Salmos 102:24 - Biblia en Lenguaje Sencillo

Libro de Salmos
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1 - Dios mío, escucha mi oración; atiende a mis ruegos. No tardes en responderme cuando te llame; no me des la espalda cuando me encuentre angustiado.

3 - La vida es como el humo y se me escapa. Los huesos me arden de dolor; parecen carbones encendidos.

4 - Me siento muy afligido; hasta parezco hierba marchita. ¡Ni ganas de comer tengo, y hasta los huesos se me ven!

5 - ¡Es muy grande mi angustia!

6 - Estoy tan triste y solitario como un buitre en el desierto, como un búho entre las ruinas, como un gorrión sobre el tejado. ¡Hasta he perdido el sueño!

8 - No pasa un solo día sin que mis enemigos me ofendan; ¡hasta me echan maldiciones!

9 - Mi comida y mi bebida son mi propio llanto.

10 - ¡Te enojaste, te llenaste de furia! ¡Me levantaste, para derribarme después!

11 - Mi vida va pasando como las sombras en la noche; ¡me estoy marchitando como la hierba!

12 - Pero tú, mi Dios, eres el rey eterno y vives para siempre.

13 - Un día te levantarás y tendrás compasión de tu pueblo. ¡Ese día ha llegado! ¡Ya es tiempo de que lo perdones! Nosotros estamos a tu servicio y amamos a la ciudad de Jerusalén; ¡verla en ruinas y entre escombros nos causa mucho dolor!

15 - Dios mío, todas las naciones te adorarán; todos los reyes de la tierra reconocerán tu grandeza.

16 - Tú reconstruirás a Jerusalén y así demostrarás tu poder.

17 - Prestarás toda tu atención a los ruegos de los desamparados, y no dejarás de atenderlos.

18 - Que esto quede por escrito para los que aún no han nacido; para que alabe a Dios el pueblo que está por nacer.

19 - Mientras Dios miraba desde su palacio celestial, se fijó en la tierra;

20 - al escuchar los lamentos de los presos condenados a muerte, los puso en libertad.

21 - Por eso en Jerusalén se alaba su nombre; por eso en Jerusalén se le cantan alabanzas.

22 - Todos los pueblos y reinos se juntan para adorarlo.

23 - En el transcurso de mi vida, Dios usó su poder para humillarme y para acortar mi existencia.

24 - Entonces le rogué: «Para ti, Dios mío, los años no tienen fin; ¡no me lleves en plena juventud!

25 - En el principio tú afirmaste la tierra; tú mismo hiciste los cielos,

26 - pero se irán gastando, como la ropa, y un día, los destruirás. Pero tú te mantendrás firme;

27 - siempre serás el mismo, y tus años no tendrán fin.

28 - Nuestros hijos y nuestros nietos estarán a tu servicio, como lo estamos nosotros, y vivirán contigo para siempre».