Significado de Asno-a
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La Biblia distingue entre asno (heb. jam^r; as. imru; ár. jim~run; gr. ho ónos), asna
(heb. >th^n; as. at~nu; ár. atanun; gr. h ónos) y pollino (heb. ayir; gr. polos,
onárion [hupozúguion], y menciona 2 clases de asnos: el salvaje y el doméstico. 1.
Asno salvaje (heb. pêrê; aram. arad [arôd en Job 39: 5]). El onagro asiático, un
animal fuerte y ágil que vive en grandes rebaños en las estepas palestinas. Se lo
menciona casi exclusivamente en la literatura poética y profética de la Biblia (Job 6:5;
11:12; 24:5; Sal. 104:11; Is. 32:14; etc.). 2. Asno doméstico. Uno de los animales
más valiosos del mundo antiguo (Is. 1:3; Lc. 13:15). Es más elegante que su
congénere europeo: sus orejas son erguidas, lleva la cabeza en alto y su pelaje es
suave, generalmente de un pardo rojizo.
El asno se usaba como bestia de carga (Gn. 42:26; 1 S. 25:18). Por ello, en las
bendiciones que pronunció Jacob, se compara a Isacar con un "asno fuerte que... bajó
su hombro para llevar, y sirvió en tributo" (Gn. 49:14). El asno también tiraba del
arado, pero la ley mosaica no permitÃa uncirlo con el buey, más lento pero más fuerte
(Dt. 22:10; Is. 30:24; fig. 517). Se lo usaba ampliamente para cabalgar: Abrahán,
Balaam, los hijos de jueces y profetas, y las mujeres los montaban (Nm. 22:21; Jue.
10:4; 1 S. 25:20; 1 R. 13:13; 2 R. 4:24); los blancos servÃan para los personajes
reales (Jue. 5:10). En la mayorÃa de los casos, la montura era sencillamente una
manta (Gn. 22:3), y las ropas de los discÃpulos sirvieron a ese propósito cuando Jesús
entró en Jerusalén cabalgando sobre un asno (Mt. 21:7). Las fuerzas militares
también los usaban, ya sea como bestias de carga o como animales de montar (Is.
21:7; 2 R. 7:7, 10; Zac. 14:15). TenÃan la ventaja de poseer un paso más firme que
el de los caballos en terrenos difÃciles.
Como el asno era un animal inmundo, los judÃos no lo podÃan usar para los sacrificios
ni para comer. Sin embargo, durante un perÃodo de hambre extremadamente severo
la gente pagó hasta 80 siclos por la cabeza de un asno (2 R. 6:25). Por cuanto era
inmundo, nadie querÃa tocar su cadáver, y mucho menos enterrarlo. Hacia esta
situación apunta la predicción de JeremÃas acerca de JoaquÃn: serÃa enterrado como
se sepulta un asno (Jer. 22:19).
Bib.: ALP 128.