Diccionario Biblico: Templo


Significado de Templo

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Traducción del: 1. Heb. y aram. hêkal (un término derivado del sum.-ac.
ekallu, derivado a su vez del sum. E-GAL, "palacio", "templo" o, literalmente,
"casa grande"), que se aplicó también al tabernáculo en Silo (1 S. 1:9; 3:3) y
a la morada de Dios en el cielo (2 S. 22:7). 2. Heb. bayith, "casa", "templo",
aplicada al templo de Dios (2 Cr. 35:20) y también a algún templo pagano (1 Cr.
10:10). En muchos pasajes donde bayith ha sido traducida por "casa" se refiere
a un templo, ya sea de una divinidad pagana (Jue. 9:46; 2 R. 10:21; etc..) o al
templo de Dios en Jerusalén (1 R. 6:2-10; etc.). Se consideraba que el templo
era fundamentalmente la morada de la divinidad, y sólo en segunda instancia un
lugar de culto. 3. Gr. hierón (Mt. 4:5; 12:5, 6; etc.). 4. Gr. naós (Mt.
23:16; etc.). En términos estrictos, hierón se aplica a todo el templo, con
sus edificios auxiliares y sus atrios o patios; mientras que naós designa el
santuario sagrado del edificio del templo, que estaba formado por el "lugar
santo" y el "lugar santísimo".

Todas las naciones de la antigüedad construyeron templos para sus dioses.
Algunos de ellos eran estructuras complicadas, que abarcaban muchas hectáreas,
y estaban constituidas por magníficos edificios y patios. Una de las ruinas
mayores y mejor preservadas es la 1137del gran templo de Amón* en Tebas, en el
Alto Egipto (figs 179, 180; en cuanto a los restos de otros templos, véanse las
figs 37, 52, 53, 59, 61, 119, 136, 178, 192, 235, 295, 428, 524). En Palestina
no han subsistido sobre la superficie ruinas de templos de la época prerromana,
pero algunos de épocas anteriores se han podido desenterrar. Ponen de
manifiesto que la mayoría de los templos anteriores a la invasión israelita
estaban constituidos por 3 habitaciones principales: A. Una antesala por donde
tenía que pasar el adorador o el sacerdote antes de entrar. B. El santuario
donde se presentaban los sacrificios, se oraba o llevaban a cabo otros deberes
religiosos. C. Y más adentro, generalmente en un sitio más elevado, el lugar
santísimo con un pedestal sobre el cual estaba la imagen del dios. El templo a
Dagón, en Asdod, adonde los filisteos llevaron el arca de Dios (1 S. 5:2-4),
probablemente tenía una estructura semejante a las que se han desenterrado en
Bet-seán (para los planos véase la fig 490). El templo del dios Berit en
Siquem (Jue 9:46), que ha sido excavado, era similar en diseño al que acabamos
de describir, y el templo de Baal, en Samaria (2 R. 10:21), no debe de haber
sido diferente de los que se han podido excavar en diversos lugares de
Palestina y Siria.

Aunque el AT dice muy poco acerca de los templos paganos de Canaán, nos da una
descripción detallada del templo de Salomón y del templo ideal de la visión de
Ezequiel, y también alguna información en cuanto al de Zorobabel. El de
Herodes, escenario del ministerio de Cristo, aparece descripto en forma
detallada en los escritos de Josefo y en la Mishná.

490. Maquetas modelos de los fundamentos de 2 templos de bet-seán construidos
en los ss XIII y XII a.C.

I. Templo de Salomón.

Originalmente, David había hecho planes para construir el templo de Jerusalén
(2 S. 7:1-3), pero cuando no se le permitió edificarlo (vs 5, 6), acumuló
durante el resto de su vida una enorme cantidad de materiales de construcción y
metales preciosos (1 Cr. 22:2, 16) que, junto con una planificación detallada
(28:11, 12), entregó a su hijo Salomón, encargándole llevar adelante el
proyecto. David ya había comprado el lugar donde se construiría el templo: la
era de Ornán (1 Cr. 21:25 -22:1; fue el lugar antes llamado "monte Moriah",* la
escena de la ofrenda de Isaac por parte de Abrahán).

Aunque el AT nos da una detallada descripción del edificio y de su mobiliario,
algunos de sus términos son oscuros y, por consiguiente, es incorrecto mucho de
lo que se ha intentado reconstruir, basado en conjeturas anteriores a las
evidencias arqueológicas con respecto a los métodos de edificación, las
técnicas practicadas y los detalles arquitectónicos de los días de Salomón. Se
sabe mucho más ahora, es cierto, pero sigue habiendo incertidumbre con respecto
a algunos detalles, como lo demostrará la explicación que sigue.

