Hechos 27:34 - Dios Habla Hoy en Castellano Peninsular (2002)

Libro de Hechos
Capitulos:

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1 - par {i Pablo es enviado a Roma}par Cuando decidieron enviarnos a Italia, Pablo y los otros presos fueron entregados a un centurión que se llamaba Julio, del batallón llamado del Emperador.

2 - Nos embarcamos,{cf2super [a]} pues, en un barco del puerto de Adramitio que estaba a punto de partir para los puertos de la provincia de Asia.{cf2super [b]} Se encontraba también con nosotros Aristarco,{cf2super [c]} de Tesalónica, ciudad de Macedonia.

3 - Al día siguiente llegamos al puerto de Sidón, donde Julio trató a Pablo con mucha consideración, dejándole visitar a sus amigos y ser atendido por ellos.

4 - Salimos de Sidón y navegamos protegidos del viento por la isla de Chipre,{cf2super [d]} porque teníamos el viento en contra.

5 - Atravesamos el mar frente a la costa de Cilicia y Panfilia y llegamos a Mira, una ciudad de Licia.

6 - El centurión de los soldados encontró allí un barco de Alejandría que se dirigía a Italia{cf2super [e]} y nos hizo embarcar en él para continuar el viaje.

7 - Durante varios días navegamos despacio, y con mucho trabajo llegamos frente a Cnido. Como todavía teníamos el viento en contra, pasamos frente a Salmona dando la vuelta a la isla de Creta;

8 - y navegando con dificultad a lo largo de la costa, llegamos a un lugar llamado Buenos Puertos, cerca del pueblo de Lasea.{cf2super [f]}

9 - Se había perdido mucho tiempo y ya era peligroso viajar por mar porque se acercaba el invierno.{cf2super [g]} Por eso, Pablo les aconsejó:

10 - {f0 u8211?}Señores, veo que este viaje va a ser muy peligroso, y que vamos a perder tanto el barco como su carga, y hasta podemos perder la vida.

11 - Pero el centurión hizo más caso al dueño y al capitán del barco que a Pablo.{cf2super [h]}

12 - Y como aquel puerto no era bueno para invernar, casi todos pensaron que sería mejor salir de él e intentar llegar a Fenice, un puerto de Creta que mira al noroeste y al sudoeste,{cf2super [i]} y pasar allí el invierno.par par {i La tempestad}

13 - Creyendo que podrían seguir el viaje porque comenzaba a soplar un viento suave del sur, partieron y navegaron junto a la costa de la isla de Creta.

14 - Pero, poco después, un viento huracanado del nordeste azotó el barco{cf2super [j]} y comenzó a arrastrarlo.

15 - Como no podíamos mantener el barco de cara al viento, tuvimos que dejarnos llevar por él.

16 - Pasamos por detrás de una pequeña isla llamada Cauda, donde el viento no soplaba con tanta fuerza,{cf2super [k]} y con mucho trabajo logramos izar el bote salvavidas.{cf2super [l]}

17 - Una vez a bordo, reforzaron el barco con sogas.{cf2super [m]} Luego, como tenían miedo de encallar en los bancos de arena llamados la Sirte,{cf2super [n]} echaron el ancla flotante{cf2super [ñ]} y se dejaron llevar del viento.

18 - Al día siguiente, la tempestad todavía era violenta, así que comenzaron a arrojar al mar la carga del barco;

19 - y al tercer día, con sus propias manos, arrojaron también el aparejo del mismo.

20 - Durante muchos días no se dejaron ver ni el sol ni las estrellas, y con la gran tempestad que nos azotaba habíamos perdido ya toda esperanza de salvarnos.{cf2super [o]}

21 - Como llevábamos mucho tiempo sin comer, Pablo se levantó en medio de todos y dijo:par {f0 u8211?}Señores, mejor hubiera sido hacerme caso y no salir de Creta. Así habríamos evitado estos daños y perjuicios.

22 - Ahora, sin embargo, no os desaniméis, porque ninguno de vosotros morirá, aunque el barco sí va a perderse.

23 - Pues anoche se me apareció un ángel, enviado por el Dios al que pertenezco y sirvo,

24 - y me dijo: {f0 u8216?}No tengas miedo, Pablo, porque has de presentarte ante el césar, y por tu causa Dios va a librar de la muerte a todos los que van contigo en el barco.{f0 u8217?}

25 - Por tanto, señores, ánimo, porque tengo confianza en Dios, y estoy seguro de que las cosas sucederán como el ángel me dijo.

26 - Sin duda, seremos arrojados a alguna isla.

27 - Una noche, cuando al cabo de dos semanas de viaje navegábamos por el mar Adriático{cf2super [p]} llevados de un lado a otro por el viento, a eso de la media noche se dieron cuenta los marineros de que estábamos acercándonos a tierra.

28 - Midieron la profundidad del agua y hallaron que era de treinta y seis metros; un poco más adelante la volvieron a medir y hallaron veintisiete metros.

29 - Ante el temor de chocar contra las rocas, echaron cuatro anclas por la parte de popa, mientras pedían a Dios que amaneciera.

30 - Los marineros, pensando en huir del barco, comenzaron a arriar el bote salvavidas mientras aparentaban echar las anclas de la parte de proa.

31 - Pero Pablo avisó al centurión y a los soldados, diciendo:par {f0 u8211?}Si estos no se quedan en el barco, no podréis salvaros.

32 - Entonces los soldados cortaron las amarras del bote salvavidas y lo dejaron caer al agua.

33 - De madrugada, Pablo recomendó a todos que comiesen algo. Les dijo:par {f0 u8211?}Ya hace dos semanas que por esperar a ver qué pasa no habéis comido como de costumbre.

34 - Os ruego que comáis alguna cosa: debéis hacerlo si queréis sobrevivir. Pensad que nadie va a perder ni un cabello de la cabeza.{cf2super [q]}

35 - Al decir esto, Pablo tomó en sus manos un pan y dio gracias a Dios delante de todos. Lo partió y comenzó a comer,

36 - con lo cual todos se animaron y comieron también.

37 - Éramos en el barco doscientas setenta y seis personas en total.

38 - Una vez que hubieron comido cuanto quisieron, arrojaron el trigo al mar para aligerar el barco.par par {i El naufragio}

39 - Cuando amaneció, aunque los marineros no reconocían la tierra, vieron una bahía con su playa, y decidieron tratar de arrimar allí el barco.

40 - Cortaron los cables de las anclas, abandonándolas en el mar, y aflojaron las amarras de los timones. Luego desplegaron al viento la vela delantera y el barco comenzó a acercarse a la playa.

41 - Pero fuimos a dar en un banco de arena, y el barco encalló. La proa quedó encallada en la arena, sin poder moverse, mientras la popa comenzaba a hacerse pedazos por la violencia de las olas.

42 - Los soldados decidieron entonces matar a los presos, para que no escapasen a nado.{cf2super [r]}

43 - Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, no permitió que lo hicieran, sino que ordenó que quienes supieran nadar se lanzasen los primeros al agua para llegar a tierra,

44 - y que los demás los siguieran, unos sobre tablas y otros sobre restos del barco. Así llegamos todos salvos a tierra.