Daniel 3:25 - Nueva Versión Internacional (1999)

Libro de Daniel
Capitulos:

123456789101112

1 - par{qcfs28 El horno en llamaspar} El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de veintisiete metros de alto por dos metros y medio{cf2super [c]} de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia.

2 - Luego les ordenó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias, que asistieran a la dedicación de la estatua que había mandado erigir.

3 - Para celebrar tal dedicación, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias se reunieron ante la estatua.

4 - Entonces los heraldos proclamaron a voz en cuello: A ustedes, pueblos, naciones y gente de toda lengua, se les ordena lo siguiente:

5 - Tan pronto como escuchen la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales, deberán inclinarse y adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha mandado erigir.

6 - Todo el que no se incline ante ella ni la adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas.

7 - Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la música de todos esos instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y gente de toda lengua, se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir.

8 - Pero algunos astrólogos se presentaron ante el rey y acusaron a los judíos:

9 - emdash¡Que viva Su Majestad por siempre! emdash exclamaronemdash .

10 - Usted ha emitido un decreto ordenando que todo el que oiga la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales, se incline ante la estatua de oro y la adore.

11 - También ha ordenado que todo el que no se incline ante la estatua ni la adore será arrojado a un horno en llamas.

12 - Pero hay algunos judíos, a quienes Su Majestad ha puesto al frente de la provincia de Babilonia, que no acatan sus órdenes. No adoran a los dioses de Su Majestad ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego.

13 - Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar. Cuando los jóvenes se presentaron ante el rey,

14 - Nabucodonosor les dijo: emdash Ustedes tres, ¿es verdad que no honran a mis dioses ni adoran a la estatua de oro que he mandado erigir?

15 - Ahora que escuchen la música de los instrumentos musicales, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer, y que la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas, ¡y no habrá dios capaz de librarlos de mis manos!

16 - Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron a Nabucodonosor: emdash¡No hace falta que nos defendamos ante Su Majestad!

17 - Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad.

18 - Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua.

19 - Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego, Nabucodonosor se puso muy furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal,

20 - y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas.

21 - Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos.

22 - Tan inmediata fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego,

23 - los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas.

24 - En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros: emdash¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego? emdash Así es, Su Majestad emdash le respondieron.

25 - emdash¡Pues miren! emdash exclamóemdash . Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios!{cf2super [d]}

26 - Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó: emdash Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí, y vengan acá! Cuando los tres jóvenes salieron del horno,

27 - los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo!

28 - Entonces exclamó Nabucodonosor: ¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo.

29 - Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera que hable en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!

30 - Después de eso el rey promovió a Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en la provincia de Babilonia.