Daniel 3:22 - La Biblia Reina Valera 1862

Libro de Daniel
Capitulos:

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1 - EL rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, la altura de la cual era de sesenta codos, su anchura de seis codos: levantóla en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.

2 - Y envió el rey Nabucodonosor a juntar los grandes, los asistentes y capitanes: oidores, receptores, los del consejo, presidentes, y a todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua, que el rey Nabucodonosor había levantado.

3 - Y fueron congregados los grandes, los asistentes, y capitanes, los oidores, receptores, los del consejo, los presidentes, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pié delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor.

4 - Y el pregonero pregonaba a alta voz: Mándase a vosotros, pueblos, naciones, y lenguajes:

5 - En oyendo el son de la bocina, del pífano, del atambor, de la arpa, del salterio, de la sinfonía, y de todo instrumento músico, os postraréis, y adoraréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado.

6 - Y cualquiera que no se prostrare, y la adorare, en la misma hora será echado dentro del horno de fuego ardiendo.

7 - Por lo cual en oyendo todos los pueblos el son de la bocina, del pífano, del atambor, de la arpa, del salterio, de la sinfonía, y de todo instrumento músico, todos los pueblos, naciones, y lenguajes se postraron, y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

8 - Por esto en el mismo tiempo algunos varones Caldeos se llegaron, y denunciaron de los Judíos:

9 - Hablando, y diciendo al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive.

10 - Tú, o! rey, pusiste ley, que todo hombre en oyendo el son de la bocina, del pífano, del atambor, de la arpa, del salterio, de la sinfonía, y de todo instrumento músico, se postrase y adorase la estatua de oro:

11 - Y el que no se postrase, y la adorase, fuese echado dentro del horno de fuego ardiendo.

12 - Hay unos varones Judíos, los cuales tú pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia, Sidrac, Misac, y Abdenago: estos varones, o! rey, no han hecho cuenta de tí: no adoran tus dioses, no adoran la estatua de oro, que tú levantaste.

13 - Entónces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo, que trajesen a Sidrac, Misac, y Abdenago: luego estos varones fueron traidos delante del rey.

14 - Habló Nabucodonosor, y díjoles: ¿Es verdad, Sidrac, Misac, y Abdenago, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que yo levanté?

15 - Ahora pues, ¿estáis prestos para que en oyendo el son de la bocina, del pífano, del atambor, de la arpa, del salterio, de la sinfonía, y de todo instrumento músico, os postréis, y adoréis la estatua que yo hice? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio del horno de fuego ardiendo: ¿Y qué dios será aquel que os libre de mis manos?

16 - Sidrac, Misac, y Abdenago respondieron, y dijeron al rey Nabucodonosor: No curamos de responderte sobre este negocio.

17 - He aquí nuestro Dios, a quien honramos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, o! rey, nos librará.

18 - Y si no: sepas, o! rey, que tu dios no adorarémos, y la estatua que tú levantaste no honrarémos.

19 - Entónces Nabucodonosor fué lleno de ira, y la figura de su rostro se demudó sobre Sidrac, Misac, y Abdenago: habló, y mandó que el horno se encendiese siete veces tanto de lo que cada vez solía.

20 - Y mandó a hombres valientes en fuerza que estaban en su ejército, que atasen a Sidrac, Misac, y Abdenago, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.

21 - Entónces estos varones fueron atados con sus mantos, y sus calzas, y sus turbantes, y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.

22 - Porque la palabra del rey daba priesa, y había procurado que se encendiese mucho. La llama del fuego mató a aquellos hombres que habían alzado a Sidrac, Misac, y Abdenago.

23 - Y estos tres varones Sidrac, Misac, y Abdenago cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

24 - Entónces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apriesa, y habló, y dijo a los de su consejo: ¿No echamos tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron, y dijeron al rey: Es verdad, o! rey.

25 - Respondió, y dijo: He aquí que yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego; y ningún daño hay en ellos; y el parecer del cuarto es semejante a hijo de Dios.

26 - Entónces allegóse Nabucodonosor a la puerta del horno de fuego ardiendo, y habló, y dijo: Sidrac, Misac, y Abdenago, siervos del Alto Dios, salíd, y veníd. Entónces Sidrac, Misac, y Abdenago salieron de en medio del fuego.

27 - Y juntáronse los grandes, los gobernadores, y los capitanes, y los del consejo del rey para mirar estos varones, como el fuego no se enseñoreó de sus cuerpos: ni cabello de sus cabezas fué quemado, ni sus ropas se mudaron, ni olor de fuego pasó por ellos.

28 - Nabucodonosor habló, y dijo: Bendito el Dios de ellos, de Sidrac, Misac, y Abdenago, que envió su ángel, y libró sus siervos que esperaron en él, y el mandamiento del rey mudaron, y entregaron sus cuerpos ántes que sirviesen ni adorasen otro dios que su Dios.

29 - Por mí pues se pone decreto, que todo pueblo, nación, o lenguaje que dijere blasfemia contra el Dios de Sidrac, Misac, y Abdenago, sea descuartizado, y su casa sea puesta por muladar; por cuanto no hay Dios que pueda librar como este.

30 - Entónces el rey ennobleció a Sidrac, Misac, y Abdenago en la provincia de Babilonia.