La colina nororiental de Jerusalén, sobre la cual Salomón construyó el templo y
muy probablemente las estructuras del palacio real, era de forma irregular, y
sin duda invirtió una gran cantidad de tiempo, dinero y esfuerzo para lograr
primeramente una plataforma lo suficientemente plana y amplia como para
levantar sobre ella varios edificios (fig 278). Esto explica el largo tiempo
que se necesitó -20 años (1 R. 9:10)- para construir el templo y los palacios.
Ejemplos de esas plataformas artificiales abundan en el Cercano Oriente; las
más famosas son las de Persépolis y Pasargada en Persia, y la del gran templo
del Sol en Baalbek, en el Líbano. En efecto, la actual plataforma del área del
templo en Jerusalén, que hoy es un sagrado recinto musulmán (fig 279), da una
buena idea de cómo habrá sido la construida por el rey Salomón, aunque la
estructura actual está formada por materiales de construcción de los tiempos de
Herodes y aún posteriores. Actualmente, algunas de las bóvedas subterráneas de
la plataforma de Jerusalén se usan como cisternas, y 1138

491. El templo de Salomón (de acuerdo con L.-Hugues Vincent y A.-M. Steve).
Arriba: Plano horizontal del edificio del templo. Centro izquierda: Sección
este-oeste. Centro derecha: Sección transversal a través del santuario. Abajo:
Elevaciones de frente y de costado.

1139 es muy probable que la de Salomón contuviera depósitos similares para
acumular agua de lluvia, porque en esa ciudad el agua siempre fue escasa.

492. Roca sobre la cual se cree fue erigido el altar del sacrificio del templo
construido por Salomón, en Jerusalén.

En 7 años se construyó el templo y sus edificios auxiliares (1 R. 6:37, 38).
Además de la estructura del santuario, el recinto (fig 491) abarcaba 2 patios o
atrios (2 R. 23:12): A. Un "gran atrio" (2 Cr. 4:9) al cual todos podían
acceder. B. "El atrio interior" (1 R. 6:36), llamado también "el atrio de los
sacerdotes" (2 Cr. 4:9) o "el atrio de arriba" (Jer. 36:10), que era
mayormente el dominio de los sacerdotes y levitas. Nada se sabe de sus tamaños
y formas. La Biblia menciona una cantidad de puertas que aparentemente daban
acceso al área del templo, pero no especifica cuál de ellas conducía al atrio
exterior y cuál de éste al interior; ni indica tampoco cuáles eran exactamente
sus ubicaciones respectivas. Las puertas que se mencionan por nombre son: 1.
"La puerta del rey" (1 Cr. 9:18), al este. 2. "La puerta nueva" (Jer. 26:10;
36:10), ubicada posiblemente al sur. 3. "La puerta superior de Benjamín"
(20:2), quizás al norte. 4. "La puerta más alta", construida por Jotam (2 R.
15:35), tal vez ubicada en el muro del norte y quizá la misma llamada "la
puerta superior de Benjamín" (Jer. 20:2). 5. Otra "puerta mayor" (2 Cr. 23:20)
que conectaba al templo con el recinto del palacio, por lo que podría haber
estado en el costado sur. 6. "La puerta de Salequet" (1 Cr. 26:16), en el
oeste. Nada se sabe acerca del muro del atrio exterior; parece que a su vez
era el muro exterior de la ciudad, a lo menos en los costados que daban hacia
el norte y el este. El muro del atrio interior había sido construido con
materiales más livianos, y estaba formado por 3 hileras de piedras labradas
revestidas con madera de cedro (1 R. 6:36), un método de construcción inusual,
confirmado por ruinas heteas exhumadas en el norte de Siria y por estructuras
de Meguido construidas en los días de Salomón.

493. Maqueta de Howland-Garber del templo de Salomón.

El templo tenía 60 codos de largo, 20 de ancho y 30 de alto. Es muy probable
que estas medidas se hayan aplicado al interior del edificio. No se sabe si
los constructores emplearon el codo común o el codo real, que era más largo.
El edificio, que daba hacia el este, estaba formado por: A. Un vestíbulo o
entrada, de 20 codos de ancho por 10 de profundidad. 1140 B. El "lugar santo",
de 20 codos de ancho por 40 de largo. C. El "lugar santísimo", que medía 20
codos por lado (1 R. 6:20) -y por lo tanto era un cubo perfecto (1 R. 6:2, 3,
16, 17)-, lo que indicaría que el piso del santísimo estaba 10 codos más
elevado que el del lugar santo o su techo era 10 codos más bajo (fig 494).

