Salmos 32:6 - Biblia de Jerusalén Primera Edición (1976)

Libro de Salmos
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1 - ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa, y le queda cubierto su pecado!

2 - Dichoso el hombre a quien Yahveh no le cuenta el delito, y en cuyo espíritu no hay fraude.

3 - Cuando yo me callaba, se sumían mis huesos en mi rugir de cada día,

4 - mientras pesaba, día y noche, tu mano sobre mí; mi corazón se alteraba como un campo en los ardores del estío. = Pausa. =

5 - Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: «Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías.» Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado. = Pausa. =

6 - Por eso te suplica todo el que te ama en la hora de la angustia. Y aunque las muchas aguas se desborden, no le alcanzarán.

7 - Tú eres un cobijo para mí, de la angustia me guardas, estás en torno a mí para salvarme. = Pausa. =

8 - Voy a instruirte, a mostrarte el camino a seguir; fijos en ti los ojos, seré tu consejero.

9 - No seas cual caballo o mulo sin sentido, rienda y freno hace falta para domar su brío, si no, no se te acercan.

10 - Copiosas son las penas del impío, al que confía en Yahveh el amor le envuelve.

11 - ¡Alegraos en Yahveh, oh justos, exultad, gritad de gozo, todos los de recto corazón!