Daniel 3:29 - La Biblia Textual

Libro de Daniel
Capitulos:

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1 - El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de sesenta codos de altura y seis codos de ancho, y la hizo levantar en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.

2 - Y el rey Nabucodonosor hizo que se reunieran a los sátrapas, prefectos y gobernadores, jueces, tesoreros, consejeros, magistrados, y todos los altos funcionarios de las provincias, para que vinieran a la consagración de la estatua que el rey Nabucodonosor había hecho levantar.

3 - Con lo cual fueron reunidos los sátrapas, prefectos y gobernadores, los jueces, tesoreros, consejeros, magistrados, y todos los altos funcionarios de las provincias, a la consagración de la estatua que el rey Nabucodonosor había hecho levantar, y se presentaron ante la estatua que el rey Nabucodonosor había hecho levantar.

4 - Entonces el heraldo pregonó a gran voz: Pueblos, naciones y lenguas:

5 - ¡Se ordena que al oír el son de la corneta y del silbato, del tamboril, del arpa y del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que ha hecho levantar el rey Nabucodonosor!

6 - ¡El que no se postre en adoración, en la misma hora será arrojado dentro de un horno de fuego abrasador!

7 - Por lo cual, al momento en que los diversos pueblos oyeron el son de la corneta y del silbato, del tamboril, del arpa y del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, los pueblos de toda nación y lengua se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había hecho levantar.

8 - Con tal motivo, se acercaron en aquel momento algunos varones caldeos y acusaron maliciosamente a los judíos.

9 - Tomando la palabra, dijeron al rey Nabucodonosor: ¡Oh rey, vive para siempre!

10 - Tú, oh rey, has decretado que todo hombre que oiga el son de la corneta y del silbato, del tamboril, del arpa y del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro,

11 - y el que no se postre en adoración, sea arrojado dentro del horno de fuego abrasador.

12 - Pero hay ciertos varones judíos, a quienes encomendaste la administración de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos hombres, oh rey, no te guardan ninguna consideración, ni adoran a tus dioses, ni han adorado la estatua de oro que hiciste erigir.

13 - Entonces Nabucodonosor, con cólera y furor, mandó traer a Sadrac, Mesac y Abed-nego, los cuales fueron llevados de inmediato ante el rey.

14 - Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego: ¿Es verdad que vosotros no rendiréis culto a mis dioses, ni habéis adorado la estatua de oro que yo hice levantar?

15 - Ahora pues, si al oír el son de la corneta y del silbato, del tamboril, del arpa y del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, estáis dispuestos a postraros en adoración ante la estatua que he hecho, os irá bien; pero si no la adoráis, en la misma hora seréis echados en medio del horno de fuego abrasador, ¿y qué dios os podrá librar de mis manos?

16 - Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No tenemos por qué responderte sobre este asunto.

17 - ¡He aquí, nuestro Dios a quien servimos, existe! Él tiene poder, oh rey, para librarnos del horno de fuego abrasador y librarnos de tus manos,

18 - y aunque no lo haga, oh rey, entiende que tampoco daremos culto a tus dioses, ni nos postraremos ante la estatua que hiciste levantar.

19 - Nabucodonosor entonces, lleno de furia contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y con el rostro desencajado ordenó que el horno fuera calentado siete veces más de lo acostumbrado.

20 - Y mandó a algunos de los hombres más fornidos de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed-nego, y los arrojarán al horno en llamas.

21 - Así estos varones fueron atados con sus zaragüelles, sus túnicas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego abrasador.

22 - Y por cuanto la orden del rey era apremiante, y el horno estaba demasiado caliente, la llamas abrasaron a los hombres que habían arrojado a Sadrac, Mesac y Abed-nego;

23 - mientras los tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, caían atados dentro del horno de fuego en llamas.

24 - Entonces el rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó de repente, y preguntó a los de su consejo: ¿No fueron tres los varones que cayeron atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.

25 - Pero él repondió: ¡Mirad! Estoy viendo a cuatro varones sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño, y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses.

26 - Y Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego en llamas, y dijo: ¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos de ’Elaha ‘Il·laya, salid y venid! Y Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron del medio del fuego.

27 - Y los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros del rey, reunidos allí, vieron cómo el fuego no había tenido poder alguno contra aquellos varones. Ni siquiera sus cabellos estaban chamuscados; sus ropas estaban intactas y no tenían olor a quemado.

28 - Entonces Nabucodonosor dijo: ¡Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su Ángel, y libró a sus siervos que confiaron en Él no cumpliendo el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que no fuera su Dios!

29 - Decreto pues, que todo pueblo, nación o lengua que profiera blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar, por cuanto no hay dios que pueda librar como Éste.

30 - Y el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.