Capitulos:
123
1 - Así dice nuestro Dios: «¡Pobrecita de ti, capital de Asiria! ¡Estás llena de asesinos, de mentirosos y ladrones que no se cansan de robar!
2 - »¡Ya se escuchan los látigos y el estruendo de las ruedas! ¡Ya se oye el galopar de los caballos y el ruido de los carros de guerra!
3 - ¡Ya ataca la caballería, y deslumbran las espadas y las lanzas! ¡No es posible contar los heridos ni saber cuántos son los muertos! ¡Los cadáveres se amontonan! ¡La gente tropieza con ellos!
4 - »Asiria, esto te ha pasado por engañar a los pueblos. Las naciones se enamoraron de tus dioses y brujerías, y entraron en tratos contigo.
5 - »Pero yo estoy en contra tuya, y haré que las naciones y reinos se den cuenta de lo que en verdad eres.
6 - Voy a embarrarte de excremento, y quedarás en vergüenza.
7 - Todos los que te vean se alejarán de ti, diciendo: “¡Asiria está destruida! ¿Habrá alguien que la consuele? ¿Habrá quién le tenga compasión?” Yo soy el Dios de Israel, y juro que así lo haré.
8 - »Nínive, capital de Asiria, tú no eres mejor que Tebas. A esa ciudad la protegía el río Nilo. La protección que le brindaban Etiopía, Egipto, Fut y Libia aumentaba su poder. »Pero Tebas fue conquistada. A sus pobres niños los estrellaron contra el suelo. A la gente importante se la repartieron en sorteo, y a sus jefes se los llevaron a un país lejano.
11 - »También tú, Asiria, te quedarás tambaleando como si estuvieras borracha. Tratarás de esconderte de tus enemigos, pero no lo conseguirás.
12 - Tus murallas se caerán; serán como higueras cargadas de higos maduros, que si alguien las sacude, sus higos caen al suelo y la gente se los come.
13 - »El fuego ha quemado tus portones, y el enemigo ya está por entrar; por eso tus soldados se acobardan.
14 - Aunque guardes mucha agua para resistir el ataque, de nada te servirá. Aunque hagas muchos ladrillos para reforzar tus murallas,
15 - morirás quemada por el fuego y destrozada por la guerra; el enemigo acabará contigo como una plaga de saltamontes. De nada te servirán tu fuerza militar y tus muchos soldados.
16 - »Tus comerciantes y tus generales son tantos como las estrellas del cielo, ¡pero en cuanto ven el peligro huyen como saltamontes! Todos conocemos a estos insectos: en cuanto cambian de piel, vuelan; en un día frío se paran a calentarse; pero en cuanto sale el sol emprenden vuelo y desaparecen.
18 - »Rey de Asiria, tú hiciste sufrir a muchas naciones. Pero ahora van a morir tus generales y tus jefes principales. Tu ejército andará perdido por los montes, y no habrá quien pueda reunirlo. Tú estás herido de muerte, y ya nadie podrá sanarte. Todos los que oyen la noticia aplauden de alegría».