Hechos 20:9-12 - La Biblia Reina Valera 1862

Libro de Hechos
Capitulos:

12345678910111213141516171819202122232425262728

1 - Y DESPUÉS que cesó el albo- roto, llamando Pablo a los discípulos, habiéndolos abrazado, se partió para ir a Macedonia.

2 - Y cuando hubo andado por aquellas partes, y les hubo exhortado con abundancia de palabra, vino a Grecia.

3 - Y habiendo estado tres meses allí, y estando para navegar a Siria, fuéronle puestas asechanzas por los Judíos; y tomó consejo de volverse por Macedonia.

4 - Y le acompañaron hasta Asia Sopater de Berea; y de los Tesalonicenses, Aristarco y Segundo; y Gayo de Derbe; y Timoteo; y de Asia, Tiquico y Trófimo.

5 - Estos yendo delante, nos esperaron en Troas.

6 - Y nosotros, pasados los dias de los panes sin levadura, navegámos desde Filipos, y vinimos a ellos a Troas en cinco dias, donde estuvimos siete dias.

7 - Y el primer día de la semana, juntados los discípulos para romper el pan, Pablo les predicaba, habiendo de partir al día siguiente; y alargó su sermón hasta la media noche.

8 - Y había muchas lámparas en el cenadero donde estaban congregados.

9 - Y un mancebo llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, tomado de un sueño profundo, como Pablo razonaba luengamente, derribado del sueño, cayó desde el tercer piso abajo; y fué alzado muerto.

10 - Mas descendiendo Pablo, derribóse sobre él, y abrazándole, dijo: No os alborotéis, que su vida está en él.

11 - Y subiendo, y rompiendo el pan, y comiendo, habló largamente hasta el alba, y así se partió.

12 - Y trajeron al mancebo vivo, y fueron consolados no poco.

13 - Y nosotros subiendo en la nave navegámos a Asos, para recibir de allí a Pablo; porque así lo había determinado, queriendo él mismo ir a pié.

14 - Y como se juntó con nosotros en Asos, tomándole vinimos a Mitilene.

15 - Y navegando de allí, al día siguiente vinimos delante de Chio, y al otro día tomámos puerto en Samo; y habiendo reposado en Trogilio, el día siguiente vinimos a Mileto.

16 - Porque Pablo había propuesto de pasar adelante de Efeso, por no detenerse en Asia; porque se apresuraba por estar el día de Pentecóstes, si le fuese posible, en Jerusalem.

17 - Y enviando desde Mileto a Efeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia.

18 - Los cuales como vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis desde el primer día que entré en Asia, como he sido con vosotros por todo el tiempo,

19 - Sirviendo al Señor con toda humildad de ánimo, y con muchas lágrimas y tentaciones que me han venido por las asechanzas de los Judíos.

20 - Como nada que os fuese útil, me he retraido de anunciaros, enseñando públicamente, y de casa en casa,

21 - Testificando a los Judíos, y también a los Griegos el arrepentimiento hacia Dios, y la fé hacia nuestro Señor Jesu Cristo.

22 - Y ahora he aquí, que yo, constreñido del Espíritu, voy a Jerusalem sin saber lo que allá me ha de acontecer:

23 - Solo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo: Que prisiones y tribulaciones me esperan.

24 - Mas de ninguna de estas cosas hago caso, ni tengo mi vida por cosa preciosa a mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

25 - Y ahora he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros por entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro.

26 - Por tanto yo os protesto el día de hoy, que yo estoy limpio de la sangre de todos.

27 - Porque no me he retraido de anunciaros todo el consejo de Dios.

28 - Por tanto mirád por vosotros, y por todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto por sobreveedores, para apacentar la iglesia de Dios, la cual él ganó con su propia sangre.

29 - Porque yo sé, que después de mi partida entrarán entre vosotros graves lobos, que no perdonarán al rebaño;

30 - Y que de entre vosotros mismos se levantarán también hombres, que hablen cosas perversas, para llevar discípulos en pos de sí.

31 - Por tanto velád, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno de vosotros.

32 - Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para edificaros, y daros herencia con todos los que son santificados.

33 - La plata, o el oro, o el vestido de nadie he codiciado.

34 - Ántes vosotros sabéis, que para lo que me ha sido necesario, y a los que estaban conmigo, estas manos me han servido.

35 - En todo os he enseñado, que trabajando así, debéis sobrellevar a los enfermos, y acordaros del dicho del Señor Jesús, el cual dijo: Más bienaventurado es dar, que recibir.

36 - Y como hubo dicho estas cosas, puesto de rodillas oró con todos ellos.

37 - Entónces hubo un gran llanto de todos; y derribándose sobre el cuello de Pablo, le besaban,

38 - Dolíendose sobre todo por la palabra que dijo, que no habían de ver más su rostro. Y le acompañaron hasta la nave.