Capitulos:
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1 - Pueblo mío, escucha mis enseñanzas; atiende a mis palabras.
2 - Te hablaré por medio de ejemplos, y te explicaré los misterios del pasado.
3 - Son cosas que ya conocemos pues nuestros padres nos las contaron.
4 - Pero nuestros hijos deben conocerlas; debemos hablarles a nuestros nietos del poder de Dios y de sus grandes acciones; ¡de las maravillas que puede realizar!
5 - Dios fijó una ley permanente para su pueblo Israel, y a nuestros abuelos les ordenó instruir en ella a sus hijos,
6 - para que ellos, a su vez, nos instruyeran a nosotros y a las futuras generaciones que todavía no han nacido.
7 - Así confiaremos en Dios, tendremos presentes sus grandes hechos y cumpliremos sus mandamientos.
8 - Así no seremos rebeldes, como lo fueron nuestros abuelos: tan malvados eran sus pensamientos que Dios no podía confiar en ellos.
9 - Los israelitas eran buenos guerreros, pero se acobardaron y no entraron en batalla.
10 - No cumplieron su compromiso con Dios, ni siguieron sus enseñanzas.
11 - Cuando estaban en Egipto, en la región de Soan, vieron las grandes maravillas que Dios realizó ante sus ojos, pero no las tomaron en cuenta.
13 - Dios partió el mar en dos, y para que ellos pudieran cruzar, mantuvo las aguas firmes como paredes.
14 - De día, los guiaba con una nube; de noche, los alumbraba con un fuego.
15 - Cuando llegaron al desierto, Dios partió en dos una piedra; ¡de ella hizo que brotaran verdaderos torrentes de agua, y así apagaron su sed!
17 - Pero nuestros abuelos volvieron a pecar contra Dios: ¡en pleno desierto se pusieron en contra del Dios altísimo!
18 - Se les metió en la cabeza poner a Dios a prueba, y le pidieron comida a su antojo.
19 - Hablaron mal de Dios, y hasta llegaron a decir: «Aquí en el desierto Dios no puede darnos de comer.
20 - Es verdad que golpeó una piedra y que hizo que brotaran grandes torrentes de agua, ¡pero no podrá alimentarnos! ¡No va a poder darnos carne!»
21 - Cuando Dios oyó lo que decían, se encendió su enojo contra ellos,
22 - pues no confiaron en él ni creyeron que podría ayudarlos.
23 - Dios, desde el alto cielo, les dio una orden a las nubes, y del cielo llovió comida: Dios les dio a comer maná, que es el pan del cielo.
25 - Dios les mandó mucha comida, y aunque eran gente insignificante comieron como los ángeles.
26 - Luego, con su poder Dios hizo que desde el cielo soplaran vientos encontrados.
27 - ¡Dios hizo que les lloviera carne como si les lloviera polvo! ¡Les mandó nubes de pájaros, tantos como la arena del mar!
28 - Dios dejó caer esos pájaros dentro y fuera del campamento,
29 - y la gente se hartó de comer, pues Dios les cumplió su capricho.
30 - No les duró mucho el gusto: todavía tenían la comida en la boca
31 - cuando Dios se enojó contra ellos. ¡Les quitó la vida a sus hombres más fuertes! ¡Hirió de muerte a los mejores israelitas!
32 - Pero ellos siguieron pecando; dudaron del poder de Dios.
33 - Por eso Dios les quitó la vida; ¡les envió una desgracia repentina, y acabó con su existencia!
34 - Ellos sólo buscaban a Dios cuando él los castigaba; sólo así se arrepentían y volvían a obedecerlo;
35 - sólo entonces se acordaban del Dios altísimo, su protector y libertador.
36 - Nunca le decían la verdad; nunca le fueron sinceros ni cumplieron fielmente su pacto.
38 - pero Dios, que es compasivo, les perdonó su maldad y no los destruyó. Más de una vez refrenó su enojo,
39 - pues tomó en cuenta que eran simples seres humanos; sabía que son como el viento que se va y no vuelve.
40 - Muchas veces, en el desierto, se rebelaron contra Dios y lo hicieron ponerse triste.
41 - Muchas veces lo pusieron a prueba; ¡hicieron enojar al santo Dios de Israel!
42 - No se acordaron del día cuando Dios, con su poder, los libró de sus enemigos.
43 - Tampoco recordaron los grandes milagros que Dios hizo en Egipto,
44 - cuando convirtió en sangre todos los ríos egipcios, y el agua no se podía beber.
45 - Les mandó moscas y ranas, que todo lo destruían;
46 - dejó que los saltamontes acabaran con todos sus sembrados;
47 - destruyó sus viñas con granizo, y sus higueras, con inundaciones;
48 - dejó que los rayos y el granizo acabaran con sus vacas y sus ovejas.
49 - Dios estaba tan enojado que los castigó con dureza; les mandó todo un ejército de mensajeros de muerte;
50 - dio rienda suelta a su enojo y les mandó un castigo mortal; ¡no les perdonó la vida!
51 - En cada familia egipcia hirió de muerte a los hijos mayores.
52 - Pero a su pueblo lo guió y lo llevó por el desierto, como guía el pastor a sus ovejas;
53 - les dio seguridad para que no tuvieran miedo, pero hizo que a sus enemigos se los tragara el mar.
54 - Dejó que su pueblo ocupara toda la tierra prometida, la cual ganó con su poder.
55 - Conforme avanzaban los israelitas, Dios echaba fuera a las naciones, y a Israel le entregó las tierras de esos pueblos. ¡Fue así como los israelitas se establecieron allí!
56 - Pero pusieron a Dios a prueba: se opusieron al Dios altísimo y desobedecieron sus mandatos;
57 - no eran dignos de confianza; se portaron igual que sus padres, pues traicionaron a Dios y no le fueron fieles.
58 - Dios se puso muy furioso y rechazó del todo a Israel; se sintió traicionado pues adoraron a dioses falsos y les construyeron santuarios.
60 - por eso Dios abandonó Siló, que era donde vivía en este mundo;
61 - ¡dejó que el cofre del pacto, que era el símbolo de su poder, cayera en manos enemigas!
62 - Tanto se enojó con su pueblo que los hizo perder sus batallas.
63 - El fuego acabó con sus muchachos, las novias no tuvieron fiesta de bodas,
64 - sus sacerdotes perdieron la vida, y sus viudas no les guardaron luto.
65 - Pero Dios despertó, como quien despierta de un sueño, y dando rienda suelta a su furia
66 - puso en retirada a sus enemigos; ¡para siempre los dejó en vergüenza!
67 - Se negó a favorecer a los de la tribu de Efraín,
68 - pero eligió a la tribu de Judá y a su amada Jerusalén.
69 - En lo alto del monte Sión construyó su templo: alto como los cielos, y firme para siempre, como la tierra.
70 - Dios prefirió a David, que era su hombre de confianza, y lo quitó de cuidar ovejas para que cuidara a Israel, que es el pueblo de Dios.
72 - y David fue un gobernante inteligente y sincero.