494. Sitio aproximado del lugar santísimo (en primer plano) en el templo
construido en Jerusalén.

Los muros eran de piedras labradas en las mismas canteras (1 R. 6:7) y el cielo
raso estaba recubierto con tablas de cedro (v 9), lo mismo que aquéllos. El
piso era de madera de ciprés (v 15). Toda la parte interior estaba tallada con
figuras de querubines, palmas y flores, y revestida de oro (1 R. 6:28, 20-22,
29, 30, 32, 35; 2 Cr. 3:7). Debajo del techo había una serie de ventanas
anchas por dentro y estrechas por fuera (1 R.6:4), posiblemente provistas de
persianas para permitir la entrada de la luz solar.

La división entre los lugares santo y santísimo era de madera de cedro
revestida de oro, con una puerta de 2 hojas de madera de olivo revestida de oro
también, y decorada con querubines, palmas y flores (1 R. 6:31, 32). Una
cadena de oro colgaba frente a esa división, evidentemente para sostener una
cortina confeccionada de acuerdo con la que existía en el tabernáculo (1 R.
6:21; 2 Cr. 3:14). No se sabe si el lugar santísimo se encontraba en el mismo
nivel del lugar santo, o más elevado, al que se podía llegar por medio de una
escalera. Algunos eruditos creen que la altura menor dada para la estancia más
pequeña, 20 codos contra 30 del lugar santo, indica que su piso era 10 codos
más alto, con el techo en el mismo nivel para ambas estancias (fig 493), con lo
que el templo de Salomón habría seguido el mismo modelo de los templos
excavados en otros lugares, en los que con frecuencia el lugar que se
encontraba más adentro estaba en un nivel superior al de los otros recintos.
Otros eruditos, en cambio, creen que los pisos de todas las estancias del
templo estaban al mismo nivel, y que el techo del lugar santísimo tenía una
altura de sólo 20 codos, porque debió haber habido habitaciones construidas
entre su techo y el resto del techo del edificio. Creen encontrar apoyo para
su teoría en 1 Cr. 28:11 y 2 Cr. 3:9 (fig 491).

En los muros exteriores del santuario, en los costados que daban al norte, al
oeste y al sur, había 3 pisos constituidos por pequeñas habitaciones que
probablemente se usaban como oficinas administrativas y depósitos (1 R.
6:5-10). Muchos eruditos creen que en el frente del templo había 2 torres
monumentales, o una entrada formada por torres cuadradas. La teoría de las
torres monumentales encuentra algún asidero en 2 Cr. 3:4, que se refiere a la
altura del vestíbulo y nos dice que era de 120 codos. Si esta cifra es
correcta, sólo se puede tratar de altas torres. En el frente del templo se
levantaban 2 columnas de bronce, con capiteles ricamente decorados, cada una de
las cuales tenía 18 codos de alto (1 R. 7:15-22; 2 Cr. 3:15-17). Sus nombres,
Boaz* y Jaquín,* habrían sido las palabras iniciales de las inscripciones que
se encontraban en las columnas. La evidencia proporcionada por los arqueólogos
nos revela que esas columnas, separadas del resto de la estructura, eran una
1141 característica común de los templos fenicios.

En el lugar santísimo estaba el arca con su cubierta de oro (llamado
"propiciatorio"). Era el arca original hecha en el monte Sinaí bajo la
dirección de Moisés. La cubrían 2 grandes querubines revestidos de oro,
producidos por los artesanos de Salomón (1 R. 6:23-28). En el lugar santo,
aunque en realidad pertenecía al lugar santísimo, se encontraba el altar de oro
destinado al incienso (1 R. 6:20, 22; cf 7:48); 10 candeleros en lugar del
único que había en el tabernáculo (7:49); y "mesas" para los panes de la
proposición (1 Cr. 28:16; 2 Cr. 4:18, 19; 13:11). En el atrio interior estaba
el gran altar de bronce de los sacrificios (1 R. 8:64; 2 R. 16:14), 4 veces más
largo y más ancho que el del tabernáculo (2 Cr. 4:1; cf Ex. 27:1); también la
gran fuente de bronce que descansaba sobre los lomos de 12 bueyes del mismo
metal, y 10 fuentes transportables (1 R. 7:23-39). Véanse los nombres de estos
objetos.

Varias veces se hicieron reparaciones en el templo de Salomón (2 R. 12:5-14;
22:5-7), que en total duró unos 400 años. El ejército de Nabucodonosor lo
destruyó en el 586 a.C.: quebraron las columnas y la fuente, y se llevaron el
bronce a Babilonia junto con los vasos de metal (25:9-17).

Bib.: H. C. Thomson, PEQ 92 (1960):57-63.

II. Templo de Ezequiel.

El descripto en Ez. 40:1-43:27. El profeta lo vio en visión, y no resulta
claro si Zorobabel construyó su templo de acuerdo con sus planos y
especificaciones, o en qué medida lo hizo, o si sencillamente representaba el
plano de un templo que podría haberle servido a un pueblo restaurado y
obediente, y que nunca se construyó porque dicho pueblo no satisfizo las
expectativas ni los requerimientos del Señor. Véanse Profeta; Pueblo elegido.

