Diccionario Biblico: Semana


Significado de Semana

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(heb. shâbûa{).

Ciclo de 7 días que culmina con el sábado. La semana, a diferencia del día,
del año o del mes, no es una medida 1075 natural del tiempo. Fue establecida
divinamente, primero por el hecho de que Dios descansó durante el 7º día, el
sábado, al terminar la creación, y lo santificó (Gn. 2:1-3); después, mediante
el milagro del maná (Ex. 16:15-27); y finalmente, por el 4º mandamiento que se
encontraba en las tablas de piedra dadas por el Señor en el Sinaí (20:8-11),
escritas por su propio dedo (Ex. 31:18). Durante 40 años la aparición del maná
cada día excepto "el santo día de reposo [sábado]" (16:23) les indicaba a los
hebreos cuál era la semana. Los patriarcas estaban informados acerca de ella
(Gn. 29:27, 28; cf 7:10; 8:10, 12), aunque posiblemente cayó en el olvido en
gran medida durante el período de esclavitud en Egipto. A partir del Sinaí no
hubo cómo perder la cuenta del ciclo semanal; inclusive, después que el maná
dejó de caer, los servicios del santuario, con sus ofrendas especiales de los
sábados (Nm. 28:9, 10) y el cambio de los panes de la proposición cada semana
(Lv. 24:5-9), contribuyeron a conservar su cómputo. El pueblo hebreo preservó
la semana durante todos los siglos mediante su observancia del sábado. Jesús
mismo guardó el sábado y se declaró Señor de él (Mr. 2:28), y sus seguidores
"descansaron el día de reposo [sábado] conforme al mandamiento" (Lc. 23:56) en
el día que precedía al "primer día de la semana" (24:1).

Nosotros heredamos la semana bíblica de los judíos. Hay quienes han sostenido
que ciertos tabúes babilónicos, que caían en los días 7º y 14º del mes,
indicarían el origen babilónico de la semana, pero no se trataban de ciclos
continuos de 7 días. Los griegos dividían el mes en períodos de 10 días, y los
romanos tenían un ciclo de 8 días, que se caracterizaba por ser cada 8º día,
día de mercado. Pero los paganos no llegaron a tener una semana de 7 días
hasta que se desarrolló la semana planetario, a partir de la astrología caldea
en el período helenístico, que transcurrió entre el AT y el NT. En él, los
días de la semana recibieron los nombres de los 7 planetas (es decir, de los 5
visibles, más el Sol y la Luna).

La explicación generalmente más aceptada de por qué se le dieron esos nombres a
los días de la semana (dada por Dión Casio, c 200 d.C.) es que los planetas
regían sucesivamente las horas del día en su supuesto orden astronómico,
comenzando con el más lejano: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio,
Luna. El día de Saturno era aquel en el que la 1ª hora la regía Saturno; la 2ª
le correspondía a Júpiter, y así sucesivamente. Saturno regía de nuevo en las
horas 8ª, 15ª y 22ª, y a continuación Marte en la hora 24ª. Por tanto, la 1ª
hora del siguiente día le correspondía al Sol; de ahí que al día de Saturno le
siguiera el día del Sol, y así sucesivamente. La secuencia de los días era
entonces la siguiente: Saturno, Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus. La
semana astrológica, usada en Italia extraoficialmente desde los días de
Augusto, se difundió pronto por todo el imperio junto con el mitraísmo, un
culto al Sol de origen oriental que llegó a gozar de mucha popularidad entre
los soldados romanos. Según Cumont, para los adoradores de Mitra "cada día de
la semana se invocaba un planeta en un lugar determinado de la cripta, al cual
estaba consagrado el día; y el día del Sol [domingo], sobre el cual presidía
este astro, era especialmente sagrado".

Por 1ª vez se le dio reconocimiento legal a la semana en el calendario civil
romano cuando Constantino, el 1er emperador "cristiano", le añadió a la idea
pagana de un día dedicado al Sol el concepto cristiano de un día de reposo
semanal; por esta razón promulgó leyes para imponer el descanso en domingo, "el
venerable día del Sol". Los nombres astrológicos romanos de los días de la
semana todavía perduran en los idiomas europeos derivados del latín. Al ser
reemplazados por los nombres de las divinidades germánicas equivalentes,
aparecen en esa forma en las lenguas de origen germánico, como ser el inglés y
el alemán. El uso de la semana se ha difundido hasta las naciones más lejanas
del mundo gracias a la actividad de los misioneros y la adopción del calendario
juliano-gregoriano para realizar transacciones comerciales con Occidente.

El presente ciclo semanal se ha conservado, sin interrupción alguna, desde el s
1 d.C. Muchos suponen erróneamente que el "cómputo del tiempo se perdió" como
consecuencia de los cambios introducidos en el calendario, pero sólo ha habido
una revisión desde que Julio César instituyó nuestro calendario en el 45 a.C.
El año juliano tenía un promedio de 365 días más 1/4, que sumaba 1 día cada 4
años (lo que daba 366 días para ese año). Pero los astrónomos de César
calcularon mal la duración del año, y le dieron un exceso de 11 minutos, de
manera que cada 4 siglos había 3 años bisiestos de sobra, y 3 días de
diferencia con el verdadero comienzo de las estaciones. Por el 1500, el
equinoccio de primavera caía en el hemisferio norte el 11 de marzo. Los papas
estaban preocupados por la semana santa, que en el 325 d.C. se había fijado
tomando en cuenta el 21 de marzo como fecha del equinoccio. Con el fin de
restaurar la Semana 1076 Santa a la fecha en que había caído en el 325, el papa
Gregorio XIII, con el asesoramiento de algunos astrónomos, decretó en 1582 que
el día siguiente al 4 de octubre no fuera 5 sino 15, e hizo provisión para que
hubiera menos años bisiestos en el futuro, con el fin de impedir que el
calendario continuara desajustándose. Los 10 días que se pasaron por alto no
se perdieron, porque ya habían sido usados como días bisiestos con
anterioridad. Inglaterra y sus colonias no aceptaron esta revisión del
calendario hasta 1752, cuando el error ya había alcanzado los 11 días. Otros
países lo adoptaron en otros momentos, pero los días de la semana, en todos
estos casos, conservaron la misma secuencia. La reforma del calendario cambió
el día del mes, no el de la semana. La The Catholic Encyclopedia dice lo
siguiente acerca de la revisión del papa Gregorio: "Hay que tomar en cuenta que
durante la era cristiana nunca se ha interrumpido el orden de los días de la
semana. Por lo tanto, cuando Gregorio XIII reformó el calendario en 1582, el
jueves 4 de octubre fue seguido por el viernes 15 de octubre. Por eso mismo en
Inglaterra, en 1752, al miércoles 2 de septiembre le siguió el jueves 14 de
septiembre".

Bib.: Dión Casio, Roman History [Historia romana] xxvii.19; cf cp 16, donde
Dión equipara el sábado de los judíos con el día de Saturno; Franz Cumont, The
Mysteries of Mithra [Los misterios de Mitra], p 167; The Catholic Encyclopedia
[Enciclopedia católica], artículo "Chronology" [Cronología], 3:740.

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