Jeremias 8:20 - Biblia de Jerusalén Segunda Edición

Libro de Jeremias
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1 - En aquel tiempo - oráculo de Yahveh - sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los moradores de Jerusalén,

2 - y los dispersarán ante el sol, la luna y todo el ejército celeste a quienes amaron y sirvieron, a quienes siguieron, consultaron y adoraron, para no ser recogidos ni sepultados más: se volverán estiércol sobre la haz de la tierra.

3 - Y será preferible la muerte a la vida para todo el resto que subsistiere de este linaje malo adondequiera que yo les relegue - oráculo de Yahveh Sebaot -.

4 - Les dirás: Así dice Yahveh: Los que caen ¿no se levantan? y si uno se extravía ¿no cabe tornar?

5 - Pues ¿por qué este pueblo sigue apostatando, Jerusalén con apostasía perpetua? Se aferran a la mentira, rehúsan convertirse.

6 - He escuchado atentamente: no hablan a derechas. Nadie deplora su maldad diciendo: "¿Qué he hecho?" Todos se extravían, cada cual en su carrera, cual caballo que irrumpe en la batalla.

7 - Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la golondrina o la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo ignora el derecho de Yahveh.

8 - ¿Cómo decís: "Somos sabios, y poseemos la Ley de Yahveh?" Cuando es bien cierto que en mentira la ha cambiado el cálamo mentiroso de los escribas.

9 - Los sabios pasarán vergüenza, serán abatidos y presos. He aquí que han desechado la palabra de Yahveh, y su sabiduría ¿de qué les sirve?

10 - Así que yo daré sus mujeres a otros, sus campos a nuevos amos, porque del más chiquito al más grande todos andan buscando su provecho, y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el fraude.

11 - Han curado el quebranto de la hija de mi pueblo a la ligera, diciendo: "¡Paz, paz!", cuando no había paz.

12 - ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron? ¡Avergonzarse, no se avergonzaron; sonrojarse, tampoco supieron! Por tanto caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite - dice Yahveh -.

13 - Quisiera recoger de ellos alguna cosa - oráculo de Yahveh - pero no hay racimos en la vid ni higos en la higuera, y están mustias sus hojas. Es que yo les he dado quien les despoje.

14 - - "¿Por qué nos quedamos tranquilos? ¡Juntaos, vamos a las plazas fuertes para enmudecer allí, pues Yahveh nuestro Dios nos hace morir y nos propina agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh!

15 - Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo.

16 - Desde Dan se deja oír. el resuello de sus caballos. Al relincho sonoro de sus corceles tembló la tierra toda. Vendrán y comerán el país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes".

17 - - Sí, he aquí que yo envío contra vosotros sierpes venenosas contra las que no existe encantamiento, y os picarán - oráculo de Yahveh -.

18 - Sin remedio el dolor me acomete, el corazón me falla;

19 - he aquí el grito lastimero de la hija de mi pueblo desde todos los rincones del país: "¿No está Yahveh en Sión? ¿su Rey no mora ya en ella? (¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas Vanidades traídas del extranjero?)

20 - La siega pasó, el verano acabó, mas nosotros no estamos a salvo".

21 - Me duele el quebranto de la hija de mi pueblo; estoy abrumado, el pánico se apodera de mí.

22 - ¿No hay sandáraca en Galaad?, ¿no quedan médicos allí? Pues ¿cómo es que no llega el remedio para la hija de mi pueblo?

23 - ¡Quién convirtiera mi cabeza en llanto, mis ojos en manantial de lágrimas para llorar día y noche a los muertos de la hija de mi pueblo!