Marcos 10:47 - La Biblia Latinoamericana

Libro de Marcos
Capitulos:

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1 - Jesús dejó aquel lugar y se fue a los límites de Judea, al otro lado del Jordán. Otra vez las muchedumbres se congregaron a su alrededor, y de nuevo se puso a enseñarles, como hacía siempre.

2 - En eso llegaron unos (fariseos que querían ponerle a prueba,) y le preguntaron: "¿Puede un marido despedir a su esposa?"

3 - Les respondió: "¿Qué les ha ordenado Moisés?"

4 - Contestaron: "Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse."

5 - Jesús les dijo: "Moisés, al escribir esta ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes.

6 - Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer;

7 - por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa,

8 - y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo.

9 - Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe."

10 - Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo,

11 - y él les dijo: "El que se separa de su esposa y se casa con otra mujer, comete adulterio contra su esposa;

12 - y si la esposa abandona a su marido para casarse con otro hombre, también ésta comete adulterio."

13 - Algunas personas le presentaban los niños para que los tocara, pero los discípulos les reprendían.

14 - Jesús, al ver esto, se indignó y les dijo: "Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.

15 - En verdad les digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él."

16 - Jesús tomaba a los niños en brazos e, imponiéndoles las manos, los bendecía.

17 - Jesús estaba a punto de partir, cuando un hombre corrió a su encuentro, se arrodilló delante de él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?"

18 - Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios.

19 - Ya conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre."

20 - El hombre le contestó: "Maestro, todo eso lo he practicado desde muy joven."

21 - Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: "Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme."

22 - Al oír esto se desanimó totalmente, pues era un hombre muy rico, y se fue triste.

23 - Entonces Jesús paseó su mirada sobre sus discípulos y les dijo: "¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!"

24 - Los discípulos se sorprendieron al oír estas palabras, pero Jesús insistió: "Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios!

25 - Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios."

26 - Ellos se asombraron todavía más y comentaban: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?"

27 - Jesús los miró fijamente y les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Dios todo es posible."

28 - Entonces Pedro le dijo: "Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte."

29 - Y Jesús contestó: "En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa.

30 - Pues, aun con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en casas, hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna.

31 - Entonces muchos que ahora son primeros serán últimos, y los que son ahora últimos serán primeros."

32 - Continuaron el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos. Los discípulos estaban desconcertados, y los demás que lo seguían tenían miedo. Otra vez Jesús reunió a los Doce para decirles lo que le iba a pasar:

33 - Estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros,

34 - que se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero tres días después resucitará."

35 - Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir."

36 - El les dijo: "¿Qué quieren de mí?"

37 - Respondieron: "Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando estés en tu gloria."

38 - Jesús les dijo: "Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo estoy bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado?"

39 - Ellos contestaron: "Sí, podemos." Jesús les dijo: "Pues bien, la copa que voy a beber yo, la beberán también ustedes, y serán bautizados con el mismo bautismo que voy a recibir yo;

40 - pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí el concederlo; eso ha sido preparado para otros."

41 - Cuando los otros diez oyeron esto, se enojaron con Santiago y Juan.

42 - Jesús los llamó y les dijo: "Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad.

43 - Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos,

44 - y el que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos.

45 - Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre."

46 - Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un limosnero ciego se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo).

47 - Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!"

48 - Muchas personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con más fuerza: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!"

49 - Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo." Llamaron, pues, al ciego diciéndole: "Vamos, levántate, que te está llamando."

50 - Y él, arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús.

51 - Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego respondió: "Maestro, que vea."

52 - Entonces Jesús le dijo: "Puedes irte, tu fe te ha salvado." Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino.