Diccionario Biblico: Eliseo


Significado de Eliseo

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(heb. Elîshâ, tal vez "Dios es salvación"; aparece en un sello heb. y en un
trozo de cerámica aram. encontrado en Nimrúd; gr. Elisáios).

Profeta que sucedió a Elías como enviado especial de Dios al reino norteño de
Israel; era hijo de Safat, de Abel-mehola. Su ministerio como pastor-profeta
abarcó los reinados de Joram, Jehú, Joacaz y Joás (del reino del norte), desde
por lo menos el 852 a.C. hasta aproximadamente el 798 a.C. (un poco más de
medio siglo). En lo nacional, completó la erradicación del culto a Baal
comenzado por Elías, aconsejó al rey de Israel acerca de la política
nacional, y tomó un intenso interés personal en los problemas y las necesidades
de las personas con quienes su ministerio lo puso en contacto. Supervisó las
así llamadas "escuelas de los profetas", fundadas 2 siglos antes por Samuel, y
de ese modo hizo quizá su mayor contribución a la vida espiritual de la nación.
Ante las necesidades era solícito y de gran corazón; ante una comprensión
limitada de la voluntad divina era tolerante y paciente; ante el peligro
manifestaba un valor firme y sin vacilaciones; ante el mal era severo y
decidido sin ser vengativo. Mientras Elías tendía a ser ascético en su forma
de vestir y en su alimentación en el lugar donde vivía y en sus limitados
contactos con la gente (por lo menos según el registro que nos queda)-, Eliseo
vivía cerca de las personas a las que servía, y le gustaba la vida social. A
diferencia de la existencia de Elías, que aparece en el escenario de la
historia bíblica en unas pocas ocasiones dramáticas, la de Eliseo está ligada a
un ministerio constante: atendió las necesidades temporales de sus semejantes
como individuos, y también las de la vida espiritual de la nación como un todo.
Aunque por un tiempo pareció haber una respuesta animadora de parte de la
nación a su liderazgo como profeta, las reformas que puso en movimiento
tuvieron corta duración y no impidieron la disolución completa del reino unos
75 años después de su muerte.

187. La "Fuente de Eliseo" en Jericó.

El relato de la vida del profeta Eliseo casi parece una sucesión ininterrumpida
de milagros, algunos de los cuales son en esencia informes obtenidos
sobrenaturalmente y otros de control sobrenatural sobre los hombres y las
fuerzas de la naturaleza. En una era de apostasía y de adoración a Baal, estos
milagros daban un testimonio continuo en favor de Yahweh como el verdadero
Dios, y de Eliseo como su mensajero. Se distingue a Eliseo en los anales de la
historia sagrada como el mayor profeta realizador de milagros de todos los
tiempos, después de Jesucristo.

Abel-mehola, un pueblo en el valle superior del Jordán, era su hogar hasta que
fue llamado al cargo profético, que ocurrió cuando estaba arando (1 R. 19:19-
21). Por un tiempo no especificado fue el asistente personal de Elías (2 R.
3:11). Su respuesta inmediata al llamado del profeta y su persistencia en
acompañarlo al lugar de su traslación, hablan del fervor con que Eliseo aceptó
la obra que le fue encomendada (2:1-12). Al volver de la ascensión de Elías,
Eliseo milagrosamente endulzó las aguas salobres de un manantial en Jericó (vs
19- 22), y en camino desde allí a Bet-el pronunció una maldición sobre un grupo
de jovencitos impíos que se burlaban de él como mensajero de Dios (vs 23-25).
Más tarde, proveyó milagrosamente de agua a una expedición de los reyes Joram
de Israel y Josafat de Judá para reprimir una rebelión de Moab, y les anticipó
el éxito de su campaña (3:6-27). Proporcionó ayuda a la viuda de uno de los
hijos de los profetas cuando se encontró en dificultades financieras (4:1-7), y
en otra ocasión predijo el nacimiento de un hijo a la sunamita que le daba
albergue cuando pasaba por el lugar, y más tarde lo resucitó (vs 8-37).
Durante un hambre proporcionó el antídoto para unas calabazas venenosas
mientras un grupo de hijos de los profetas estaba sentado a la mesa (vs 38-41),
y milagrosamente satisfizo el apetito de 100 hombres con 20 panes de cebada y
unas pocas espigas de grano maduro (42-44). Sanó de la lepra a Naamán (5:1-19)
y predijo la suerte de Giezi como leproso cuando éste deshonró el oficio
profético (vs 20-27). 373 Recuperó la valiosa hacha que se había caído al
Jordán (6:1-7). Aconsejó al rey de Israel a que defendiera a la nación contra
una invasión siria (vs. 8-12), y cuando él mismo estuvo rodeado en Dotán,
dirigió a un grupo de soldados sirios hasta Samaria, los presentó ante el rey y
luego los dejó ir a casa (6:13-23). En otra ocasión, cuando las fuerzas sirias
habían sitiado Samaria hasta casi reducirla por el hambre, predijo una
abundancia de comida para el día siguiente, con lo que implicaba el
levantamiento del sitio (6:24-31; 7:1-20). Predijo el arribo de un mensajero
enviado para arrestarlo (6:32, 33). Declaró la destrucción de la casa de Acab
por causa de la apostasía, e hizo los arreglos para ungir a Jehú como rey
(9:1-10:28). El último acto registrado fue el estímulo al rey Josafat a
defender Israel contra los sirios (13:14-19). Después de su muerte, otro
hombre apresuradamente enterrado en la misma tumba fue milagrosamente
restaurado a la vida cuando su cuerpo tocó los huesos de Eliseo (vs 20, 21).

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