Hechos 4:36-37 - La Biblia Reina Valera 1862

Libro de Hechos
Capitulos:

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1 - Y HABLANDO ellos al pueblo, sobrevinieron los sacerdotes, y el magistrado del templo, y los Saduceos,

2 - Pesándoles de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en el nombre de Jesús la resurrección de los muertos.

3 - Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente; porque era ya tarde.

4 - Mas muchos de los que habían oido la palabra creyeron; y fué hecho el número de los hombres, como cinco mil.

5 - Y aconteció el día siguiente, que los príncipes de ellos se juntaron, y los ancianos, y los escribas, en Jerusalem,

6 - Y Annás, sumo sacerdote, y Caifás, y Juan, y Alejandro, y todos los que eran de la parentela del sumo sacerdote.

7 - Y haciéndolos presentar en medio, les preguntaron: ¿Con qué poder, o en qué nombre habéis hecho vosotros esto?

8 - Entónces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Príncipes del pueblo, y ancianos de Israel:

9 - Pues que somos hoy demandados acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, es a saber, de qué manera éste haya sido sanado;

10 - Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesu Cristo, el Nazareno, el que vosotros crucificasteis, el que Dios resucitó de los muertos, aun por él éste está en vuestra presencia sano.

11 - Este es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza de la esquina.

12 - Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que nos sea necesario ser salvos.

13 - Entónces viendo la constancia de Pedro y de Juan, sabido que eran hombres sin letras e idiotas, se maravillaban; y los conocían que habían estado con Jesús.

14 - Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba con ellos, no podían decir nada en contra.

15 - Mas mandándoles que se saliesen fuera del concilio, conferían entre sí,

16 - Diciendo: ¿Qué hemos de hacer con estos hombres? porque cierto un milagro manifiesto ha sido hecho por ellos, notorio a todos los que moran en Jerusalem, y no lo podemos negar.

17 - Todavía, porque no se divulgue más por el pueblo, amenacémosles que no hablen de aquí adelante a hombre alguno en este nombre.

18 - Y llamándolos les mandaron que en ninguna manera hablasen, ni enseñasen en el nombre de Jesús.

19 - Entónces Pedro y Juan respondiendo, les dijeron: Juzgád, si es justo delante de Dios obedecer ántes a vosotros que a Dios.

20 - Porque no podemos dejar de hablar lo que hemos visto y oido.

21 - Ellos entónces no hallando en qué castigarlos, los enviaron amenazándoles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios de lo que había sido hecho.

22 - Porque el hombre en quien había sido hecho este milagro de sanidad, era de más de cuarenta años.

23 - Y sueltos ellos, vinieron a los suyos, y contaron lo que los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos les habían dicho.

24 - Los cuales habiéndolo oido, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres Dios, que hiciste el cielo y la tierra, la mar, y todas las cosas que en ellos están:

25 - Que por la boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué han bramado los paganos, y los pueblos han pensado cosas vanas?

26 - Se levantaron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron a una contra el Señor, y contra su Cristo.

27 - Porque verdaderamente se juntaron contra tu Santo Hijo Jesús, al cual ungiste, Heródes, y Poncio Pilato, con los Gentiles, y el pueblo de Israel,

28 - Para hacer lo que tu mano y tu consejo ántes habían determinado que había de ser hecho.

29 - Y ahora, Señor, pon los ojos en sus amenazas, y da a tus siervos que con toda confianza hablen tu palabra.

30 - Extendiendo tu mano para que sanidades, y milagros, y prodigios sean hechos por el nombre de tu Santo Hijo Jesús.

31 - Y como hubieron orado, el lugar en que estaban congregados se conmovió; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron animosamente la palabra de Dios.

32 - Y de la multitud de los que habían creido era un corazón y una alma; y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseían, mas todas las cosas les eran comunes.

33 - Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con grande poder; y gran gracia estaba sobre todos ellos.

34 - Ni había entre ellos ningún necesitado; porque los que poseían heredades o casas, vendiéndolas, traían el precio de lo vendido,

35 - Y lo depositaban a los piés de los apóstoles, y era repartido a cada uno como tenía la necesidad.

36 - Entónces Joses, que fué llamado de los apóstoles por sobrenombre Barnabás, que es, interpretado, hijo de consolación, Levita, y natural de Chipre,

37 - Como tuviese una heredad, la vendió, y trajo el precio, y lo depositó a los piés de los apóstoles.