Salmos 40:4 - Biblia de Jerusalén Primera Edición (1976)

Libro de Salmos
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1 - (2) En Yahveh puse toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.

2 - (3) Me sacó de la fosa fatal, del fango cenagoso; asentó mis pies sobre la roca, consolidó mis pasos.

3 - (4) Puso en mi boca un canto nuevo, una alabanza a nuestro Dios; muchos verán y temerán, y en Yahveh tendrán confianza.

4 - (5) Dichoso el hombre aquel que en Yahveh pone su confianza, y no se va con los rebeldes, que andan tras la mentira.

5 - (6) ¡Cuántas maravillas has hecho, Yahveh, Dios mío, qué de designios con nosotros: no hay comparable a ti! Yo quisiera publicarlos, pregonarlos, mas su número excede toda cuenta.

6 - (7) Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; no pedías holocaustos ni víctimas,

7 - (8) dije entonces: Heme aquí, que vengo. Se me ha prescrito en el rollo del libro

8 - (9) hacer tu voluntad. Oh Dios mío, en tu ley me complazco en el fondo de mi ser.

9 - (10) He publicado la justicia en la gran asamblea; mira, no he contenido mis labios, tú lo sabes, Yahveh.

10 - (11) No he escondido tu justicia en el fondo de mi corazón, he proclamado tu lealtad, tu salvación, no he ocultado tu amor y tu verdad a la gran asamblea.

11 - (12) Y tú, Yahveh, no contengas tus ternuras para mí. Que tu amor y tu verdad incesantes me guarden.

12 - (13) Pues desdichas me envuelven en número incontable. Mis culpas me dan caza, y no puedo ya ver; más numerosas son que los cabellos de mi cabeza, y el corazón me desampara.

13 - (14) ¡Dígnate, oh Yahveh, librarme, Yahveh, corre en mi ayuda!

14 - (15) ¡Queden avergonzados y confusos todos juntos los que buscan mi vida para cercenarla! ¡Atrás, sean confundidos los que desean mi mal!

15 - (16) Queden consternados de vergüenza los que dicen contra mí: «¡Ja, Ja!»

16 - (17) ¡En ti se gocen y se alegren todos los que te buscan! Repitan sin cesar: «¡Grande es Yahveh!», los que aman tu salvación.

17 - (18) Y yo, pobre soy y desdichado, pero el Señor piensa en mí; tú, mi socorro y mi libertador, oh Dios mío, no tardes.