Salmos 68:32 - Biblia en Lenguaje Sencillo

Libro de Salmos
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1 - ¡Vamos, Dios mío, dispersa a tus enemigos! ¡Haz que huya de tu presencia esa gente que te odia!

2 - ¡Haz que desaparezcan por completo, como desaparece el humo tan pronto como sopla el viento! ¡Haz que esos malvados se derritan como cera en el fuego!

3 - Pero a la gente honrada permítele alegrarse y hacer fiesta, y estar feliz en tu presencia.

4 - ¡Cantemos himnos a Dios! ¡Sí, cantémosle al que manda la lluvia! ¡Hagamos fiesta en su presencia! ¡Él es el Dios de Israel!

5 - Dios, que vive en su santo templo, cuida a los huérfanos y defiende a las viudas;

6 - les da hogar a los desamparados, y libertad a los presos; pero a los que no lo obedecen les da tierras que nada producen.

7 - Dios mío, cuando sacaste de Egipto a tu pueblo Israel y lo guiaste por el desierto, tan pronto llegaste al monte Sinaí, la tierra tembló y el cielo dejó caer su lluvia.

9 - Dios mío, tú enviaste abundantes lluvias y nuestras tierras volvieron a producir.

10 - Y en esa tierra vivimos; en la tierra que, por tu bondad, preparaste para los pobres.

11 - Tú, Dios mío, hablaste, y miles de mujeres dieron la noticia:

12 - «¡Huyen los reyes, huyen sus ejércitos!» Las mujeres, en sus casas, se reparten las riquezas que le quitaron al enemigo:

13 - objetos de plata y de oro. Pero algunos israelitas se escondieron entre el ganado.

14 - Cuando tú, Dios todopoderoso, hiciste que los reyes de la tierra salieran huyendo, lo alto del monte Salmón se llenó de nieve.

15 - Las montañas de Basán son montañas muy altas; las montañas de Basán son montañas majestuosas.

16 - Ustedes, altas montañas, ¿por qué ven con envidia la montaña que Dios ha elegido para vivir allí para siempre?

17 - Son miles los carros que Dios usa para la guerra; en uno de ellos vino del Sinaí para entrar en su santuario.

18 - Cuando tú, Dios y Señor, subiste a las alturas, te llevaste contigo a los presos, y te quedaste a vivir allí. ¡Todo el mundo, hasta los rebeldes, te dieron muchos regalos!

19 - ¡Bendito seas siempre, nuestro Dios! Tú, Dios y salvador nuestro, nos ayudas en nuestros problemas.

20 - Tú eres un Dios que salva; ¡tú nos libras de la muerte!

21 - ¡A esos enemigos tuyos que no dejan de pecar, les aplastarás la cabeza y se la partirás en dos!

22 - Dios nuestro, tú nos has dicho: «Yo los haré volver de Basán; yo los haré volver de las profundidades del mar,

23 - para que se empapen los pies en la sangre de sus enemigos, ¡y hasta los perros de ustedes lamerán esa sangre!»

24 - En el santuario se ven los desfiles de mi Dios y Rey.

25 - Al frente van los cantores, seguidos de las que tocan panderetas; los músicos cierran el desfile.

26 - Los dirige la tribu más joven, que es la de Benjamín, y los sigue una gran multitud: ¡Son los príncipes de Judá, de Zabulón y Neftalí! Ustedes, israelitas, ¡bendigan a nuestro Dios, cuando celebren sus reuniones!

28 - Dios mío, Dios mío, ¡demuéstranos tu poder! ¡Déjanos ver la fuerza que has usado para ayudarnos!

29 - Dios mío, por causa de tu templo los reyes te traen regalos a la ciudad de Jerusalén. Reprende a esa nación que vive sólo para la guerra. Parece una fiera entre los juncos; es como una manada de toros, ¡parece una nación de terneros! Es tanta su ambición por las riquezas que hasta entre ellos se pelean. Egipto te enviará su bronce, y Etiopía te traerá regalos.

32 - Gente de todos los reinos, ¡cántenle a Dios! ¡Cántenle himnos a nuestro Dios!

33 - ¡Reconozcan su poder! Sobre el cielo de Israel pueden verse su poder y su majestad. Nuestro Dios va por el cielo como si fuera montando un caballo, y deja oír su potente voz, que resuena como el trueno.

35 - Dios mío, Dios de Israel, ¡qué imponente te ves al venir de tu santuario! Tú nos das fuerza y poder. ¡Bendito seas!