Hechos 4:20 - Biblia de Jerusalén Segunda Edición

Libro de Hechos
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1 - Estaban hablando al pueblo, cuando se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los saduceos,

2 - molestos porque enseñaban al pueblo y anunciaban en la persona de Jesús la resurrección de los muertos.

3 - Les echaron mano y les pusieron bajo custodia hasta el día siguiente, pues había caído ya la tarde.

4 - Sin embargo, muchos de los que oyeron la Palabra creyeron; y el número de hombres llegó a unos 5.000.

5 - Al día siguiente se reunieron en Jerusalén sus jefes, ancianos y escribas,

6 - el Sumo Sacerdote Anás, Caifás, Jonatán, Alejandro y cuantos eran de la estirpe de sumos sacerdotes.

7 - Les pusieron en medio y les preguntaban: "¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho vosotros eso?"

8 - Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: "Jefes del pueblo y ancianos,

9 - puesto que con motivo de la obra realizada en un enfermo somos hoy interrogados por quién ha sido éste curado,

10 - sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazoreo, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros.

11 - El es la piedra que vosotros, los constructores, habéis despreciado y que se ha convertido en piedra angular.

12 - Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos."

13 - Viendo la valentía de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres sin instrucción ni cultura, estaban maravillados. Reconocían, por una parte, que habían estado con Jesús;

14 - y al mismo tiempo veían de pie, junto a ellos, al hombre que había sido curado; de modo que no podían replicar.

15 - Les mandaron salir fuera del Sanedrín y deliberaban entre ellos.

16 - Decían: "¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente para todos los habitantes de Jerusalén, que ellos han realizado una señal manifiesta, y no podemos negarlo.

17 - Pero a fin de que esto no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen ya más a nadie en este nombre."

18 - Les llamaron y les mandaron que de ninguna manera hablasen o enseñasen en el nombre de Jesús.

19 - Mas Pedro y Juan les contestaron: "Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios.

20 - No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído."

21 - Ellos, después de haberles amenazado de nuevo, les soltaron, no hallando manera de castigarles, a causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que había ocurrido,

22 - pues el hombre en quien se había realizado esta señal de curación tenía más de cuarenta años.

23 - Una vez libres, vinieron a los suyos y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y ancianos.

24 - Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: "Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos,

25 - tú que has dicho por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, tu siervo: ¿A qué esta agitación de las naciones, estos vanos proyectos de los pueblos?

26 - Se han presentado los reyes de la tierra y los magistrados se han aliado contra el Señor y contra su Ungido.

27 - "Porque verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has ungido ,

28 - para realizar lo que en tu poder y en tu sabiduría habías predeterminado que sucediera.

29 - Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos que puedan predicar tu Palabra con toda valentía,

30 - extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús."

31 - Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de Dios con valentía.

32 - La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos.

33 - Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía.

34 - No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta,

35 - y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad.

36 - José, llamado por los apóstoles Bernabé (que significa: "hijo de la exhortación"), levita y originario de Chipre,

37 - tenía un campo; lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.