Santiago 3:4 - Nueva Reina Valera 1990 (Adventista)

Libro de Santiago
Capitulos:

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1 - Hermanos míos, no os hagáis maestros, muchos de vosotros, pues recibiremos un juicio más severo.

2 - Porque todos ofendemos en muchas cosas. Si alguno no ofende en palabras, es varón perfecto, capaz de refrenar todo su cuerpo.

3 - Ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y así dirigimos todo su cuerpo.

4 - Mirad también las naves. Aunque tan grandes y llevadas de impetuosos vientos, son dirigidas con un timón muy pequeño, a voluntad del piloto.

5 - Así también, la lengua es un miembro pequeño, que se jacta de grandes cosas. Un pequeño fuego, ¡cuán grande bosque enciende!*

6 - La lengua es un fuego, un mundo de maldad. Se halla entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, inflama el curso de la naturaleza, y es inflamada por el infierno.*

7 - Toda clase de bestias, aves, serpientes y seres marinos, pueden ser domados y han sido domados por el hombre.

8 - Pero ningún hombre puede domar la lengua, un mal irrefrenable, llena de veneno mortal.*

9 - Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios.

10 - De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

11 - Acaso, ¿echa alguna fuente por una misma abertura, agua dulce y amarga?

12 - Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce.

13 - ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muéstrelo con su buena conducta, por sus obras hechas con sabia mansedumbre.

14 - Pero si abrigáis envidia amarga y rivalidad en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad.

15 - Esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica.

16 - Porque donde hay envidia y rivalidad, hay perturbación y toda obra perversa.

17 - Pero la sabiduría que viene de lo alto, primero es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sin hipocresía.*

18 - Y el fruto de justicia se siembra en paz, para los que procuran la paz.