Capitulos:
123
1 - Yo, el profeta Habacuc, compuse esta oración para acompañarla con una melodía especial.
2 - ¡Dios mío, yo sé bien todo lo que has hecho, y por eso tiemblo en tu presencia! Déjanos ver en nuestros días tus grandes hechos de otros tiempos; si te enojas con nosotros, no dejes de tenernos compasión.
3 - Tú eres nuestro santo Dios; vienes de la región de Temán, vienes del monte Parán. Tu grandeza ilumina los cielos; la tierra entera te alaba.
4 - Un gran resplandor te rodea; de tus manos brotan rayos de luz y dejan ver tu poder escondido.
5 - Plagas terribles anuncian tu llegada; vas dejando en el camino graves enfermedades.
6 - Cuando tú te detienes, la tierra se pone a temblar; cuando miras a las naciones, todas ellas se llenan de miedo; los cerros se desmoronan, las antiguas montañas se derrumban; ¡hasta he visto temblar de miedo a la gente de Cusán y de Madián, porque tú has vuelto a actuar!
8 - Dios nuestro, ¿por qué te decidiste a montar en tu carro de combate? ¿Será porque te enojaste con los dioses Río y Mar?
9 - Con tus flechas heriste la tierra, y esas heridas son los ríos.
10 - Cuando las montañas te vieron, temblaron de miedo, las nubes dejaron caer su lluvia y el mar rugió con furia; ¡sus grandes olas se elevaron al cielo!
11 - Cuando lanzaste tus brillantes rayos, el sol y la luna se detuvieron.
12 - Pero te enojaste y recorriste la tierra; en tu enojo aplastaste naciones.
13 - Saliste a rescatar a tu pueblo, y al rey que tú elegiste. Destrozaste al jefe de esos malvados, y acabaste por completo con su reino.
14 - Sus orgullosos jinetes nos atacaron con la furia de una tempestad; querían dispersarnos y destruirnos, pues no podíamos defendernos. ¡Pero tú los mataste con sus propias flechas!
15 - Montaste en tu caballo y marchaste sobre el agitado mar.
16 - Cuando escucho todo esto, me tiemblan los labios y todo el cuerpo; siento que mis huesos se desmoronan, y que el suelo se hunde bajo mis pies. Pero yo espero con paciencia el día en que castigarás a los que ahora nos atacan.
17 - Aunque no den higos las higueras, ni den uvas las viñas ni aceitunas los olivos; aunque no haya en nuestros campos nada que cosechar; aunque no tengamos vacas ni ovejas,
18 - siempre te alabaré con alegría porque tú eres mi salvador.
19 - Dios mío, tú me das nuevas fuerzas; me das la rapidez de un venado, y me pones en lugares altos.