Se ha reconocido desde hace mucho tiempo que, en sus aspectos esenciales, el
templo de Ezequiel se asemeja a la planta del templo de Salomón, y las
evidencias arqueológicas descubiertas recientemente indican que las puertas de
Ezequiel, descriptas con lujo de detalles, concuerdan casi exactamente con las
puertas construidas en Meguido, Hazor y Gezer por los arquitectos de Salomón
(figs 495, 496). Howie fue el primero en reconocer que el trazado y las
medidas dadas por Ezequiel para la puerta oriental de su templo concordaban en
todos los aspectos esenciales con la puerta de la ciudad de Meguido, excavada
en el nivel salomónico de esa ciudad. En 1957 Yadin descubrió una puerta
idéntica durante las excavaciones practicadas en Hazor, en el nivel
correspondiente a Salomón, lo que indica que fue planeada por el mismo
arquitecto que había sido responsable de la puerta de Meguido. En 1958, Yadin
demostró que una puerta salomónica de más o menos las mismas dimensiones había
sido descubierta durante ciertas excavaciones practicadas muchos años antes en
Gezer, pero no se habían reconocido sus verdaderas características por causa de
los métodos arqueológicos imperfectos que se aplicaban en ese entonces. Esta
puerta, completamente excavada por la expedición norteamericana de Gezer desde
1966 hasta 1969, resultó ser idéntica a las puertas de Salomón descubiertas en
Meguido y Hazor. Estos hallazgos nos revelan que las descripciones, ya sea del
templo de Salomón o del edificio ideal de Ezequiel, se pueden usar para aclarar
los detalles estructurales y arquitectónicos de cada uno de ellos.

495. Una puerta del templo de Salomón en Hazor (bien abajo a la izquierda), muy
similares a las puertas del templo descriptas por Ezequiel y probablemente a
las del templo de Salomón.

496. Reconstrucción artística de la puerta salomónica en Meguido. La parte
interior (parte superior, centro) se corresponde en trazado y medidas con las
puertas del templo descriptas por Ezequiel, y probablemente con las del templo
de Salomón.

Puesto que el templo de Ezequiel nunca existió realmente, a continuación sólo
daremos un breve resumen de sus aspectos esenciales (fig 497). Su principal
característica es la perfecta simetría que se nota en todos sus aspectos. El
edificio completo, un cuadrado de 500 codos, se abre hacia el este. Consiste
en un atrio exterior rodeado por un muro en el cual se encuentran 3 puertas
idénticas: una en el lado norte, otra en el este y otra en el sur. Una
cantidad de estructuras sirven de división entre los atrios exterior e
interior, y 3 puertas idénticas a las ya mencionadas están ubicadas en
posiciones opuestas a las puertas exteriores, y permiten el acceso al atrio
interior. En este atrio se levanta el gran altar de los sacrificios, del cual
se dan las medidas exactas, y el edificio del templo propiamente dicho,
construido sobre una plataforma más elevada y al que se llega por medio de
peldaños que se encuentran al frente del vestíbulo. El templo está conformado
por un vestíbulo (presumiblemente con torres), más el lugar santo y el lugar
santísimo (cuyas medidas son aproximadamente las del templo de Salomón),
rodeadas de cámaras laterales ubicadas en 3 pisos y distribuidas en los
costados norte, oeste y sur del edificio. Frente al templo se yerguen 2
columnas separadas de la estructura. Para más detalles véase la fig 497; las
descripciones de los intentos de reconstrucción de los planos del templo de
Ezequiel, y las diferentes interpretaciones de ellas, aparecen en los
comentarios bíblicos y, especialmente, en CBA 4:741-755.

Bib.: C. G. Howie, BASOR 117 (1950):13-19; 1142

497. Plano del templo de Ezequiel.

1143 Y. Yadin, IEJ 8 (1958):80-86; G. E. Wright, BA 21(1958),103,104; W. G.
Dever, EAEHL II:436,437,441.

III. Templo de Zorobabel.

El que estaba en Jerusalén, reconstruido después del exilio gracias a un
decreto del rey Ciro. De acuerdo con ese permiso real, debía tener 60 codos de
ancho y 60 codos de alto, pero en dicho documento no figura la longitud (Esd.
6:3). La construcción comenzó en el 2º año después del regreso de los
exiliados de Babilonia, pero los constructores encontraron tanta oposición por
parte de sus enemigos en su patria, que la obra pronto llegó a una virtual
interrupción, y permaneció en esa situación hasta el reinado de Darío I. En el
2º año de su reinado los profetas Hageo y Zacarías animaron a Zorobabel, el
gobernador, y a Josué, el sumo sacerdote, para que hicieran otro esfuerzo con
el fin de reconstruir el templo. Respondieron favorablemente, y con el apoyo
entusiasta de toda la nación y la buena voluntad de los funcionarios y del rey
persa, el nuevo templo, generalmente llamado Segundo Templo, se terminó junto
con las estructuras auxiliares en un período de unos 4 1/2 años, desde el 520
hasta el 515 a.C. (Esd. 3:8-4:5; 4:24-6:15). Mapa XVII, I.

