Romanos 7:5 - Nueva Reina Valera 1990 (Adventista)

Libro de Romanos
Capitulos:

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1 - Acaso, ¿no sabéis, hermanos —pues hablo con los que conocen la Ley—, que la Ley rige al hombre entre tanto que vive?

2 - Una mujer casada está sujeta por ley a su esposo, mientras él vive. Pero si el esposo muere, ella queda libre de la ley del esposo.

3 - Así, si en vida del esposo, se uniera a otro hombre, se llamaría adúltera. Pero si su esposo muere, queda libre de la ley, de tal manera que no será adúltera si se casa con otro.*

4 - Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la Ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

5 - Porque cuando estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas, condenadas por la Ley, obraban en nuestros miembros, y llevaban fruto de muerte.

6 - En cambio, ahora, al morir a lo que nos tenía cautivos, quedamos libres de la Ley, para servir a Dios, en la novedad del Espíritu y no en la vejez de la letra.

7 - ¿Qué diremos, pues? ¿Es la Ley pecado? ¡De ninguna manera! Al contrario, yo no hubiera conocido el pecado sino por medio de la Ley. Porque tampoco hubiera conocido la concupiscencia, si la Ley no dijera: "No codiciarás".

8 - Pero el pecado, tomando ocasión por el Mandamiento, produjo en mí todo deseo codicioso. Porque sin la Ley, el pecado está muerto.*

9 - Así, en otro tiempo, yo vivía sin la Ley, pero cuando vino el Mandamiento, el pecado revivió, y yo morí.

10 - Y hallé que el mismo Mandamiento destinado a dar vida, me trajo muerte.

11 - Porque tomando ocasión por el Mandamiento, el pecado me engañó, y por él me mató.

12 - Así, la Ley es santa, y el Mandamiento santo, justo y bueno.

13 - Luego, lo que es bueno, ¿vino a ser muerte para mí? ¡De ninguna manera! Sino que el pecado, para que fuera reconocido como pecado, por medio de lo que es bueno, me causó la muerte, para que por el Mandamiento se viera la malignidad del pecado.

14 - Porque sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy de carne, vendido al poder del pecado.

15 - Realmente, no entiendo lo que me pasa; porque no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco.*

16 - Y al hacer lo que no quiero, apruebo que la Ley es buena.

17 - De manera que ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí.

18 - Sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien. Porque tengo el querer, pero no alcanzo a efectuar lo bueno.

19 - Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.

20 - Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.

21 - Así, encuentro esta ley: Aunque quiero hacer el bien, el mal está en mí.

22 - Porque en mi interior, me deleito en la Ley de Dios;*

23 - pero veo en mis miembros otra ley, que lucha contra la ley de mi mente, y me somete a la ley del pecado que está en mis miembros.*

24 - ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?

25 - ¡Gracias doy a Dios, por nuestro Señor Jesucristo! Así, dejado a mí mismo, con la mente sirvo a la Ley de Dios, pero con la carne a la ley de pecado.*