Diccionario Biblico: Juan


Significado de Juan

Ver Concordancia



(gr. IÇánns, "gracia [don] de Dios"; probablemente del heb. Yôjânân o
Yehôjânân "Yahweh es bondadoso [benigno]"; variante gr. es IÇnás, Jonás).

1. Juan el Bautista, el precursor de Jesucristo e hijo de Zacarías -sacerdote de
la "clase de Abías"- y de Elisabet (Lc. 1:5). Mientras Zacarías estaba
cumpliendo sus funciones sacerdotales de quemar incienso en el templo, Gabriel
lo informó del nacimiento de un hijo y le dio instrucciones de llamar su nombre
Juan y criarlo como nazareo. El ángel predijo que el niño sería lleno del
Espíritu Santo desde el vientre de su madre, y que saldría con el espíritu y el
poder de Elías para "preparar al Señor un pueblo bien dispuesto" (vs 8-17). Al
recordar su propia edad avanzada como también la de su esposa, Zacarías expresó
dudas acerca de las palabra del ángel, y por ello quedó mudo (vs 18-22). A su
debido tiempo nació el niño, y 8 días más tarde fue circuncidado. Los vecinos
y parientes supusieron que el niño se llamaría Zacarías, pero Elisabet,
siguiendo las instrucciones del ángel (v 13), insistió en el nombre Juan.
Cuando Zacarías fue consultado por señas, 668 escribió en una tableta que el
nombre debía ser Juan; en ese momento recuperó el habla. Estos sucesos
extraños asombraron a la gente de la región, de modo que se preguntaban qué
clase de niño sería el que nació (vs 57-66). Su padre, lleno del Espíritu
Santo, profetizó que su hijo sería llamado "profeta del Altísimo" y que iría
"delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos" (vs 67-79).

Era primo de Jesús y unos 6 meses mayor que él (Lc. 1:36), por lo que
probablemente comenzó su ministerio unos 6 meses antes que Cristo, más o menos
a los 30 años de su vida. Era la edad en la que los judíos consideraban que el
hombre había alcanzado su madurez plena y, por tanto, podía aceptar las
responsabilidades de la vida pública (cf 3:23). Aparentemente, Juan fue un
hombre de aspecto y carácter rudo. No vaciló en hablar claramente cuando fue
necesario (Mt. 3:7-12; Lc. 3:7-9). Era austero; hasta parecería de hábitos
casi antisociales (Mt. 11:19; Lc. 7:33): comía alimentos muy sencillos, -como
langostas* y "miel silvestre"-, su ropa estaba tejida de pelo de camello y
usaba un cinturón de cuero (Mt. 3:4; Mr. 1:6; cf Mt. 11:8 ).

Creció en el desierto, donde vivió hasta el comienzo de su ministerio. La
Biblia no ofrece información con respecto a la vida y educación temprana de
Juan, fuera de decir que "el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo
en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel" (Lc. 1:80).
Parecería que toda su predicación se realizó en el "desierto de Judea" (Mt.
3:1), una región de cerros estériles entre el Mar Muerto y los montes más altos
de la región central de Palestina (fig 161). Lucas afirma que trabajó en la
"región contigua al Jordán", y que su predicación en el desierto era el
cumplimiento de la profecía de Isaías (Lc. 3:3, 4). Una razón para predicar
cerca del Jordán fue sin duda la presencia del río para los bautismos (cf Jn.
3:23). El poder de su mensaje queda demostrado en que salían multitudes de las
ciudades y de los campos para escucharlo y ser bautizados por él (Mt. 3:5, 6;
Mr. 1:4, 5; Lc. 3:7). No sólo su palabra llevó frutos entre los judíos de
Judea, sino que los efectos de su mensaje se esparcieron por regiones más allá
de Palestina (Hch. 18:25; 19:3).

El clímax y el comienzo de la declinación del ministerio de Juan llegó el día
del bautismo de Jesús (Jn. 1:33). Cuando el Señor lo pidió, Juan puso
objeciones, afirmando que él mismo necesitaba ser bautizado por Cristo, pero
Jesús le instó a que realizara la ceremonia, "porque así conviene que cumplamos
toda justicia" (Mt. 3:13-15). Después del bautismo, Juan vio al Espíritu Santo
en forma de paloma que descendía sobre Jesús, y oyó una voz del cielo que
testificaba que era el Hijo de Dios (Mt. 3:16, 17; Mr. 1:9-11; Lc. 3:21, 22;
Jn. 1:30-34). "El día siguiente" Juan señaló a Cristo como el Cordero de Dios
a quienes lo rodeaban (Jn. 1:29). Más tarde, cuando repitió su declaración, 2
de sus discípulos que habían escuchado sus palabras comenzaron a seguir a Jesús
(vs 36-42), símbolo del cambio que se produciría en las multitudes que
abandonarían a Juan para seguir al nuevo Maestro (3:26).

En ningún momento fue mayor la grandeza de Juan que cuando algunos de sus
discípulos vinieron a él con el mensaje de que todos los hombres seguían a
Jesús. Su respuesta mostró la más completa abnegación y entrega a Dios: "No
puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo... Es necesario
que él crezca, pero que yo mengüe" (Jn. 3:2) . Algunos meses, o tal vez un año
o más después del bautismo de Jesús, Herodes Antipas lo encarceló, porque lo
había reprendido valientemente por abandonar a su esposa y casarse con su
sobrina Herodías, que era la esposa de su hermanastro Herodes Felipe (Mt. 14:3,
4; Lc. 3:19, 20). Algún tiempo después de su encarcelamiento Juan envió a 2 de
sus discípulos a Jesús para preguntarle si era el Mesías o no. Jesús les pidió
que le contaran a Juan lo que habían visto y oído: cómo los enfermos sanaban,
los muertos resucitaban y el evangelio era predicado a los pobres (Mt. 11:2-6;
Lc. 7:18-23). Después de la partida de los mensajeros, Jesús pronunció un
maravilloso panegírico de su precursor: Juan no era vacilante ni indeciso, como
un junco movido en la dirección en que sopla el viento; no era un hombre de
vestimenta y maneras palaciegas, sino un profeta, y mucho más que un profeta, a
quien se le dio la tarea de anunciar la venida del Mesías (Mt. 11:7-18; Lc.
7:24-35). Véase Herodes 3.

Tal vez unos 6 meses después de este incidente Juan fue decapitado. Su muerte
se debió a las intrigas de Herodías, que odiaba a Juan por haber reprendido los
actos de Herodes en relación con ella (Mr. 6:19). En ocasión del cumpleaños
del gobernante, cuando éste atendía a algunos invitados importantes, Salomé, la
hija de Herodías y Felipe, bailó ante ellos. Su actuación agradó tanto a
Herodes que le ofreció lo que pidiera, hasta la mitad de su reino. Salomé
consultó con su madre, que le indicó que pidiera la cabeza de Juan. Esto turbó
a Herodes, porque lo respetaba y temía. 669 Sin embargo, consideró que no podía
dejar de cumplir su promesa; de modo que ordenó que el profeta fuera
decapitado. La orden se cumplió y la cabeza del Bautista fue presentada en una
bandeja (Mt. 14:3, 6-11; Mr. 6:19-28). El cuerpo de Juan fue sepultado por sus
discípulos (Mt. 14:12; Mr. 6:29). Cuando más tarde Herodes oyó acerca de Jesús
y de sus obras maravillosas, pensó que era Juan resucitado de los muertos (Mt.
14:1, 2; Mr. 6:14, 16; Lc. 9:7). De acuerdo con Josefo, el encarcelamiento y
la muerte de Juan ocurrieron en la fortaleza de Machaeros (Maquero), en Perca,
al este del Mar Muerto.

292. Lugar en el río Jordán donde, de acuerdo con la tradición, Juan el
Bautista bautizaba a sus conversos.

Los Rollos del Mar Muerto, descubiertos desde 1947, y las excavaciones en
Qumrán revelaron varios paralelos estrechos entre las costumbres y enseñanzas
de la secta de Qumrán y las de Juan el Bautista. Como Juan, los miembros de la
comunidad de Qumrán, probablemente esenios, vivían en el desierto de Judá y se
negaban la mayoría de las comodidades de la vida. Creían en la separación del
mundo y en una vida de negación propia para "preparar el camino del Señor"
citando, como lo hizo Juan, Is. 40:3 (1 QS viii.13-16; cf Mt. 3:3).
Practicaban lavamientos rituales en estanques, ríos y en el mar, y los novicios
parecen haber sido sometidos a una especie de bautismo. Sus creencias,
reflejadas en sus libros, y sus expectativas del Mesías y otras enseñanzas
también muestran paralelismos con las de Juan. Estos parecidos han sugerido
que antes de su ministerio público Juan pudo haber sido miembro de la comunidad
de Qumrán y que, como tal, compartía muchas de sus convicciones e ideales, pero
que se había separado de ellos y de su mundo cuando Dios lo llamó a la obra
pública que prepararía el camino para el ministerio de Jesús.

Bib.: FJ-AJ xviii.5.2; W. H. Brownlee, The Scrolls and the New Testament [Los
rollos y el NT] (Nueva York, Harper, 1957), pp 33-35.

2. Juan el Amado, hermano de Jacobo y uno de los hijos de Zebedeo y aparentemente
de Salomé* (Mt. 4:21; 27:56; cf Mr. 15:40; 16:1; Jn. 19:25; Hch. 12:1, 2). El
hecho de que 1o se mencione a Jacobo cuando aparecen juntos los nombres de los
2 discípulos implica que Juan era el menor de los dos. Zebedeo y sus 2 hijos
eran pescadores, y, quizá, razonablemente prósperos (Mr. 1:19, 20). Parece que
Juan ingresa en la narración de los Evangelios en Jn. 1:35-40 como un discípulo
anónimo, entre la multitud que escuchaba a Juan el Bautista junto al Jordán.
En ese caso, él y Andrés, el hermano de Simón Pedro, fueron los primeros
discípulos de Juan el Bautista en seguir a Jesús. Aparentemente Juan fue con
Jesús a Galilea, unos pocos días más tarde, y asistió a la boda en Canaá
(2:1-11). Juan estuvo con Jesús en forma intermitente durante el año
siguiente, el período de su ministerio en Judea, pero también dedicó parte de
su tiempo a la pesca; pero cuando Jesús comenzó su ministerio en Galilea,
invitó a Juan y a su hermano, y también a Pedro y a Andrés, a ser discípulos
permanentes (Lc. 5:1-11). Algunos meses más tarde, se contó entre los 12
elegidos para ser apóstoles (Mt. 10:2). De aquí en adelante, estuvo asociado
íntimamente con Jesús en sus labores. Con Pedro y Jacobo fue miembro del
círculo íntimo de Cristo. Presenció la resurrección de la hija de Jairo (Mr.
5:37), estuvo presente en la transfiguración (9:2) y también en el Getsemaní
(14:33). Demostró un espíritu impetuoso en varias ocasiones, como cuando
reprendió a algunos que trabajaban en nombre de Cristo pero no eran discípulos
formales de Jesús (Lc. 9:49), y cuando propuso pedir que bajara fuego del cielo
para consumir a los habitantes de una aldea samaritana que no quiso recibir al
Señor (vs 52-561). Reveló egoísmo al solicitar con su hermano los lugares de
honor junto a Jesús en su reino futuro, pero también demostró celo y lealtad al
declararse listo para enfrentar la muerte con su Maestro (Mt. 20:20-24; Mr.
10:35-41).

Durante su relación con Jesús, Juan parece haberse entregado plenamente a la
influencia suavizante y subyugadora del Salvador, y como resultado su carácter
fue transformado. Aparentemente, entró en un compañerismo mucho más profundo y
rico con el Maestro que los demás apóstoles (Jn. 21:20). En la última Cena
ocupó un lugar junto a Cristo (13:23). Cuando Jesús fue arrestado en el
Getsemaní, lo siguió hasta el palacio del sumo sacerdote -donde parece que era
conocido- y más tarde al Calvario (18:15; 19:26). En la cruz, Jesús le confió
a su madre María para que la cuidara con amor (19:27). Temprano el domingo de
mañana, al oír que la tumba de Jesús estaba vacía, Juan y Pedro 670 corrieron
al sepulcro para investigar y llegaron a ser testigos de que Jesús realmente
había resucitado por el orden de los paños mortuorios (20:1-10). Juan estuvo
presente la tarde del día de la resurrección, cuando Jesús se apareció a los
discípulos en el aposento alto, y también una semana más tarde (Lc. 24:33-43;
Jn. 20:19-30; 1 Co. 15:5). Formó parte del grupo que fue a pescar y a quienes
Jesús se les apareció a orillas del Mar de Galilea (Jn.21:1-7).

Después de la ascensión, Juan permaneció con los otros 10 discípulos en el
aposento alto en Jerusalén (Hch. 1:13), y posteriormente se unió a Pedro en las
actividades misioneras en la ciudad (3:1). A pesar de su encarcelamiento,
ambos apóstoles testificaron valientemente de su fe en Jesús (4:19). Más tarde
Juan y Pedro fueron a Samaria para ayudar a Felipe (8:14). Posiblemente estuvo
entre los "apóstoles y los ancianos que vivieron en Jerusalén" por muchos años
(Hch. 16:4; Gá. 2:9). La tradición, apoyada por la implicación de Ap. 1:11 ,
sugiere que durante los últimos años de su vida Juan estuvo a cargo de las
iglesias en la provincia romana del Asia Menor, con sede en Efeso. Desde allí
fue exiliado por Domiciano a la isla de Patmos (v 9); según la tradición, Juan
fue echado en un caldero de aceite hirviente, pero al no morir fue enviado a
Patmos, aunque se cree que fue liberado cuando Nerva llegó a ser emperador en
el 96 d.C. (véanse las figs 402 y 403 con panoramas de Patmos). De acuerdo con
una tradición, Policarpo, Papías e Ignacio fueron discípulos de Juan. Después
de su liberación, de acuerdo con la tradición, vivió en Efeso y murió de vejez
durante el reinado de Trajano (98-117 d.C.). Hacia el fin de su vida, Juan
escribió el Apocalipsis y también el Evangelio y las 3 epístolas que llevan su
nombre.

