Capitulos:
123
1 - Pero tú habla lo que conviene a la sana doctrina:
2 - A los ancianos, que sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia.
3 - Asimismo a las ancianas, que sean reverentes en la conducta; no adictas a chismes maliciosos ni esclavizadas por exceso de vino, maestras de lo bueno,
4 - para que instruyan a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos,
5 - a que sean prudentes, castas, dedicadas a los quehaceres domésticos, bondadosas, sumisas a sus propios maridos, para que la palabra de Dios no sea difamada.
6 - Exhorta también a los jóvenes a que piensen con sensatez,
7 - mostrándote en todo como ejemplo de buenas obras, con pureza de doctrina, con dignidad,
8 - con palabra sana e irreprochable, para que el adversario sea avergonzado y no tenga nada malo que decir acerca de nosotros.
9 - A los siervos, que se sometan a sus amos en todo, que sean complacientes, no respondones,
10 - no hurtando, sino mostrando completa fidelidad, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.
11 - Porque la gracia salvadora de Dios fue manifestada a todos los hombres,
12 - enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos sobria, justa y piadosamente en el mundo presente,
13 - aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,
14 - quien se dio a Sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para Sí un pueblo de su propia posesión, celoso de buenas obras.
15 - Habla estas cosas, exhorta y reprende con toda autoridad. Ninguno te menosprecie.