Job 37:5 - Biblia de Jerusalén Primera Edición (1976)

Libro de Job
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1 - Mi corazón también por eso tiembla, y salta fuera de su sitio.

2 - ¡Escuchad, escuchad el fragor de su voz, el bramido que sale de su boca!

3 - Hace relampaguear por todo el cielo, su fulgor llega a los extremos de la tierra.

4 - Detrás de él una voz ruge: truena él con su soberbia voz, y sus rayos no retiene, mientras su voz retumba.

5 - Dios nos da a ver maravillas, grandes cosas hace que no comprendemos.

6 - Cuando dice a la nieve: «¡Cae sobre la tierra!», y a los aguaceros: «¡Lloved fuerte!»,

7 - la mano de todo hombre retiene bajo sello, para que todos conozcan su obra.

8 - Las fieras a sus guaridas huyen y en sus cubiles se cobijan.

9 - Del sur llega el huracán, el frío, de los vientos del norte.

10 - Al soplo de Dios se forma el hielo, se congela la extensión de las aguas.

11 - El carga a la nube de un rayo, el nublado esparce su fulgor,

12 - y éste, gira girando, circula conforme a sus designios. Así ejecutan sus órdenes en todo sobre la haz de su orbe terráqueo.

13 - Ya como castigo para los pueblos de la tierra, ya como gracia, él los envía.

14 - Presta, Job, oído a esto, tente y observa los prodigios de Dios.

15 - ¿Sabes acaso cómo Dios los rige, y cómo su nube hace brillar el rayo?

16 - ¿Sabes tú cómo las nubes cuelgan en equilibrio, 7 maravilla de una ciencia consumada?

17 - Tú, cuyos vestidos queman cuando está quieta la tierra bajo el viento del sur,

18 - ¿puedes extender con él la bóveda del cielo, sólida como espejo de metal fundido?

19 - Enséñanos qué le hemos de decir: no discutiremos más, debido a las tinieblas.

20 - Si hablo yo, ¿alguien se lo cuenta? ¿es informado de lo que un hombre ha dicho?

21 - Ahora ya no se ve la luz, que queda oscurecida por las nubes; pero pasa el viento y las despeja,

22 - y una claridad llega del norte: gloria terrible alrededor de Dios,

23 - ¡es Sadday!, no podemos alcanzarle. Grande en fuerza y equidad, maestro de justicia, sin oprimir a nadie.

24 - Por eso le temen los hombres: ¡a él la veneración de todos los sabios de corazón!