Job 30 - Biblia de Jerusalén Segunda Edición

Libro de Job
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1 - Mas ahora ríanse de mí los que son más jóvenes que yo, a cuyos padres no juzgaba yo dignos de mezclar con los perros de mi grey.

2 - Aun la fuerza de sus manos, ¿para qué me servía?; había decaído todo su vigor,

3 - agotado por el hambre y la penuria. Roían las raíces de la estepa, lugar sombrío de ruina y soledad.

4 - Recogían armuelle por los matorrales, eran su pan raíces de retama.

5 - De entre los hombres estaban expulsados, tras ellos se gritaba como tras un ladrón.

6 - Moraban en las escarpas de los torrentes, en las grietas del suelo y de las rocas.

7 - Entre los matorrales rebuznaban, se apretaban bajo los espinos.

8 - Hijos de abyección, sí, ralea sin nombre, echados a latigazos del país.

9 - ¡Y ahora soy yo la copla de ellos, el blanco de sus chismes!

10 - Horrorizados de mí, se quedan a distancia, y sin reparo a la cara me escupen.

11 - Porque él ha soltado mi cuerda y me maltrata, ya tiran todo freno ante mí.

12 - Una ralea se alza a mi derecha, exploran si me encuentro tranquilo, y abren hacia mí sus caminos siniestros.

13 - Mi sendero han destruido, para perderme se ayudan, y nada les detiene;

14 - como por ancha brecha irrumpen, se han escurrido bajo los escombros.

15 - Los terrores se vuelven contra mí, como el viento mi dignidad es arrastrada; como una nube ha pasado mi ventura.

16 - Y ahora en mí se derrama mi alma, me atenazan días de aflicción.

17 - De noche traspasa el mal mis huesos, y no duermen las llagas que me roen.

18 - Con violencia agarra él mi vestido, me aferra como el cuello de mi túnica.

19 - Me ha tirado en el fango, soy como el polvo y la ceniza.

20 - Grito hacia ti y tú no me respondes, me presento y no me haces caso.

21 - Te has vuelto cruel para conmigo, tu mano vigorosa en mí se ceba.

22 - Me llevas a caballo sobre el viento, me zarandeas con la tempestad.

23 - Pues bien sé que a la muerte me conduces, al lugar de cita de todo ser viviente.

24 - Y sin embargo, ¿he vuelto yo la mano contra el pobre, cuando en su angustia justicia reclamaba?

25 - ¿No he llorado por el que vive en estrechez? ¿no se ha apiadado mi alma del mendigo?

26 - Yo esperaba la dicha, y llegó la desgracia, aguardaba la luz, y llegó la oscuridad.

27 - Me hierven las entrañas sin descanso, me han alcanzado días de aflicción.

28 - Sin haber sol, ando renegrido, me he levantado en la asamblea, sólo para gritar.

29 - Me he hecho hermano de chacales y compañero de avestruces.

30 - Mi piel se ha ennegrecido sobre mí, mis huesos se han quemado por la fiebre.

31 - ¡Mi cítara sólo ha servido para el duelo, mi flauta para la voz de plañidores!