No se conocen sus medidas, aunque es razonable suponer que se siguieron los
lineamientos generales del templo de Salomón. La decoración de los edificios
no era tan suntuosa, y los que habían conocido el primero lloraron al ver la
sencillez de su diseño cuando apenas se colocaron las piedras de los
fundamentos (Esd. 3:12; cf Hag. 2:3). El hecho de que los judíos hayan
empleado 2 años menos en construir el nuevo templo, se debió no sólo a que era
una edificación más pequeña, sino también a que ya existía la antigua
plataforma de los días de Salomón (véase más arriba), gran parte de la cual sin
duda se pudo utilizar después de hacerle algunas reparaciones. Puesto que la
preparación de esa plataforma debió de haber consumido mucho tiempo, esfuerzo y
dinero, la reconstrucción de las estructuras superiores en el mismo lugar
ciertamente tuvo que haber sido ventajoso ya que se podían aprovechar los
fundamentos del antiguo templo.

La madera de cedro que se utilizó en el templo se trajo de los montes Líbano
(Esd. 3:7), y los metales preciosos para las decoraciones provinieron de las
ofrendas voluntarias del pueblo y de los dirigentes (1:6; 2:68, 69). Muchos de
los vasos del antiguo templo, que el ejército de Nabucodonosor llevó a
Babilonia (7:1-11), fueron devueltos por Ciro a los funcionarios judíos,
quienes los trajeron de regreso a Jerusalén. El edificio del templo estaba
dividido, como antes, en lugar santo y lugar santísimo, y como antes también
esa división era una pared, aunque había una cortina (1 Mac. 1:22). Las
paredes interiores estaban recubiertas de oro.

El lugar santísimo estaba vacío, porque el arca de Dios y los querubines
desaparecieron cuando Nabucodonosor tomó Jerusalén en el 586 a.C. Los judíos
han conservado una tradición según la cual Jeremías y algunos de sus seguidores
la habrían escondido en una caverna. Después del regreso del exilio todos los
esfuerzos desplegados para recuperar el arca sagrada han sido infructuosos, y
hasta hoy no han tenido éxito. En el lugar santo estaba el altar de oro del
incienso, un candelabro y una mesa para los panes de la proposición (1 Mac.
1:21, 22). Varios pasajes indican que había oficinas y depósitos adosados al
templo, o en los edificios que rodeaban los atrios (Esd. 10:6; Neh. 10:37-39;
12:44; 13:4; 1 Mac. 4:38), y se mencionan diversos atrios (Neh. 8:16; 13:7).
En el interior se encontraba, como antes, un altar para los sacrificios (Esd.
7:17), esta vez hecho de piedra y no de bronce, como en el templo de Salomón (1
Mac. 4:44-47). En él había también una "fuente", probablemente de bronce
(Eclo. 50:3). Varias puertas daban acceso al templo (Neh. 6:10; 1 Mac. 4:38);
no sabemos cuántas eran ni dónde estaban ubicadas.

Aparentemente, los ritos religiosos de la ley mosaica se celebraron
ininterrumpidamente durante el período persa y los primeros 150 años de la
dominación helenística de Palestina. Se dice que Alejandro Magno habría
visitado el templo, como lo habrían hecho también a lo menos 2 de los Tolomeos
(Tolomeo III y Tolomeo IV; 3 Mac. 1:9, 10). Antíoco IV Epífanes lo profanó en
el 168 a.C. al levantar en el atrio un altar dedicado a Júpiter Olímpico y al
sacrificar cerdos en él. Se llevó asimismo el mobiliario sagrado del lugar
santo, y todos los tesoros del templo, (1 Mac. 1:21-23). No obstante todo eso,
fue reparado, se lo volvió a amueblar y se lo rededicó en el 165 a.C. después
que las fuerzas de los macabeos tomaron Jerusalén (1 Mac. 4:43-59); la fiesta
de la Dedicación (Jn. 10:22) se originó en ese tiempo. Cuando Pompeyo tomó
Jerusalén en el 63 a.C., el templo no sufrió ningún daño, pero más tarde fue
objeto de pillaje por parte de las tropas de Craso. Posiblemente haya sufrido
daños adicionales en la toma de Jerusalén por Herodes en el 37 a.C. En ese
tiempo, el templo, que ya tenía 500 años, necesitaba 1144 una reparación
profunda, o una reconstrucción total. Herodes decidió, en cambio, levantar un
nuevo templo que superara en esplendor y hermosura a cualquier otro edificio
del país (Mt. 24:1; cf Lc. 21:5).

