Diccionario Biblico: Judea


Significado de Judea

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(heb. Yehûdâh y Yehûd; gr. Ioudáia, "la alabanza del Señor" [una forma adjetiva
del aram. Yehûdâyê y Yehûdâh, "(perteneciente a) Judá", "(la tierra de) Judá",
o "tierra de los judíos"]).

Las 3 referencias a Judea en el AT (Esd. 5:8; 7:14-1 Dn. 5:13) se deberían leer
"Judá", puesto que el nombre "Judea" es la forma latinizada del gr. Ioudáia
(mientras que Judá en griego es Ióudas).

I. Región.

Judea se refiere primariamente a la región de Palestina al sur de Samaria,
ocupada por la antigua Judá; secundariamente, a toda la tierra de los judíos
con sus fronteras variables. En el NT, Judea generalmente significa la región
que está al sur de Samaria (cf Mt. 2:1, 5; Mr. 3:7, 8; Hch. 9:31; etc.), aunque
a veces significa más. Propiamente, la Judea 681 del NT designa la parte al
sur de Palestina en contraste con Samaria, Galilea, Perea e Idumea; sin
embargo, se piensa que a veces se usaba en un sentido más amplio para la región
ocupada por la nación judía (por ejemplo, a Herodes, que regía toda Palestina,
se lo llama "rey de Judea"; Lc. 1:5). Este último sentido parece ser el
significado en Lc. 23:5, pero no en Jn. 7:1.

Este artículo comienza más o menos arbitrariamente en el tiempo de Alejandro
Magno, en el período cuando comenzó la influencia y el dominio griegos,
simbolizados por el término Judea, que es el nombre griego del país. Cubre el
período intertestamentario y el del NT. Para los períodos anteriores, véase
Judá, Tribu/Reino de.

1. Período intertestamentario.

Cuando Alejandro conquistó el país que bordeaba el Mediterráneo oriental,
Jerusalén no se resistió; en cambio, de acuerdo con Josefo, el sumo sacerdote
lo recibió como un huésped honrado y como un conquistador predicho en la
profecía. Alejandro otorgó condiciones favorables a los judíos, y estableció a
muchos de ellos en su nueva ciudad de Alejandría.

Después de su muerte, Judea fue parte del territorio de sus sucesores, y
gobernada primero por los Tolomeos de Egipto; sin embargo, varias veces cambió
de manos entre éstos y los Seléucidas de Siria. Mapa XIII, C-3/4.

Los judíos fueron, en general, bien tratados durante los primeros 150 años del
dominio helenístico. Bajo los Tolomeos y los primeros Seléucidas tuvieron una
gran autonomía. Judea era un "estado-templo" gobernado por el sumo sacerdote;
el gobernante helenístico generalmente quedaba satisfecho mientras se le pagaba
regularmente su tributo. Los judíos estaban en libertad de retener sus propias
costumbres y religión, aunque entre las clases superiores había una tendencia
creciente a adoptar las costumbres, la vestimenta y el idioma griegos. Sin
embargo, cuando Antíoco IV Epífanes intentó helenizar a los judíos por la
fuerza, se produjo una reacción. En el 168 a.C. ordenó que cesaran de adorar a
Dios, de observar el sábado, de practicar la circuncisión, y que participaran
en los sacrificios paganos de animales inmundos a Zeus y Dionisio. Hizo
consagrar el templo de Jerusalén a Zeus, y ordenó que se ofrecieran animales
inmundos sobre su altar. Abolió el sábado, como también la lectura de la ley:
los libros sagrados fueron destruidos, y los piadosos judíos leales a la
religión de sus padres fueron torturados y muertos. La resistencia finalmente
tomó forma en la rebelión de los Macabeos (Matatías, sus hijos y sus
seguidores). La 1ª acción contra los sirios fue una guerra de guerrillas, pero
bajo Judas Macabeo se libraron verdaderas batallas y se lograron
extraordinarias victorias. La fortuna de la guerra cambiaba de tanto en tanto,
pero al fin Judea surgió de esta lucha como una nación libre. Desde el 143
a.C. se consideró independiente, y desde el 104 a.C. fue un reino soberano que
dominaba una buena parte de Palestina e incluyó, por momentos, ldumea (Edom),
Samaria, Galilea y regiones de Transjordania y del noreste del Mar de Galilea.
En el 63 a.C. Pompeyo tomó Jerusalén, y Judea quedó bajo la dominación romana y
fue gobernada como un reino vasallo por los últimos gobernantes macabeos. En
el 40 a.C. los romanos designaron un nuevo gobemante local como rey de Judea, a
Herodos "el Grande", de origen idumeo. Mapa XIV.

Bib.: FJ-AJ xi.8, 4, 5.

2. Tiempos del Nuevo Testamento.

Cuando nació Jesús, poco antes de la muerte de Herodes, el reino de Judea casi
tenía el mismo tamaño que había controlado el rey David. Después de la muerte
de Herodes (4 a.C.) el reino se dividió, y Judea con Samaria fueron puestas
bajo su hijo Arquelao, que recibió el título de etnarca. Cuando Arquelao fue
depuesto por mala administración (6 d.C.), dejó de ser gobernada por
gobernantes locales y se la colocó bajo la administración provincial romana.
Después de haber gozado de autonomía local bajo gobernantes persas,
helenísticos y romanos, tuvo gobernantes extranjeros, procuradores romanos que
tenían su sede en Cesarea. Siete procuradores gobernaron Judea y Samaria
durante 35 años, lo que crearon una oposición judía decidida. Luego estas
regiones fueron añadidas al reino de un descendiente de Herodes, Agripa I, que
gobernaba Galilea, Perea y el noreste. Fue rey de Judea desde el 41 al 44 d.C.
Después de su muerte, Judea y Samaria se convirtieron otra vez en una
provincia bajo procuradores. La mayoría de los 7 procuradores que gobernaron
el país durante los siguientes 22 años fueron hombres despreciables y egoístas,
cuyos actos necios e indignos de un estadista contribuyeron mucho a provocar la
rebelión del 66 d.C. Esta guerra terminó con la destrucción de Jerusalén y del
templo (70 d.C.) por Tito, y el fin del estado de Judea y de la nación judía
como tal. Mapas XV, XVI. Véase Jesucristo I y II.

II. Montañas.

Cadena montañosa que recorría, de norte a sur, todo el territorio de Judea y
cuya elevación más importante correspondía 682 al sitio donde estaba asentada
la ciudad de Jerusalén (Lc. 1:65).

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