Lucas 10:4 - La Biblia Textual

Libro de Lucas
Capitulos:

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1 - Después de estas cosas, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de Sí, a toda ciudad y lugar adonde Él estaba por ir.

2 - Y les decía: En verdad la mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad pues al Señor de la mies, para que envíe obreros a su mies.

3 - ¡Id! He aquí os envío como corderos en medio de lobos.

4 - No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y a nadie saludéis en el camino.

5 - En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: ¡Paz sea a esta casa!

6 - Y si hay allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros.

7 - Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que sea de parte de ellos, porque el obrero es digno de su salario. No andéis de casa en casa.

8 - Y en cualquier ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan delante,

9 - y sanad a los enfermos que haya en ella y decidles: El reino de Dios se ha acercado a vosotros.

10 - Pero en cualquier ciudad donde entréis y no os reciban, saliendo a sus plazas, decid:

11 - Os sacudimos aun el polvo de vuestra ciudad que se nos pegó a los pies; pero sabed esto: El reino de Dios se ha acercado.

12 - Os digo que en aquél día será más tolerable para Sodoma, que para aquella ciudad.

13 - ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se hicieron en vosotras, haría tiempo que, sentadas en cilicio y ceniza, se hubieran arrepentido.

14 - Por tanto, en el juicio será más tolerable para Tiro y Sidón que para vosotras.

15 - Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso serás exaltada hasta el cielo? ¡Hasta el Hades serás abatida!

16 - El que os oye, me oye a mí, y el que os rechaza, me rechaza a mí, y el que me rechaza, rechaza al que me envió.

17 - Regresaron los setenta y dos con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos someten en tu Nombre.

18 - Les dijo: Veía Yo a Satanás caer del cielo como un rayo.

19 - He aquí, os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones y el poder del enemigo, y nada os dañará.

20 - Pero no os regocijéis por esto, de que los espíritus se os someten, sino regocijaos de que vuestros nombres están inscritos en los cielos.

21 - En aquella misma hora se regocijó sobremanera en el Espíritu Santo, y dijo: ¡Te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra! porque escondiste estas cosas de sabios y entendidos y las revelaste a niños. Sí, Padre, porque así te agradó.

22 - Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.

23 - Y volviéndose a los discípulos aparte, dijo: Bienaventurados los ojos que ven las cosas que veis,

24 - porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver las cosas que vosotros veis, y no las vieron, y oír las cosas que oís, y no las oyeron.

25 - Y, he aquí, un doctor de la Ley se levanta para tentarlo, diciendo: Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

26 - Él entonces le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?

27 - Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo.

28 - Le dijo: Rectamente has respondido. Haz esto, y vivirás.

29 - Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

30 - Respondiendo Jesús, dijo: Cierto hombre bajaba de Jerusalem a Jericó, y cayó en mano de salteadores, los cuales después de desnudarlo y golpearlo, se fueron dejándolo medio muerto.

31 - Y por coincidencia, cierto sacerdote bajaba por aquel camino, y al verlo, pasó por el lado opuesto.

32 - Igualmente un levita, al llegar junto al lugar y al verlo, pasó por el lado opuesto.

33 - Pero un samaritano que iba de camino, se acercó a él, y al verlo, fue movido a compasión;

34 - y allegándose, vendó sus heridas derramando aceite y vino, y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón, y cuidó de él.

35 - Y al día siguiente, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero, y le dijo: Cuídalo, y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.

36 - ¿Quién de estos tres te parece que llegó a ser prójimo del que cayó en mano de los salteadores?

37 - Y él dijo: El que hizo la misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé y haz tú lo mismo.

38 - Mientras ellos iban de camino, entró en cierta aldea, y cierta mujer de nombre Marta lo acogió como huésped.

39 - Y ésta tenía una hermana llamada Miriam, la cual, sentada a los pies del Señor, oía su palabra.

40 - Pero Marta estaba atareada con respecto a mucho servicio; y parándose, dijo: Señor: ¿No te importa que mi hermana me dejó sola para servir? Dile pues que me ayude.

41 - Pero el Señor, respondiendo, le dijo: Marta, Marta, afanada y molesta estás por muchas cosas;

42 - pero sólo una es necesaria, y Miriam escogió la buena parte, la cual no le será quitada.