Lucas 7:19 - La Biblia Textual

Libro de Lucas
Capitulos:

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1 - Cuando completó todas sus palabras a los oídos del pueblo, entró en Cafarnaúm.

2 - Y el siervo de cierto centurión, a quien éste estimaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir.

3 - Y al oír acerca de Jesús, envió a Él unos ancianos de los judíos a rogarle que fuera y sanara a su siervo.

4 - Presentándose pues ante Jesús, le rogaban insistentemente, diciendo: Es digno de que le concedas esto,

5 - porque ama a nuestra nación, y él mismo nos edificó la sinagoga.

6 - Jesús fue con ellos, pero cuando ya no distaba mucho de la casa, el centurión envió unos amigos a decirle: Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo,

7 - por lo cual, ni siquiera me consideré digno de ir a Ti; pero dilo de palabra, ¡y sea sano mi mozo!

8 - Porque aun yo, siendo hombre bajo autoridad superior, tengo soldados bajo mi mando, y digo a éste: Vé, y va; y a otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto; y lo hace.

9 - Al oír estas cosas, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que lo seguía: ¡Os digo que ni aun en Israel hallé una fe tan grande!

10 - Y al regresar a la casa los que habían sido enviados, hallaron que el siervo estaba con buena salud.

11 - Un poco después, aconteció que fue a una ciudad llamada Naín. E iban con Él sus discípulos y una gran multitud.

12 - Y cuando se acercó a la puerta de la ciudad, he aquí estaban sacando a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, siendo ella misma viuda; y una gran multitud de la ciudad estaba con ella.

13 - Al verla, el Señor fue movido a compasión a causa de ella, y le dijo: No llores.

14 - Y acercándose, agarró el féretro, de manera que los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo: ¡Levántate!

15 - Y el muerto se incorporó y comenzó a hablar. Y lo entregó a su madre.

16 - Y un gran temor los sobrecogió, y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Un gran profeta se ha levantado entre nosotros y Dios ha visitado a su pueblo!

17 - Y su fama se extendió por toda Judea y por toda la región circunvecina.

18 - Los discípulos de Juan le informaron acerca de todas estas cosas, y Juan, llamando a dos de sus discípulos,

19 - los envió al Señor, diciendo: ¿Eres tú el que viene, o hemos de aguardar a otro?

20 - Cuando los hombres fueron a Él, le dijeron: Juan el Bautista nos envió a ti, diciendo: ¿Eres tú el que viene, o hemos de aguardar a otro?

21 - Y en aquella hora sanó a muchos de enfermedades y dolencias, y de espíritus malignos, y concedió la vista a muchos ciegos.

22 - Y respondiendo, les dijo: Id, informad a Juan lo que visteis y oísteis: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, los pobres son evangelizados;

23 - y bienaventurado es cualquiera que no se escandalice de mí.

24 - Cuando los mensajeros de Juan se marcharon, comenzó a decir a las multitudes acerca de Juan: ¿Qué sa-listeis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

25 - ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto con vestiduras finas? He aquí los que tienen vestido espléndido y viven en deleites están en los palacios.

26 - Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta.

27 - Éste es de quien está escrito: He aquí envío mi mensajero delante de tu presencia, El cual aparejará tu camino delante de Ti.

28 - Os digo que entre los nacidos de mujeres, ninguno es mayor que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él.

29 - Y todo el pueblo y los publicanos, al oírlo, justificaron a Dios, habiendo sido bautizados con el bautismo de Juan,

30 - pero los fariseos y los intérpretes de la Ley, al no ser bautizados por él, rechazaron el propósito de Dios con respecto a ellos mismos.

31 - Entonces ¿a qué compararé los hombres de esta generación, y a qué los haré semejantes?

32 - Son semejantes a esos muchachos que se sientan en la plaza y gritan unos a otros, y se dicen: ¡Os tocamos flauta y no bailasteis; entonamos lamentos y no llorasteis!

33 - Porque vino Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y decís: ¡Demonio tiene!

34 - Viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: ¡Mirad, un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores!

35 - Pero la sabiduría es vindicada por parte de todos sus hijos.

36 - Uno de los fariseos le rogó que comiera con él, y entrando en la casa del fariseo, se reclinó a la mesa.

37 - Y he aquí una mujer que era pecadora en la ciudad, al enterarse de que estaba reclinado a la mesa en la casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro lleno de perfume,

38 - y situándose detrás, llorando a sus pies, comenzó a regar sus pies con las lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, y besaba fervientemente sus pies y los ungía con el perfume.

39 - Viéndolo el fariseo que lo había invitado, se decía: Éste, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, que es una pecadora.

40 - Jesús, tomando la palabra, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Él dice: Dí, Maestro.

41 - Cierto acreedor tenía dos deudores: el uno debía quinientos denarios, y el otro cincuenta.

42 - No teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. ¿Cuál de ellos, pues, lo amará más?

43 - Respondiendo Simón, dijo: Pienso que a quien perdonó más. Él le dijo: Rectamente has juzgado.

44 - Y vuelto hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies, pero ésta ha regado mis pies con las lágrimas, y los ha secado con sus cabellos.

45 - No me diste beso, pero ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.

46 - No ungiste mi cabeza con aceite, pero ésta ungió con perfume mis pies.

47 - Por lo cual te digo que sus muchos pecados han sido perdonados, porque mucho amó; pero al que poco le es perdonado, poco ama.

48 - Y a ella dijo: Tus pecados han sido perdonados.

49 - Y los que estaban reclinados con Él a la mesa comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?

50 - Pero Él dijo a la mujer: Ve en paz, tu fe te ha salvado.