Ezequiel 3:12 - La Biblia Textual

Libro de Ezequiel
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1 - Me dijo: Hijo de hombre, come lo que tienes ahí; cómete ese rollo, y ve y habla a la casa de Israel.

2 - Abrí pues mi boca, y me hizo comer ese rollo,

3 - y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas de este rollo que Yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel.

4 - Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y háblales con mis palabras.

5 - Porque no eres enviado a un pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel.

6 - No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas, que de seguro, si te enviara a ellos, te escucharían.

7 - Pero la casa de Israel no te querrá oír, porque no quiere escucharme a mí, pues toda la casa de Israel es de dura cerviz y obstinado corazón.

8 - He aquí Yo endurezco tu rostro contra los rostros de ellos, y endurezco tu frente contra sus frentes.

9 - He hecho tu frente como diamante, más fuerte que el pedernal. No los temas ni te acobardes ante ellos, porque son casa rebelde.

10 - Me dijo además: Hijo de hombre, recibe en tu corazón todas las palabras que te digo, y escúchalas con tus oídos.

11 - Acércate a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales diciendo, así dice Adonay YHVH, te escuchen o no te escuchen.

12 - Y en seguida el espíritu me alzó, y oí detrás de mí el sonido de un estruendo tumultuoso, cuando la gloria de YHVH se elevó del sitio.

13 - (El revuelo de las alas de los seres vivientes rozando una con otra, junto con el fragor de las ruedas delante de ellos era el sonido de gran estruendo).

14 - Me alzó pues el espíritu, y me llevó, y yo iba con amargura, en la indignación de mi espíritu, pues la mano de YHVH pesaba gravemente sobre mí.

15 - Y vine a los cautivos en Tel-Abib, que vivían a orillas del río Quebar, y me senté donde estaban sentados, y allí, entre ellos, permanecí perplejo durante siete días.

16 - Al cabo de los siete días aconteció que la palabra de YHVH vino a mí, diciendo:

17 - Hijo de hombre, Yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y cuando oigas una palabra de mi boca, la darás a ellos como advertencia de parte mía.

18 - Cuando Yo diga al impío: De cierto morirás; y tú no se lo anticipes ni lo amonestes, para que el impío se aperciba de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero Yo demandaré su sangre de tu mano.

19 - Pero si tú amonestas al impío, y él no se convierte de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.

20 - Si algún justo se aparta de su justicia y hace maldad, pondré un tropiezo delante de él y morirá, porque tú no lo amonestaste. Por su pecado morirá, y las obras de justicia que hizo no serán recordadas, pero Yo demandaré su sangre de tu mano.

21 - Pero si amonestas al justo para que no peque, y él no peca, de cierto vivirá porque fue amonestado, y tú habrás librado tu alma.

22 - Y allí se apoyó sobre mí la mano de YHVH, y me dijo: Levántate, sal a la llanura, y allí hablaré contigo.

23 - Me levanté pues, salí a la llanura, y allí estaba la gloria de YHVH, como la gloria que había visto junto al río Quebar, y caí sobre mi rostro.

24 - Entonces entró el espíritu en mí y me levantó en pie, y habló conmigo, y me dijo: Ve y enciérrate en tu casa.

25 - Pues en cuanto a ti, hijo de hombre, he aquí te pondrán sogas y te atarán con ellas, para que no salgas a ellos.

26 - Y Yo haré que la lengua se pegue a tu paladar, y quedarás mudo, y no serás para ellos como un varón que reprende, porque son casa rebelde.

27 - Pero cuando Yo te haya hablado, entonces abriré tu boca para que les digas: Así dice Adonay YHVH. El que quiera, que te escuche y el que no, que lo deje, porque son casa rebelde.