Yahveh se encendería contra vosotros y se apresuraría a destruiros.

5 - Por el contrario, esto es lo que haréis con ellos: demoleréis sus altares, romperéis sus estelas, cortaréis sus cipos y prenderéis fuego a sus ídolos.

6 - Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios; él te ha elegido a ti para que seas el pueblo de su propiedad personal entre todos los pueblos que hay sobre la haz de la tierra.

7 - No porque seáis el más numeroso de todos los pueblos se ha prendado Yahveh de vosotros y os ha elegido, pues sois el menos numeroso de todos los pueblos;

8 - sino por el amor que os tiene y por guardar el juramento hecho a vuestros padres, por eso os ha sacado Yahveh con mano fuerte y os ha librado de la casa de servidumbre, del poder de Faraón, rey de Egipto.

9 - Has de saber, pues, que Yahveh tu Dios es el Dios verdadero, el Dios verdadero, el Dios fiel que guarda la alianza y el amor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos,

10 - pero que da su merecido en su propia persona a quien le odia, destruyéndole. No es remiso con quien le odia: en su propia persona le da su merecido.

11 - Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y normas que yo te mando hoy poner en práctica.

12 - Y por haber escuchado estas normas, por haberlas guardado y practicado, Yahveh tu Dios te mantendrá la alianza y el amor que bajo juramento prometió a tus padres.

13 - Te amará, te bendecirá, te multiplicará, bendecirá el fruto de tu seno y el fruto de tu suelo, tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las camadas de tus rebaños, en el suelo que a tus padres juró que te daría.

14 - Serás bendito más que todos los pueblos. No habrá macho ni hembra estéril en ti ni en tus rebaños.

15 - Yahveh apartará de ti toda enfermedad; no dejará caer sobre ti ninguna de esas malignas epidemias de Egipto que tú conoces, sino que se las enviará a todos los que te odian.

16 - Destruirás, pues, todos esos pueblos que Yahveh tu Dios te entrega, sin que tu ojo tenga piedad de ellos; y no darás culto a sus dioses, porque eso sería un lazo para ti.

17 - Acaso digas en tu corazón: «Esas naciones son más numerosas que yo; ¿cómo voy a poder desalojarlas?»

18 - Pero no las temas: acuérdate bien de lo que Yahveh tu Dios hizo con Faraón y con todo Egipto,

19 - de las grandes pruebas que tus ojos vieron, las señales y prodigios, la mano fuerte y el tenso brazo con que Yahveh tu Dios te sacó. Lo mismo hará Yahveh tu Dios con todos los pueblos a los que temes.

20 - Yahveh tu Dios enviará incluso avispas contra ellos para destruir a los que hubieren quedado y se te hubieren ocultado a ti.

21 - Así que no tiembles ante ellos, porque en medio de ti está Yahveh tu Dios, Dios grande y temible.

22 - Yahveh tu Dios irá arrojando a esas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás exterminarlas de golpe, no sea que las bestias salvajes se multipliquen contra ti,

23 - sino que Yahveh tu Dios te las entregará y les infligirá grandes descalabros hasta que queden destruidas.

24 - Entregará a sus reyes en tu mano y tú borrarás sus nombres de debajo del cielo: nadie podrá resistir ante ti, hasta que los hayas destruido.

25 - Quemaréis las esculturas de sus dioses, y no codiciarás el oro y la plata que los recubren, ni lo tomarás para ti, no sea que por ello caigas en un lazo, pues es una cosa abominable para Yahveh tu Dios;

26 - y no debes meter en tu casa una cosa abominable, pues te harías anatema como ella. Las tendrás por cosa horrenda y abominable, porque son anatema.