Galatas 2:16 - Biblia en Lenguaje Sencillo

Libro de Galatas
Capitulos:

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1 - Catorce años después, Dios me hizo ver que yo debía ir a Jerusalén. En esa ocasión me acompañaron Bernabé y Tito. Allí nos reunimos con los miembros de la iglesia, y les explicamos el mensaje que yo anuncio a los que no son judíos. Luego me reuní a solas con los que eran reconocidos como líderes de la iglesia, pues quería estar seguro de que mi trabajo, pasado y presente, no iba a resultar un esfuerzo inútil.

3 - Ellos no obligaron a nadie a circuncidarse; ni siquiera a Tito, que no era judío.

4 - Tuvimos esa reunión porque hubo algunos que, a escondidas, se metieron en el grupo de la iglesia para espiarnos. Esos falsos seguidores sólo querían quitarnos la libertad que Jesucristo nos dio, y obligarnos a obedecer las leyes judías.

5 - Pero ni por un momento nos dejamos convencer, pues queríamos que ustedes siguieran obedeciendo el verdadero mensaje de la buena noticia.

6 - Aquellos que en la iglesia eran reconocidos como líderes no agregaron nada nuevo al mensaje que yo predico. Y no me interesa saber si en verdad eran líderes o no, pues Dios no se fija en las apariencias.

7 - Más bien, ellos comprendieron que a Pedro se le había encargado anunciar la buena noticia a los judíos, y que a mí se me había encargado anunciarla a todos los que no lo son.

8 - Fue Dios mismo quien envió a Pedro como apóstol para los judíos, y a mí como apóstol para aquellos que no lo son.

9 - Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados los líderes más importantes de la iglesia, se dieron cuenta de ese privilegio que Dios me había dado. Entonces quedamos de acuerdo en que Bernabé y yo anunciaríamos la buena noticia a los que no son judíos, y que ellos la anunciarían a quienes sí lo son. Y para mostrarnos que estaban de acuerdo, nos dieron la mano.

10 - La única condición que nos pusieron fue que no dejáramos de ayudar a los pobres de la iglesia en Jerusalén. Y eso es precisamente lo que he estado procurando hacer.

11 - Cuando Pedro vino a la ciudad de Antioquía, me enfrenté a él y le dije que no estaba bien lo que hacía.

12 - Pues antes de que llegaran los judíos que Santiago envió, Pedro comía con los cristianos que no son judíos; pero, en cuanto llegaron los judíos, dejó de hacerlo, porque les tenía miedo.

13 - Pedro y los judíos disimularon muy bien sus verdaderos sentimientos, y hasta el mismo Bernabé les creyó.

14 - ¡Esa conducta iba en contra del verdadero mensaje de la buena noticia! Por eso, hablé con Pedro delante de todos los miembros de la iglesia de Antioquía, y le dije: «Tú, que eres judío, has estado viviendo como si no lo fueras. ¿Por qué, entonces, quieres obligar a los que no son judíos a vivir como si lo fueran?»

15 - Todos nosotros somos judíos desde que nacimos, y no somos pecadores como los que no son judíos.

16 - Sabemos muy bien que Dios sólo acepta a los que confían en Jesucristo, y que nadie se salva sólo por obedecer la ley. Nosotros mismos hemos confiado en Jesucristo, para que Dios nos acepte por confiar en él. Porque Dios no aceptará a nadie sólo por obedecer la ley.

17 - Nosotros queremos que Dios nos acepte por medio de Cristo. Pero si al hacer esto descubrimos que también nosotros somos pecadores como la gente de otros países, ¿vamos a pensar por eso que Cristo nos hizo pecar? ¡Claro que no!

18 - Si yo digo que la ley no sirve, pero luego vuelvo a obedecerla, demuestro que estoy totalmente equivocado.

19 - Para la ley estoy muerto, y lo estoy por causa de la ley misma. Sin embargo, ¡ahora vivo para Dios!

20 - En realidad, también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme.

21 - No rechazo el amor de Dios. Porque si él nos aceptara sólo porque obedecemos la ley, entonces de nada serviría que Cristo haya muerto.