Salmos 18 - Biblia de Jerusalén Segunda Edición

Libro de Salmos
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1 - [Del maestro de coro. Del siervo de Yahveh, David, que dirigió a Yahveh las palabras de este cántico el día en que Yahveh le libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.]

2 - [Dijo:] Yo te amo, Yahveh, mi fortaleza, (mi salvador, que de la violencia me has salvado).

3 - Yahveh, mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios; la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio.

4 - Invoco a Yahveh, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.

5 - Las olas de la muerte me envolvían, me espantaban las trombas de Belial,

6 - los lazos del šeol me rodeaban, me aguardaban los cepos de la Muerte.

7 - Clamé a Yahveh en mi angustia, a mi Dios invoqué; y escuchó mi voz desde su Templo, resonó mi llamada en sus oídos.

8 - La tierra fue sacudida y vaciló, retemblaron las bases de los montes, (vacilaron bajo su furor);

9 - una humareda subió de sus narices, y de su boca un fuego que abrasaba, (de él salían carbones encendidos).

10 - El inclinó los cielos y bajó, un espeso nublado debajo de sus pies;

11 - cabalgó sobre un querube, emprendió el vuelo, sobre las alas de los vientos planeó.

12 - Se puso como tienda un cerco de tinieblas, tinieblas de las aguas, espesos nubarrones;

13 - del fulgor que le precedía se encendieron granizo y ascuas de fuego.

14 - Tronó Yahveh en los cielos, lanzó el Altísimo su voz;

15 - arrojó saetas, y los puso en fuga, rayos fulminó y sembró derrota.

16 - El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe aparecieron, ante tu imprecación, Yahveh, al resollar el aliento en tus narices.

17 - El extiende su mano de lo alto para asirme, para sacarme de las profundas aguas;

18 - me libera de un enemigo poderoso, de mis adversarios más fuertes que yo.

19 - Me aguardaban el día de mi ruina, más Yahveh fue un apoyo para mí;

20 - me sacó a espacio abierto, me salvó porque me amaba.

21 - Yahveh me recompensa conforme a mi justicia, me paga conforme a la pureza de mis manos;

22 - porque he guardado los caminos de Yahveh, y no he hecho el mal lejos de mi Dios.

23 - Porque tengo ante mí todos sus juicios, y sus preceptos no aparto de mi lado;

24 - he sido ante él irreprochable, y de incurrir en culpa me he guardado.

25 - Y Yahveh me devuelve según mi justicia, según la pureza de mis manos que tiene ante sus ojos.

26 - Con el piadoso eres piadoso, intachable con el hombre sin tacha;

27 - con el puro eres puro, con el ladino, sagaz;

28 - tú que salvas al pueblo humilde, y abates los ojos altaneros.

29 - Tú eres, Yahveh, mi lámpara, mi Dios que alumbra mis tinieblas;

30 - con tu ayuda las hordas acometo, con mi Dios escalo la muralla.

31 - Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh acrisolada. El es el escudo de cuantos a él se acogen.

32 - Pues ¿quién es Dios fuera de Yahveh? ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?

33 - El Dios que me ciñe de fuerza, y hace mi camino irreprochable,

34 - que hace mis pies como de ciervas, y en las alturas me sostiene en pie,

35 - el que mis manos para el combate adiestra y mis brazos para tensar arco de bronce.

36 - Tú me das tu escudo salvador, (tu diestra me sostiene), tu cuidado me exalta,

37 - mis pasos ensanchas ante mí, no se tuercen mis tobillos.

38 - Persigo a mis enemigos, les doy caza, no vuelvo hasta haberlos acabado;

39 - los quebranto, no pueden levantarse, sucumben debajo de mis pies.

40 - Para el combate de fuerza me ciñes, doblegas bajo mí a mis agresores,

41 - a mis enemigos haces dar la espalda, extermino a los que me odian.

42 - Claman, mas no hay salvador, a Yahveh, y no les responde.

43 - Los machaco como polvo al viento, como al barro de las calles los piso.

44 - De las querellas de mi pueblo tú me libras, me pones a la cabeza de las gentes; pueblos que no conocía me sirven;

45 - los hijos de extranjeros me adulan, son todo oídos, me obedecen,

46 - los hijos de extranjeros desmayan, y dejan temblando sus refugios.

47 - ¡Viva Yahveh, bendita sea mi roca, el Dios de mi salvación sea ensalzado,

48 - el Dios que la venganza me concede y abate los pueblos a mis plantas!

49 - Tú me libras de mis enemigos, me exaltas sobre mis agresores, del hombre violento me salvas.

50 - Por eso he de alabarte entre los pueblos, a tu nombre, Yahveh, salmodiaré.

51 - El hace grandes las victorias de su rey y muestra su amor a su ungido, a David y a su linaje para siempre.