Capitulos:
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1 - Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de Israel esparcidas por todo el mundo.
2 - Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase.
3 - Pues y a saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento.
4 - Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada.
5 - Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno.
6 - Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada; porque el que duda es como una ola del mar, que el viento lleva de un lado a otro.
7 - Quien es así, no crea que va a recibir nada del Señor,
8 - porque hoy piensa una cosa y mañana otra, y no es constante en su conducta.
9 - El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso de ser enaltecido por Dios;
10 - y el rico de ser humillado. Porque el rico es como la flor de la hierba, que no permanece.
11 - Cuando el sol sale y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se cae y su belleza se pierde. Así también, el rico desaparecerá en medio de sus negocios.
12 - Dichoso el hombre que soporta la prueba con fortaleza, porque al salir aprobado recibirá como premio la vida, que es la corona que Dios ha prometido a los que lo aman.
13 - Cuando alguno se sienta tentado a hacer lo malo, no piense que es tentado por Dios, porque Dios ni siente la tentación de hacer lo malo, ni tienta a nadie para que lo haga.
14 - Al contrario, uno es tentado por sus propios malos deseos, que lo atraen y lo seducen.
15 - De estos malos deseos nace el pecado; y del pecado, cuando llega a su completo desarrollo, nace la muerte.
16 - Queridos hermanos míos, no se engañen:
17 - todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba, de Dios, que creó los astros del cielo. Dios es siempre el mismo: en él no hay variaciones ni oscurecimientos.
18 - Él, porque así lo quiso, nos dio vida mediante el mensaje de la verdad, [a] para que seamos los primeros frutos de su creación.
19 - Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar y para enojarse.
20 - Porque el hombre enojado no hace lo que es justo ante Dios.
21 - Así pues, despójense ustedes de toda impureza y de la maldad que tanto abunda, y acepten humildemente el mensaje que ha sido sembrado; pues ese mensaje tiene poder para salvarlos.
22 - Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos.
23 - El que solamente oye el mensaje, y no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo:
24 - se ve a sí mismo, pero en cuanto da la vuelta se olvida de cómo es.
25 - Pero el que no olvida lo que oye, sino que se fija atentamente en la ley perfecta de la libertad, [b] y permanece firme cumpliendo lo que ella manda, será feliz en lo que hace.
26 - Si alguno cree ser religioso, pero no sabe poner freno a su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no sirve de nada.
27 - La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y no mancharse con la maldad del mundo.