Marcos 4:11 - Biblia de Jerusalén Segunda Edición

Libro de Marcos
Capitulos:

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1 - Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar.

2 - Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción:

3 - "Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar.

4 - Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron.

5 - Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra;

6 - pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó.

7 - Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto.

8 - Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento".

9 - Y decía: "Quien tenga oídos para oír, que oiga".

10 - Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas.

11 - El les dijo: "A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas,

12 - para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone".

13 - Y les dice: "¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas?

14 - El sembrador siembra la Palabra.

15 - Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos.

16 - De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría,

17 - pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben en seguida.

18 - Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra,

19 - pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto.

20 - Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento".

21 - Les decía también: "¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero?

22 - Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto.

23 - Quien tenga oídos para oír, que oiga".

24 - Les decía también: "Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces.

25 - Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará".

26 - También decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra;

27 - duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo.

28 - La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga.

29 - Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega".

30 - Decía también: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos?

31 - Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra;

32 - pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra".

33 - Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle;

34 - no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

35 - Este día, al atardecer, les dice: "Pasemos a la otra orilla".

36 - Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él.

37 - En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca.

38 - El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?"

39 - El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: "¡Calla, enmudece!" El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza.

40 - Y les dijo: "¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?"

41 - Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: "Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?"