3. Juan Marcos, el autor del 2º Evangelio, de acuerdo con el testimonio unánime y
fundamentado de la tradición cristiana temprana. También se lo llama Marcos* a
secas. Aparentemente, era ciudadano de Jerusalén, porque su madre María tenía
su hogar en esa ciudad, hogar al que concurrían los cristianos (Hch. 12:12; se
ha conjeturado que el "aposento alto" donde Jesús celebró la Pascua con sus
discípulos, y donde los creyentes se reunieron para esperar el Espíritu Santo,
se encontraba en la casa de Juan Marcos; Mt, 26:18; Mr. 14:15; Lc. 22:12; Hch.
1:13). Como no se menciona a su padre, se supone que había muerto; además, era
primo de Bernabé (Col. 4:10, BJ). Se piensa que el joven que "le seguía,
cubierto el cuerpo con una sábana" durante el arresto de Jesús era Juan Marcos
(Mr. 14: 51), pero no se puede demostrar que sea así. Por cuanto Pedro lo
llama su "hijo" (1 P. 5:13), algunos sugieren que era un converso de ese
apóstol. Véase María 9.

Juan Marcos acompañó a Pablo y Bemabé hasta Antioquía al regresar de Jerusalén,
adonde habían llevado una contribución para los pobres de la iglesia (Hch.
11:28-30; 12:25). Luego los acompañó como ayudante (Hch. 13:5) en su 1er viaje
misionero. Este viaje los llevó a la isla de Chipre, donde predicaron el
evangelio en las sinagogas judías. Después de su experiencia en Pafos con el
hechicero Barjesús y Sergio Paulo, el procónsul romano (vs 6-12), los 3
navegaron hacia Perge, una ciudad en la parte continental del Asia Menor, en
dirección noroeste desde Pafos. En esa ciudad, abrumado por las dificultades y
los contratiempos ya soportados, y previendo otros mayores, abandonó a los
hombres y regresó a su casa en Jerusalén (v 13). Cuando Pablo y Bemabé hacían
planes para un 2º viaje misionero, Bernabé insistió en que Juan Marcos los
acompañara, pero Pablo no estuvo de acuerdo, sintiendo que, por cuanto los
había abandonado previamente, no podían depender de él (15:36-38). El
resultado de esta diferencia de opinión fue que Pablo y Bemabé se separaron;
Bernabé tomó a Marcos y fueron a la isla de Chipre (v 39).

Juan Marcos no aparece otra vez en el relato bíblico hasta que Pablo lo
menciona en su carta a la iglesia de Colosas y en su carta a Filemón, escritas
durante su 1er encarcelamiento en Roma. En ellas lo llama su "compañero de
prisiones" y "colaborador" (Col. 4:10; Flm. 24); lo menciona otra vez durante
su 2º encarcelamiento. Escribiendo a Timoteo, el apóstol dice: "Toma a Marcos
y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio" (2 Ti. 4:11). Estas
palabras muestran que se había vindicado ante Pablo, y que había demostrado ser
un digno ministro del evangelio.

De acuerdo con una tradición, a Juan Marcos se lo envió más tarde a Egipto,
donde fundó la iglesia de Alejandría (de la cual fue su anciano dirigente), y
sufrió el martirio en ese país durante las persecuciones de Nerón. La
tradición también indica que, en su Evangelio, sirvió como intérprete de Pedro.
Papías de Hierápolis, escribiendo c 140 d.C., registró una tradición de Juan
el presbítero de que "Marcos, intérprete de Pedro, escribía totalmente con
diligencia cuantas cosas encomendaba a la memoria; pero, sin embargo, no
exponía ordenadamente los dichos y hechos del Señor. Pues él nunca había oído
ni seguido al Señor. Sino que había vivido después con 671 Pedro, como he
dicho, el cual predicaba el evangelio para utilidad de los oyentes, no para
tejer una historia de los discursos del Señor. Por ese motivo en nada faltó
Marcos, que escribió algunas cosas tal como las sacaba de la memoria. Porque
una sola cosa deseaba, a saber, no omitir nada de lo que había oído, ni agregar
a ello alguna falsedad".

Bib.: EC-HE iii.39.15.

4. Dirigente judío que participó en el juicio contra Pedro y Juan después de haber
sanado al paralítico junto a la Puerta La Hermosa del templo (Hch. 4:6).

Indice alfabetico:

 

Concordancia Biblica: Juan


Ir arriba