Bib.: T-H v.9; C-PF 28; FJ-AJ xiv.16.2; xi.8.5; FJ-AA ii.48; FJ-AJ xii.5.4;
xiv.4.4; 7.1; 16.2, 3; CBA 4:515-517.

IV. Templo de Herodes.

Cuando Herodes anunció su deseo de construir un nuevo templo, los judíos
temieron que lo derribara y no hiciera nada. Por esa razón, ideó un método de
reconstrucción que consistía en demoler sólo lo necesario para el avance de la
nueva construcción. Al progresar sus diferentes etapas, parecía que el monarca
se limitaba a reparar lo que ya existía, cuando en realidad levantaba una
estructura completamente nueva, sin que por ello se interrumpieran los
servicios religiosos. Primero reconstruyó el santuario propiamente dicho.
Esta obra comenzó en el 20/19 a.C. y duró 18 meses. Los materiales que se
usaron en el templo ya estaban terminados cuando llegaban a la obra, y sólo se
empleó sacerdotes para trabajar en sus estructuras interiores. Una vez
terminado, se continuó con los edificios exteriores. La mayor parte, incluso
los pórticos, se terminó en los siguientes 8 años, pero las obras de decoración
y embellecimiento prosiguieron hasta la procuraduría de Albino (c 62-64 d.C.),
inmediatamente antes que estallara la guerra judía. Puesto que las actividades
relacionadas con la construcción del templo proseguían durante el ministerio de
Cristo, es comprensible que los judíos hayan dicho que se había estado
construyendo durante 46 años (Jn. 2:20). En él Jesús fue dedicado cuando niño;
en su recinto se encontró con los doctores de la ley cuando tenía 12 años; de
su atrio exterior expulsó a los cambistas; sus aposentos lo oyeron enseñar y
predicar a él y a sus discípulos; y en una de sus puertas, hermosamente
decorada, Pedro y Juan curaron a un paralítico. El conjunto del templo, con
todos sus edificios, se incendió durante la toma de Jerusalén por las fuerzas
de Tito en el 70 d.C. Aunque se habían dado órdenes estrictas para que se lo
preservara, un soldado arrojó una antorcha y el santuario se incendió. Así fue
destruido uno de los más hermosos edificios de su tiempo.

Aunque el templo construido por Herodes el Grande era realmente una nueva
estructura, los judíos siempre se refirieron a él como el Segundo Templo,
considerándolo sólo una remodelación o reparación del anterior. Como
consecuencia del odio que sentían por el monarca, tanto los escritos judíos
ortodoxos como la Mishná -que lo describe detalladamente-, nunca mencionan por
nombre a su constructor. Gracias a las descripciones de Josefo, de la Mishná
(Middoth) y de las evidencias arqueológicas descubiertas actualmente en el
lugar, podemos tener una idea bastante aproximada del templo de Herodes. La
siguiente descripción se basa en esas fuentes (figs 498 [las letras y números
entre paréntesis remiten al plano], 499).

La superficie cubierta del antiguo templo se amplió hasta abarcar el doble de
su tamaño anterior, incluyendo también los terrenos donde se encontraba el
palacio en los días de Salomón. Las investigaciones arqueológicas demuestran
que el edificio musulmán actual, el Haram esh-Sherîf, cubre casi exactamente la
extensión del templo destruido, y que una buena parte de los muros de esa
estructura moderna descansan sobre los fundamentos o las porciones de paredes
de los tiempos de Herodes (Mapa XVII; fig 498). El muro exterior contenía al
atrio de los gentiles, al que todos podían acceder. Galerías encolumnadas,
generalmente llamadas pórticos, se extendían alrededor de la superficie
interior de ese muro. Se los construyó de acuerdo con las stoas griegas:
galerías de columnas que se encontraban en el ágora o plaza de mercado de toda
ciudad helena (fig 53). El pórtico del sur, llamado Real, tenía 162 columnas
altas, ordenadas en 4 filas, que formaban 3 corredores: el del medio era más
alto y más ancho que los de los costados. Todas las demás galerías que
rodeaban el atrio exterior tenían 3 hileras de columnas. La parte meridional
de la galería oriental se llamaba Pórtico de Salomón (Jn. 10:23; Hch. 3:11;
5:12).

1145

498. Plano del templo de Herodes y su emplazamiento, con la Torre Antonia en la
esquina superior izquierda (de acuerdo con L.-Hugues Vincent y A.-M. Steve).*

1146 Ocho puertas permitían la entrada a este atrio exterior. Una, la Puerta
de Susa, se hallaba al este, en el lugar de la actual Puerta Dorada (P); otra
estaba al norte (O). Las 2 puertas del sur, llamadas Puerta de Hulda I y II,
daban acceso al atrio del templo desde la parte más baja de la ciudad por medio
de escaleras que terminaban dentro del atrio. Estas 2 entradas, todavía
visibles en la parte del muro que se ha preservado, demuestran que una tenía 2
puertas y la otra 3 (I2 y I3). En el muro oriental había 4 puertas principales
y una entrada pequeña, de las cuales, la más meridional (J), era una puerta a
la que se llegaba por medio de una escalera en forma de L y un puente (el Arco
de Robinson), que cruzaba la calle que corría al fondo del muro occidental en
el valle de Tiropeón, que franqueaba dicho muro. Esta puerta, con su escalera
y su puente -que ha sido totalmente desenterrada gracias a las excavaciones de
B. Mazar llevadas a cabo entre 1968 y 1977-, no es mencionada en los registros
de la antigüedad. Otra puerta (L) se podía alcanzar gracias a un puente que se
extendía sobre el valle. La mayor parte del puente, conocido ahora como Arco de
Wilson, todavía se conserva, a pesar de que el valle, en gran medida, ha sido
rellenado con escombros. Entre las puertas J y M había otra entrada pequeña al
nivel de la calle, en el valle de Tiropeón. Una escalera que partía de esa
entrada conducía al interior del atrio (K). No se sabe mucho más en cuanto a
las otras 2 puertas del este (M y N). En la esquina noroccidental (H1) había
una escalera que conducía a la fortaleza* (o cuartel) de Antonia, que estaba
ubicada en una plataforma de roca a mayor altura que el atrio del templo. La
construyó Juan Hircano en el lugar de la antigua ciudadela, llamada bîrâh (o
"palacio de la casa") por Nehemías (2:8). Herodes la había ampliado y la había
convertido en un palacio fortificado.

En el centro de la estructura se encontraba el santuario, a mayor altura que el
atrio exterior. Se podía acceder a él desde el norte, el este y el sur por
medio de escaleras de 14 peldaños cada una. Fuera de esta terraza había un
muro de 3 codos de alto, coronado por columnas, con entradas al recinto sagrado
en 9 lugares ubicados exactamente en frente de las 9 puertas del muro interior.
Había tablillas que contenían una advertencia, escritas en griego y latín, que
decía: "Ningún extranjero [= no judío] puede pasar más allá de la balaustrada y
del muro que rodea al templo. Quienquiera sea sorprendido dentro será
responsable de su muerte, que le sobrevendrá sin dilación". Una de esas
tablillas (fig 500), con su inscripción completa en griego, fue descubierta por
Charles Clermont-Ganneau en 1871; hoy se encuentra en el Museo de Estambul.
Parte de una 2a tablilla, descubierta mientras se trabajaba en la reparación de
una calle de Jerusalén en 1935, se encuentra ahora en el Museo Arqueológico de
Jerusalén. Cuando el apóstol Pablo fue arrestado en el templo, se lo acusó de
haber introducido a un gentil dentro de ese muro (con lo que habría traspasado
esa orden; Hch. 21:28, 29).

Sobre esa terraza se levantaba el muro interior, de 25 codos de alto (separaba
el atrio interior del exterior y del mundo), y el santuario propiamente dicho.
Al atrio interior se accedía a través de 9 puertas: una estaba al oriente, 4 al
norte y 4 al sur (1-9). En el lado interior de este muro había habitaciones
o cámaras que servían de depósitos y oficinas que se abrían hacia pórticos. La
parte oriental, alrededor de 1/3 de todo el recinto sagrado, estaba separada
del resto por un muro. Era el atrio de las mujeres (F), que tenía ese nombre
porque las mujeres judías y los niños podían entrar en él. El "lugar de las
ofrendas", mencionado como escenario de algunas de las enseñanzas de Jesús en
el templo (Jn. 8:20), se encontraba en el atrio de las mujeres. Ese nombre se
aplicaba ya sea al pórtico que rodeaba al atrio, en el cual se hallaban
ubicadas las cajas que servían para recibir las ofrendas -llamadas "trompetas"
a causa de su forma-, o a las habitaciones en las que se depositaban los
donativos y las ofrendas. Una gran puerta se encontraba entre el atrio de las
mujeres y el siguiente, que estaba en un nivel superior. Una escalera
semicircular de 15 peldaños conducía a esa gran puerta, que tenía 40 codos de
ancho y 50 de alto (E). No existe seguridad de si esta puerta (E), o la que
conducía al atrio de las mujeres desde el exterior (G), era la Puerta La
Hermosa* donde Pedro curó al mendigo paralítico (Hch. 3:2).

La parte occidental del recinto sagrado contenía el atrio de los sacerdotes
(C), junto al edificio del templo. A su alrededor, por sus 3 lados, estaba el
atrio de Israel, llamado también de los hombres (D), al que tenían acceso todos
los judíos de sexo masculino. Estos 2 atrios estaban separados por un muro de
alrededor de 1 codo de altura. Dentro del atrio de Israel había una serie de
cámaras destinadas a depósitos, y también la sala en que sesionaba el Sanedrín
o tribunal supremo (Hch. 5:21).

En el atrio de los sacerdotes (C) se encontraba el altar de los sacrificios y
la "fuente" de bronce (B). Sólo los sacerdotes podían entrar 1147 allí,
excepto cuando se les permitía la entrada a los judíos para que pudieran
presentarse delante del altar con sus ofrendas. Según la Mishná, el altar, de
piedras rústicas, tenía 15 codos de alto y 32 por lado en la base. Era posible
llegar hasta él por una rampa. Esas medidas difícilmente puedan ser las
correctas. Se cree generalmente que el altar de los sacrificios estaba en el
lugar abarcado ahora por la Mezquita Musulmana de la Roca, a la que por error
se llama Mezquita de Omar (figs 278, 279, 281, 368, 492). Debajo de esa roca
hay una cueva a la que se puede llegar por una escalera. Tenía un agujero a
través del cual los sacerdotes podían echar a la cueva las porciones
desechables de las víctimas sacrificadas, como asimismo las cenizas y los
huesos, que retiraban durante la noche, para que los adoradores en el templo no
sintieran el mal olor de esos materiales de desecho (fig 492).

Desde el atrio de los sacerdotes hasta el vestíbulo del templo se llegaba por
una escalera de 12 peldaños. Este vestíbulo tenía 100 codos de alto, 100 de
ancho y 20 de profundidad, con escaleras en espiral en sus 2 alas. El portal
monumental era de 70 codos de alto y 25 de ancho. No tenía hojas, de manera
que la gran puerta del santuario se podía ver desde afuera. Estaba formada por
2 hojas de oro, de 55 codos de alto y 16 de ancho, que se abrían hacia el
lugar santo (A), el cual tenía el mismo tamaño (40 codos por 20) que el del
templo de Salomón, con la excepción de que eran de 60 codos de alto (en lugar
de 30). El mobiliario era el usual: un altar de oro para el incienso, una mesa
para los panes de la proposición y un candelabro. El lugar santísimo, que se
encontraba vacío, estaba separado del aposento mayor (según la Mishná, Yoma
5.1) por 2 cortinas paralelas. Que estas cortinas se rasgaran en ocasión de la
muerte de Cristo (Mt. 27:51; He. 6:19; 10:20) era evidencia de que habían
llegado a su fin los servicios simbólicos del sistema de sacrificios. Adosadas
a los costados del norte, del oeste y del sur del templo, había 3 pisos con
habitaciones similares a las del templo de Salomón.

Bib.: ARI 142-155; M. Ben-Dov, "Temple of Herod" [El templo de Herodes], IDBS
870-872; T. A. Busink, Der Tempel von Jerusalem [El templo de Jerusalén]
(Leiden, 1970); P. L. Garber, "Reconstructing Solomonzs Temple" [La
reconstrucción del templo de Salomón], BA 14 (1951):2-24; J. Quellette, "Temple
of Solomon" [El templo de Salomón], IDBS 872-874; A. Parrot, The Temple of
Jerusalem [El templo de Jerusalén] (Londres, 1957); W. F. Stinespring,
"Jerusalem Temple" [El templo de Jerusalén], IDB IV:534-560; L.-H. Vincent y
F.-M. Abel, Jérusalem Nouvelle [La nueva Jerusalén] (París, 1914-1926); Vincent
y A.-M. Steve, Jérusalem de lzAncien Testament [La Jerusalén del AT] (París,
1954, 1956); G. E. Wright, "Solomonzs Temple Resurrected" [El templo de Salomón
resucitado], BA 4 (1941):17-31; "The Temple of Solomon" [El templo de Salomón],
ibíd., 7 (1944):73-77; FJ-AJ xv.11; FJ-GJ v.5; vi.4; FJ-AJ xv.11; FJ-GJ v.5;
QDAP 6 (1936):1-3.

499. Maqueta de Schick del templo de Herodes, en Jerusalén, que muestra la
Fortaleza Antonia (esquina superior izquierda).

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Concordancia Biblica: Templo


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