Lamentaciones 2:4 - La Biblia Reina Valera 1862

Libro de Lamentaciones
Capitulos:

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1 - ¡CÓMO oscureció el Señor en su furor a la hija de Sión! derribó del cielo a la tierra la hermosura de Israel, y no se acordó del estrado de sus piés en el día de su furor.

2 - Destruyó el Señor, y no perdonó: destruyó en su furor todas las tiendas de Jacob: echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá, contaminó el reino, y sus príncipes.

3 - Cortó con la ira de su furor todo el cuerno de Israel: hizo volver atrás su diestra delante del enemigo; y encendióse en Jacob como llama de fuego, ardió en derredor.

4 - Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, y mató toda cosa hermosa a la vista en la tienda de la hija de Sión: derramó como fuego su enojo.

5 - Fué el Señor como enemigo: destruyó a Israel, destruyó todos sus palacios: disipó sus fortalezas, y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y lamentación.

6 - Y traspasó como de huerto su cabaña, destruyó su congregación: hizo olvidar Jehová en Sión solemnidades y sábados; y desechó en la ira de su furor rey y sacerdote.

7 - Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario: entregó en la mano del enemigo los muros de sus palacios: dieron grita en la casa de Jehová como en día de fiesta.

8 - Jehová determinó de destruir el muro de la hija de Sión, extendio el cordel: no retrajo su mano de destruir: enlutóse el antemuro y el muro, fueron destruidos juntamente.

9 - Sus puertas fueron echadas por tierra: destruyó y quebrantó sus cerrojos: su rey, y sus príncipes son llevados entre las gentes: no hay ley: sus profetas tampoco hallaron visión de Jehová.

10 - Asentáronse en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sión: echaron polvo sobre sus cabezas, ciñéronse de sacos: las hijas de Jerusalem abajaron sus cabezas a tierra.

11 - Mis ojos se cegaron de lágrimas, rugieron mis entrañas, mi hígado se derramó por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, desfalleciendo el niño, y el que mamaba en las plazas de la ciudad.

12 - Decían a sus madres: ¿Dónde está el trigo, y el vino? desfalleciendo como muertos en las calles de la ciudad, derramando sus almas en el regazo de sus madres.

13 - ¿Qué testigo te traeré, o a quién te haré semejante, o! hija de Jerusalem? ¿A quién te compararé para consolarte, o! vírgen hija de Sión? porque grande es tu quebrantamiento como la mar: ¿quién te medicinará?

14 - Tus profetas te predicaron vanidad e insensatez, y no descubrieron tu pecado para estorbar tu cautiverio: predicáronte profecías vanas, y digresiones.

15 - Todos los que pasaban por el camino, batieron las manos sobre tí: silbaron, y movieron sus cabezas sobre la hija de Jerusalem: ¿Es esta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?

16 - Todos tus enemigos abrieron sobre tí su boca, y silbaron, y batieron los dientes, y dijeron: Traguemos: que cierto este es el día que esperábamos: hallámoslo, vímoslo.

17 - Jehová hizo lo que determinó: cumplió su palabra que él había mandado desde tiempo antiguo: destruyó, y no perdonó, y alegró sobre tí al enemigo; y enalteció el cuerno de tus adversarios.

18 - El corazón de ellos daba voces al Señor: O! muro de la hija de Sión, echa lágrimas como un arroyo día y noche: no descanses; ni cesen las niñas de tus ojos.

19 - Levántate, da voces en la noche, en el principio de las velas: derrama como agua tu corazón delante de la presencia del Señor: alza tus manos a él por la vida de tus pequeñitos que desfallecen de hambre en los principios de todas las calles.

20 - Mira, o! Jehová, y considera a quien has vendimiado así. ¿Comen las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crias? ¿Mátase en el santuario del Señor el sacerdote, y el profeta?

21 - Niños y viejos yacían por tierra por las calles: mis vírgenes y mis mancebos cayeron a cuchillo: mataste en el día de tu furor, degollaste, no perdonaste.

22 - Llamaste, como a día de solemnidad, mis temores de al derredor: ni hubo en el día del furor de Jehová quien escapase, ni quedase vivo: los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó.