Diccionario Biblico: Egipto


Significado de Egipto

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(heb. Mitsrayim, "tierra de los coptos").

El nombre español deriva del gr. Aiguptos, que a su vez probablemente derive
del nombre egipcio de la antigua Menfis, 2.tk3-pth, "casa del (dios) Ptah",
escrito Hikuptah en las 351 Cartas de Amarna.* Los antiguos egipcios llamaban a
su tierra Km.t, "la (tierra) negra", por causa del contraste entre el suelo
negro y fértil del valle del Nilo y el desierto a ambos lados del valle. Sin
embargo, por lo general Egipto era llamado T3.wy, que significa "los dos
países", es decir, la unión del Alto y del Bajo Egipto. Las Cartas de Amarna
muestran que en el s XIV a.C. los cananeos lo llamaban Mitsri. El heb.
Mitsrayim, Mizraim,* tiene una terminación dual, que puede apuntar a las 2
principales regiones del país, el Alto y el Bajo Egipto. Los egipcios hoy usan
el nombre árabe Mitsr.

I. País.

Ubicado en el extremo noreste del África, es parte del gran desierto de Sahara,
pero debe su fertilidad al Nilo, que fluye desde el África Central y las
mesetas de Etiopía a lo largo de todo el país, de sur a norte, y forma un
angosto valle de 1,6 a 24 km. de ancho. Al este, entre el valle y el Mar Rojo
está el desierto Oriental, cuya porción norte a veces se llama "desierto
Árabe". Al oeste está el desierto de Libia y la vastedad del Sahara.

A unos 160 km del Mar Mediterráneo el Nilo se divide en varios brazos y forma
un gran delta, que es particularmente fértil en su parte sur. Como en el valle
del Nilo prácticamente no llueve, fuera del delta la agricultura egipcia
depende del río. Antes de la construcción de la presa de Asuán, el agua se
llevaba a los campos mediante canales de riego en tiempos normales. Comenzando
en julio, el río crecía de 4,5 a 6 m por sobre su altura habitual, alcanzando
su máximo en septiembre y octubre. El descenso de las aguas, que llegaba a su
nivel mínimo en los meses de marzo a junio, dejaba sobre los campos una rica
capa de limo proveniente de la meseta etíope.

El valle del Nilo, desde el mar hasta la primera catarata de Asuán (el antiguo
límite sur de Egipto), tiene una longitud de unos 960 km; si el ancho promedio
es de 19 km, los antiguos egipcios tenían sólo unos 33.700 km2 de tierra
cultivable, una superficie aproximada a la de Holanda, o a la de Jamaica y El
Salvador combinadas. Al oeste del valle del Nilo, en el desierto de Libia,
había 5 oasis. También estaba el Fayún, una zona interior fértil que rodeaba
el Lago Moeris, alimentado con aguas del Nilo. Otras secciones habitables eran
la franja costera entre el brazo más oriental del Nilo y el W>d§ el-Ar§sh, el
bíblico "río de Egipto"; y el W>d§ Úumil>t (probablemente el Gosén bíblico),
que está entre el Nilo y el Lago Timsa en la región del Canal de Suez.

176. La pirámide escalonada del rey Zoser (3ª dinastía) en Saqqârah.

Las montañas orientales proporcionaban a los antiguos egipcios materiales de
construcción y minerales. De Asuán procedían granito negro y rojo, y piedra
caliza y alabastro de muchas canteras a lo largo del país. El W>d§ Hamm~m~t,
un valle seco entre el Nilo y el Mar Rojo, proporcionaban una piedra dura rojo
oscuro, que los egipcios buscaban para hacer sarcófagos. De la Península del
Sinaí se extraían el cobre y las turquesas, y el oro procedía de las montañas
de Nubia, una dependencia egipcia durante gran parte de su historia antigua.
Mapa V, B-2/3, etc.

El antiguo Egipto nunca tuvo una gran variedad de vida vegetal. Trigo, cebada,
lino y vides eran los principales cultivos en campos y huertas. Entre los
pocos árboles que crecían en esa época estaban las palmeras datileras, las
higueras, las acacias y los sicómoros. Como Egipto no tenía bosques, tenía que
importar toda su madera, principalmente del Líbano. En los pantanos del Nilo
crecía el papiro, una especie de junco con el cual se hacía el material para
escribir: los rollos de papiro (figs 400, 409 y 448), principal exportación
egipcia.

Los animales domésticos eran los bovinos, las cabras, las ovejas, una raza de
perros parecida a los galgos, y ese animal de carga tan conocido: el burro. El
caballo no llegó a Egipto hasta el período de los hicsos y, entonces, su uso
fue principalmente militar. El camello fue poco usado en los primeros tiempos.
Los gansos y los patos eran comunes, pero las gallinas se desconocieron hasta
mediados del 2º milenio a.C., cuando Tutmosis III las introdujo desde Siria.
El cocodrilo, el hipopótamo, la hiena y el chacal eran algunos de los animales
silvestres del antiguo Egipto.

II. Población.

Los egipcios eran básicamente camitas (Gn. 10:6), una de las razas
mediterráneas. Sin embargo, la penetración temprana de los semitas (evidente
por un estudio de su lengua; véase la sección III), y la invasión de nubios,
hicsos, griegos y, en tiempos más modernos, árabes, produjeron una raza muy
mezclada. Los antiguos eran pequeños, de tez oscura y cabello negro, la
mayoría 352 agricultores, pero también había muchos artífices y artesanos.
Aunque la educación promedio de la masa de la población debió haber sido muy
baja, su capacidad intelectual era alta, como lo demuestra el avanzado nivel
del arte, la literatura, la arquitectura, la organización del estado, la
medicina y las matemáticas. (Para muestras de pintura, véanse las figs 55, 409
y las hojas finales de este diccionario; para la arquitectura, figs 176-180; de
la escultura, figs 291, 352; y de objetos de arte, figs 97, 125, 162, 521.)

III. Lengua.

Estamos en una situación favorecida porque podemos recorrer la historia de la
lengua de Egipto desde los comienzos de la población del país, y seguir sus
cambios hasta sus formas más recientes, el copto, que dio lugar al árabe
semítico. Los egipcios pertenecen a la familia camítica de lenguas, pero tiene
tantos rasgos semíticos que se la llama una lengua camito-semítica. Se pueden
reconocer las siguientes 5 etapas lingüísticas: 1. EGIPCIO ANTIGUO, que se
habló durante las dinastías 1-8, de la cual los textos de las pirámides son los
testimonios más extensos que tenemos. 2. EGIPCIO MEDIO, de las dinastías 9-18,
considerado el período clásico de la lengua. 3. EGIPCIO TARDÍO, que comenzó en
la dinastía 18 y se usó como lengua del pueblo hasta la dinastía 24, pero que
se mantuvo en las inscripciones durante mucho tiempo más. 4. DEMÓTICO, la
lengua popular de Egipto desde la dinastía 24 hasta el s V d.C., representado
principalmente por documentos y libros escritos en demótico. 5. COPTO, usado
desde el s III d.C. en adelante. Fue la lengua principal del Egipto cristiano,
y todavía se usa en la liturgia, aunque no ha sido un idioma vivo desde el s
XVI. La Biblia se tradujo a varios dialectos coptos en los primeros tiempos
del cristianismo.

IV. Escritura.

Los siguientes 4 tipos de escritura se usaron en los monumentos y textos de
Egipto: 1. JEROGLÍFlCA (expresión griega que significa literalmente
"inscripción sagrada"), que designa el tipo de escritura que se usó en los
monumentos. Esta forma fue, originalmente, puramente pictórica y consistía de
unos 750 signos en el período clásico. Este número creció hasta que en Egipcio
Tardío se usaban unos 2.500. En sus primeras etapas, cada figura representaba
el objeto dibujado; por ejemplo, la figura de una casa significaba "casa".
Estos signos se llaman ideogramas, o signos que representan palabras. Al
desarrollarse la escritura, se usaron figuras de objetos como fonogramas, o
signos de sonido; es decir, las figuras se usaban para representar sonidos en
vez de objetos. Cuando se deseaba un sonido específico se escogía un objeto
cuyo nombre reprodujera ese sonido, algo así como algunos acertijos que se
suelen hacer. Por ejemplo, en español una figura del "sol" y un "dado",
puestos juntos, podrían representar a un soldado. En egipcio, muchos objetos
tienen nombres muy cortos, y 24 de los signos representaban el sonido de una
sola consonante. Estos han sido llamados signos alfabéticos. Además de éstos
también había determinativos, signos agregados a las palabras para indicar si
la palabra escrita representa algo concreto o abstracto, si un hombre o una
mujer, etc. Las vocales no se escribían, por lo que la pronunciación todavía
es incierta. Esta escritura jeroglífica se usó hasta comienzos de la era
cristiana (figs 57, 198, 268). 2. HIERÁTICA (que significa "[escritura]
sagrada"), término que usaron los griegos para designar la escritura cursiva
que los antiguos egipcios usaban sobre el papiro y otros materiales cuando la
escritura no tenía un propósito ornamental. 3. DEMÓTICA (que significa
"[escritura] popular"), que comenzó a usarse en el s VIII a.C. como una forma
más cursiva de escribir que la hierático, y que se empleaba principalmente en
los documentos de la vida diaria. Tenía un menor número de caracteres que la
jeroglífica y la hierática. La aparición de una nueva forma de escribir no
eliminaba la anterior; en consecuencia, en el período greco-romano se usaban
simultáneamente las 3 formas. 4. COPTA. Cuando Egipto fue una nación cristiana
(s IV d.C.), las antiguas escrituras se descartaron y se adoptó el alfabeto
griego para escribir la lengua copta. Se tomaron 8 caracteres adicionales del
demótico para expresar sonidos para los cuales los griegos no tenían letras.

Como el conocimiento de los sistemas de escritura egipcios, con la excepción
del copto, había desaparecido completamente con el paso de los siglos, los
textos antiguos escritos sobre papiro o sobre monumentos era un misterio. En
1799 se encontró en Egipto la famosa Piedra Roseta. Contenía un decreto en
honor de Tolomeo Epífanes (erigido en el 196 a.C.) en 3 escrituras:
jeroglífico, demótica y griega (fig 197). Este monumento, ahora en el Museo
Británico, proporcionó la clave para el antiguo egipcio. El diplomático sueco
Akerblad hizo un comienzo satisfactorio en descifrar la porción demótica en
1802. Luego Tomás Young dio los primeros pasos exitosos en el desciframiento
de los signos jeroglíficos en 1819. El desciframiento total fue realizado por
el brillante joven francés Jean-François 353 Champollion, en 1822. Este
trabajo ha sido refinado y completado por una gran hueste de egiptólogos desde
los días de Champollion, de modo que las inscripciones egipcias de todas clases
y períodos se pueden leer con notable facilidad y certeza.

V. Historia.

A. Cronología.

La principal fuente de informaciones sobre este tema muy difícil son las
antiguas listas de reyes, algunos fenómenos astronómicos y datos históricos que
mencionan el año del rey bajo el cual sucedieron, o la longitud de sus
reinados. La división en dinastías fue hecha por Manetón, un sacerdote egipcio
que escribió la historia de Egipto en griego a comienzos del s III a.C. Esta
obra se ha perdido y sólo hay disponibles algunos fragmentos en resúmenes o en
referencias a él en Josefo, Africano y Eusebio. Llegar a una cronología exacta
ha sido más difícil que cualquier otra tarea de los egiptólogos desde que se
pudieron leer los antiguos registros egipcios. Los eruditos no son unánimes en
sus conclusiones, y ninguna fecha dada para la historia temprana está fijada
con certeza. Las de los primeros eruditos para el comienzo de la historia de
Egipto con su primera dinastía (Petrie: 4777 a.C.) ya nadie las acepta. Este
acontecimiento es datado ahora por los egiptólogos entre el 3100 a.C. y el 2800
a.C. No es hasta que llegamos al Reino Medio cuando comienzan a existir fechas
contables, y la primera fecha absoluta, sobre la base de datos astronómicos, es
el 1991 a.C., el comienzo de la dinastía 12ª. Sin embargo, aun en el 2º y el
1er milenio a.C. ocurrieron sucesos para los cuales no existe ningún dato
cronológico (por ejemplo, para la mayoría de los acontecimientos que ocurrieron
durante las dinastías 13-17). Tampoco son confiables las cronologías para las
21-23. Sin embargo, las dinastías 18-20 están razonablemente bien fechadas, y
la cronología de las 24-30 tienen pocos problemas. Se debería recordar esta
variedad de grados de certeza al considerar las fechas que se dan en los
párrafos siguientes. Las que se dan en relación a la historia de Egipto hasta
la dinastía 12ª son las que aceptan actualmente los egiptólogos, quienes
adhieren a la cronología más corta, y no necesariamente se presentan como
correctas totalmente.

177. La Esfinge y la piránide de Kufu en Gîzeh. Entre las patas de la Esfinge
está una estela de Tutmosis IV.

B. Prehistoria.

Prácticamente no se sabe nada de Egipto antes de la existencia del arte de
escribir en la 1ª dinastía. Los restos del Egipto predinástico consisten en
algunas ruinas de aldeas, trozos de cerámica, vasijas de piedra, objetos de uso
diario, armas, y algunas esculturas rústicas y pinturas en paredes. Los
eruditos han dividido el tiempo prehistórico en períodos a los que se dan los
nombres de los lugares donde se han encontrado restos culturales por primera
vez: tasiano, badariano, amraciano y gerseano. No hay manera de determinar la
duración de esos períodos.

1. Reino Antiguo, dinastías 1-6 (c 2800-c 2150 a.C.). Al comienzo de este
período ocurrió la unificación de Egipto bajo un rey llamado Menes por Manetón,
aunque ese nombre no ha sido hallado aún en los antiguos registros egipcios.
Los reyes de las dinastías 1ª y 2ª dejaron enormes tumbas en Abidos y Saqq>rah,
construidos con ladrillos a imitación del estilo mesopotámico. Muchas otras
evidencias señalan a los valles del Tigris y del Eufrates como las tierras de
origen de la primitiva cultura y realizaciones egipcias. Durante la 3ª
dinastía se erigieron las primeras estructuras monumentales de piedra, a las
que pertenecen la pirámide escalonada del rey Zoser (fig 176) y las numerosas
estructuras alrededor de ella, que forman todo un gran conjunto sepulcral.
Luego están los constructores de las grandes pirámides de la 4ª dinastía -Kufu,
Keops y Menkaure-, que nos legaron 3 enormes pirámides en GTzeh (fig 177). Su
dominio de las piedras duras, como lo atestiguan las esculturas y las
estructuras monumentales (como las pirámides) y los templos mortuorios, nunca
fue sobrepasado y rara vez igualado en el antiguo Egipto. El Reino 354 Antiguo
sobresalió no sólo en la arquitectura y la escultura, sino también en ciencias
(las matemáticas y la astronomía), y más tarde fue considerado como el período
clásico. Durante las dinastías 5ª y 6ª el poder real declinó, como lo revelan
el menor tamaño y la calidad inferior de las pirámides y otras construcciones
mortuorias. En el s XXII a.C. el Reino Antiguo llegó a su fin y fue seguido
por un período de caos y anarquía, señalado por una gran pobreza en la
población y una reevaluación espiritual de toda la perspectiva de la vida.

2. Primer período intermedio,

Dinastías 8-11 (c 2150-c 2025 a.C.). Primero se debe notar que, en los
antiguos registros, no hay rastros de la existencia de la así llamada 7ª
dinastía citada por Manetón; en consecuencia, hay que suponer que ésta nunca
existió, y que se la debe excluir del estudio de la historia antigua de Egipto.
Los reyes del 1er período intermedio, mayormente gobernantes locales que se
llamaron reyes, fueron débiles sucesores de los del Reino Antiguo, e intentaron
sin éxito lograr la supremacía sobre el país.

Durante este período hubo también un influjo de asiáticos, probablemente
amorreos, que aparecieron por todo el Cercano Oriente. Gobernaron sobre partes
del delta y usaron la ciudad de Athribis como su capital; sus contemporáneos
les echaron generalmente la culpa de todos los problemas y miserias de la
época. Mientras el gobierno central se estaba desmoronando, existía mucha
ilegalidad por todas partes, y una gran crisis económica llevó a la bancarrota
al país. Sin embargo, cuando las posesiones materiales se desvanecieron, hubo
una profunda búsqueda de los verdaderos valores. Esto se refleja claramente en
el florecimiento excepcional de la literatura sapiencial.

3. Reino Medio,

Ddinastías 11 y 12 (c 2025-c 1780 a.C.). Uno de los reyes de la dinastía 11ª
en Tebas, en el Alto Egipto, pudo terminar con las condiciones caóticas del
período y poner todo el país bajo su solo dominio. El resultado fue el regreso
a un reino unido, fuerte, con su administración ordenada. Este acontecimiento
señaló el comienzo del Reino Medio. Más tarde, una revolución produjo un
cambio de dinastías, pero los reyes del la dinastía 12ª continuaron el gobierno
poderoso de sus predecesores. Mudaron la capital a Lisht, en el Egipto
central, y se preocuparon mucho en ser gobernantes responsables de su pueblo.
Adiestraron a sus sucesores, promovieron el comercio exterior, explotaron las
minas de Nubia y del Sinaí, y realizaron expediciones militares a Palestina y a
Libia. Al mismo tiempo, construyeron sólidas fortificaciones para proteger sus
fronteras de las incursiones de extranjeros.

4. Segundo período intermedio,

Dinastías 13-17 (c 1780- c 1590 a.C.). Una vez más Egipto experimento un
período de caos y dominación extranjera. Esta 2ª ruptura del orden y del
gobierno central fue producido por la invasión de los hicsos, un pueblo
misterioso a quien Josefo llama "reyes pastores". Habrían sido parte de una
gran migración de pueblos que inundaron el Cercano Oriente, y que fueron
responsables de la destrucción de varios reinos y del surgimiento de varios
otros: el Imperio Hitita en el Asia Menor, el reino hurrita de Mitani en el
Eufrates superior, y el reino casita en la Baja Mesopotamia.

Los hicsos (significa "gobernantes extranjeros"), que entraron en Egipto desde
el Asia, eran en parte semitas y en parte horeos (hurritas). Introdujeron una
nueva arma de guerra: el carro de combate y el caballo, que cambió la lucha
militar así como lo hizo la invención del tanque en el siglo XX. Se desconoce,
por falta de evidencias documentales, si entraron en Egipto en forma pacífica y
luego se encargaron de la administración débil y obsoleta, o si conquistaron el
país por las armas. Más tarde, los egipcios destruyeron todo rastro de esos
odiados opresores extranjeros.

Los hicsos establecieron su capital en Avaris (la Tanis de los griegos; la
Zoán* bíblica) en la parte oriental del delta. Algunos de sus reyes más
poderosos dominaron probablemente todo el valle del Nilo; otros tal vez no
controlaron más que ciertas áreas limitadas. Los gobernantes nativos locales
siguieron siendo reconocidos por los egipcios y los hicsos como administradores
de ciertos territorios. Alrededor del 1600 a.C., el príncipe local de Tebas
comenzó una lucha por la liberación de Egipto de la dominación extranjera. Las
campañas de 3 reyes sucesivos -Sekenen-Re, Camosis y Ahmosis- terminó con la
derrota total de los hicsos, la conquista de Avaris y la expulsión de los
opresores del país. Los hicsos se establecieron por unos pocos años en
Sharuhen, al sur de Palestina, pero después de una campaña de 3 años (o de 3
campañas anuales; el registro es ambiguo) los egipcios los expulsaron también
de allí, después de lo cual se pierden en la historia. Así, c 1570 a.C.,
Egipto estaba libre otra vez y comenzaba el período más glorioso de toda su
historia.

5. Imperio Nuevo.

Antes del periodo de Amarna, comienzos de la dinastía 18 (c 1590-c 1380 a.C.).
Ahmosis, el rey libertador procedente de Tebas, aparentemente inició una 355
nueva dinastía, aunque la línea ancestral de la 17a no se interrumpió. Sus
sucesores fueron gobernantes fuertes pero, en forma sorpresiva, durante varias
generaciones sólo nacieron niñas a las reinas legítimas, de modo que un rey
tras otro eran personas comunes, que llegaban al trono sólo por su esposa real.
Esto sucedió con los primeros 3 Tutmosis, y fue la razón de por qué una mujer,
la famosa Hatshepsut, gobernara Egipto durante unos años como "rey".

178. Templo mortuorio de la reina Hatshepsut, en Deir el-Bahri, en la Tebas
oriental.

Bajo Amenhotep I, Nubia llegó otra vez a ser parte integral del país del Nilo,
y se explotaron las minas de Sinaí. Tutmosis I (c 1542-c 1524 a.C.) llevó a
cabo campañas militares en Palestina y Siria, y llegó hasta el Eufrates. Bajo
Hatshepsut (c 1504-c 1486 a.C.) se enviaron caravanas de mercaderes a Punt (tal
vez la Somalía, en el África oriental) y se desarrolló una gran actividad de
construcción. Después del pacífico pero poderoso reinado de Hatshepsut,
Tutmosis III (c 1486-c 1450 a.C.), que ya había sido corregente por varios
años, comenzó una serie de campañas militares contra Palestina y Siria, que
llevaron a Egipto a su mayor gloria. Creó el imperio más poderoso que haya
existido en el 2º milenio a.C.; alcanzaba desde el Eufrates hasta la 6ª
catarata del Nilo. Se estableció un gobierno central fuerte y por 1ª vez la
nación tuvo un poderoso ejército de profesionales con guarniciones en todo 356
su vasto imperio. Los tesoros del mundo, que se vaciaban en el valle del Nilo,
le permitieron a los faraones ocuparse en actividades de construcción de
proporciones espectaculares. El mundo nunca vio nada parecido.

6. Período de Amarna.

Parte final de la dinastía 18 (c 1380-c 1360 a.C.). El período de Amarna fue
sólo un breve interludio en la historia de Egipto, pero es muy importante e
interesante. Algunos acontecimientos que precedieron el período de Amarna ya
se pueden notar a fines del s XV a.C. y comienzos del s XIV a.C., pero la
historia no dice nada concreto hasta que Amenhotep IV (c 1381-c 1361 a. C.)
sube al escenario de la historia como rey de Egipto. Era un monoteísta
fanático, adorador exclusivo de Atón, el disco solar. Como la oposición a su
revolución religiosa era muy fuerte en su antigua capital -Tebas (donde el
politeísmo, en especial el culto de Amón, estaba poderosamente atrincherado)-,
mudó su capital a un lugar nuevo, Akhetatón (Amarna), a mitad de camino entre
Tebas y Menfis. El antiguo templo fue cerrado y los sacerdotes desplazados,
los dioses anteriores fueron suprimidos y se persiguió a sus adoradores; pero
surgió un nuevo templo en Akhetatón. El rey, que cambió su nombre de Amenhotep
a lknatón, se dedicó de todo corazón a la interpretación y difusión de la nueva
religión y su culto. Sin embargo, no fue lo suficientemente fuerte como para
cambiar completamente las arraigadas creencias del populacho, y hacia el fin de
su reinado se puede notar un rechazo menos fanático de la antigua religión.
Con su muerte, el movimiento se desmoronó. Uno de sus sucesores, Tutankatón (c
1361-c 1353 a.C.), yerno de él, fue obligado a regresar a Tebas. Cambió su
nombre a Tutankamón y reabrió los templos antiguos, lo que indicó que se había
restaurado el orden anterior y que la revolución de Amarna había muerto. La
revolución de Iknatón fue el único intento de introducir el monoteísmo en
Egipto, hasta que apareció el cristianismo, el que triunfó sobre el paganismo
unos 16 siglos más tarde.

lknatón, más interesado en las reformas religiosas que en la política y la
administración, compuso y entonó himnos a Atón en lugar de escuchar los
frenéticos pedidos de ayuda que le hacían sus súbditos y amigos en el Asia.
Por ello, encontramos que toda Siria y la mayor parte de Palestina se escaparon
del control egipcio durante esos funestos años, y los reyes que lo siguieron
fueron demasiado débiles y estuvieron demasiado ocupados en su país como para
detener el desmoronamiento del imperio.

7. Imperio Nuevo, después del período de Amarna, dinastías 18-20 (c 1360-c 1101
a.C.).

Después que la revolución de Amarna fracasara, la antigua religión y el
anterior estilo de vida fueron rápidamente restaurados, y pronto desapareció
todo vestigio de la revolución religiosa. Haremhab (c 1349-c 1322 a.C.), el
1er rey fuerte del período de la restauración, tenía las manos demasiado llenas
con la recuperación del orden y de la autoridad dentro de las fronteras de
Egipto como para iniciar la reconquista de los territorios perdidos en el Asia.
Seti I (c 1322-c 1304 a.C.) comenzó a hacer precisamente eso, subyugando
varias ciudades fuertes en el valle de Esdraelón, en Palestina, y manteniendo
el control de la región costera que las conectaba con Egipto. Dadas las
circunstancias, no podía hacer más.

Su sucesor, Ramsés II, gobernó casi 70 años (c 1304- c 1238 a.C.). Peleó
contra los hititas en Cades y luego firmó un tratado que los dejó en posesión
de Siria. Llegó a ser mejor conocido en la historia que cualquier otro rey de
Egipto, porque su largo reinado le permitió cumplir un extenso programa de
edificación. Usurpó muchos edificios de reyes anteriores, los demolió y usó
los materiales para sus propios edificios, sobre los cuales puso su nombre
como constructor.

Durante el reinado de su hijo y sucesor, Merneptah, ocurrió la invasión de los
Pueblos del Mar, bárbaros que venían del oeste e irrumpieron en los países
civilizados del Oriente. Estos recién llegados ejercieron presión sobre los
libios, quienes a su vez penetraron en Egipto forzando a Merneptah a luchar
contra sus vecinos occidentales. El Imperio Hitita desapareció bajo las
avalanchas de estos Pueblos del Mar, quienes ocuparon toda el Asia Menor.
Cuando Ramsés III (c 1196-c 1165 a.C.) ascendió al trono, Egipto tenía un miedo
atroz a esos invasores, pero pudo frenar la marea al derrotarlos y hacerlos
retroceder. Algunos restos de ellos permanecieron atrás, como los filisteos,
que se establecieron en la costa sudoeste de Palestina. Ramsés III salvó a
Egipto del peligro exterior, y también promovió la seguridad interna de su
país. Sin embargo, en la parte final de su reinado, comenzó un período de
declinación que se aceleró bajo sus débiles sucesores, de modo que Egipto se
convirtió en un país de 2º o 3er nivel. La pérdida de sus posesiones
extranjeras y del comercio internacional fue la causa principal de una seria
crisis económica. Esta, a su vez, produjo la corrupción en el país, el
desorden en el personal militar, huelgas de los empleados gubernamentales, el
saqueo de las tumbas reales, y 357 una difundida sensación de falta de
seguridad personal y económica. Al mismo tiempo, el poder del sumo sacerdote
de Amón crecía hasta que los sacerdotes se hicieron cargo del Estado.

8. Gobierno de los sacerdotes-reyes, los libios, los etíopes y los asirios,
dinastías 21-25 (c 1101-663 a.C.).

Durante la dinastía 21ª hubo reyes rivales en Tanis y Tebas; el de Tebas era el
sumo sacerdote de Amón. Egipto había llegado a ser tan débil que aún sus
embajadores recibían un trato humillante en el extranjero. Los reyes de origen
libio (dinastía 22ª) lograron la unidad una vez más. El 1º de su reyes,
Sheshonk I (el bíblico Sisac; c 950-? a.C.), hizo un ambicioso intento de
restaurar el imperio. Sin embargo, su campaña militar en Palestina no tuvo un
éxito duradero y no recuperó los territorios perdidos al este de Egipto, aun
cuando conquistó Jerusalén y muchas otras fortalezas de Judá e Israel. Los
sucesores de Sheshonk fueron débiles, y Egipto siguió siendo la sombra de su
antigua situación (fig 476).

Después que los reyes libios gobernaran por unos 200 años, los egipcios
nativos recuperaron el trono (dinastía 24ª), pero lo ocuparon sólo unos pocos
años (c 750-c 715 a.C.). Pronto fueron reemplazados por invasores etíopes de
Nubia, quienes, como reyes de la dinastía 25ª, gobernaron Egipto por casi 9
décadas (c 715-663 a.C.). Estos faraones etíopes tuvieron que luchar contra
los asirios, quienes habían llegado a ser la nación más poderosa de la tierra.
Por el 670 a.C., Esar-hadón de Asiria conquistó Egipto e hizo de él una
provincia asiria, situación que se mantuvo varios años. Véase Etiopía.

9. Reyes saítas, dinastía 26 (663-525 a.C.).

Durante esta dinastía, Egipto experimentó un período de prosperidad razonable.
Sus reyes nativos, cuya capital fue SaVs, en el delta occidental, recuperaron
para los egipcios algo del antiguo prestigio internacional. Al reinar durante
el período de la declinación asiria, los reyes saítas restablecieron una
semblanza de gobierno fuerte en Egipto. Se atrevieron a soñar con la
reconstrucción de su antiguo imperio en el Asia, y desafiaron al reino
neo-babilónico que acababa de emerger como un poder nuevo en la Mesopotamia.
Necao, rey de Egipto, no sólo penetró profundamente en el Asia, sino que
durante varios años estuvo en posesión de toda Palestina y Siria hasta el
Eufrates. Sin embargo, su derrota en Carquemis a manos del príncipe heredero
Nabucodonosor de Babilonia (605 a.C.), terminó con las aspiraciones egipcias en
el Asia. Desde entonces, los egipcios quedaron confinados en su propio
territorio. Una tableta cuneiforme incompleta indica que probablemente
sufrieron una invasión babilónica durante el reinado de Amasis. Sin embargo,
los gobernantes egipcios nativos permanecieron en el trono durante todo el
período del Imperio Babilónico.

179. Símbolos heráldicos del Alto y del Bajo Egipto -el loto (derecha) y el
papiro (izquierda)- en el templo de Karnak.

10. Gobernantes persas y los últimos gobernantes nativos, dinastías 27-31
(525-333 a.C.).

Cambises, el 2º rey del Imperio Persa conquistó Egipto en el 525 a.C. y la
transformó en una satrapía persa. Sin embargo, Egipto estuvo otra vez bajo
gobernantes nativos desde el tiempo de Darío II hasta el reinado de Artajerjes
III, período durante el cual reyes egipcios de 3 dinastías (28-30) ocuparon el
trono de los faraones. Finalmente, los persas volvieron en el 341 a.C. y
acabaron con los gobernantes nativos. Sin embargo, este 2º período persa, que
Manetón cuenta como dinastía 31ª, no duró mucho, y terminó con la entrada
triunfal de Alejandro en Egipto en el 332 a.C.

C. Egipto helenístico y romano.

Con las aplastantes victorias de Alejandro sobre los 358 ejércitos persas,
gobernantes helenísticos tomaron a su cargo las regiones conquistadas, entre
las que estaba Egipto, que fue administrado por Tolomeo. Unos 20 años después
de la muerte de Alejandro, Tolomeo se proclamó su rey, y sus descendientes
reinaron sobre el país por casi 300 años. Se fundó Alejandría como ciudad
griega y se helenizaron ciertos sectores del Delta, pero el resto de Egipto
continuó con sus antiguas costumbres, con muy pocos cambios. Con la llegada de
los romanos, el reino se transformó en una dependencia de la poderosa república
del Tíber. Después de su conquista por Octaviano (Augusto) en el 30 a.C. (el
año siguiente a la batalla de Accio), llegó a ser una provincia romana bajo el
gobierno directo del emperador; ésta era la situación de Egipto durante el
tiempo de los apóstoles.

VI. Religión.

Aunque han sobrevivido muchos templos de los antiguos egipcios y se sabe
bastante acerca de sus rituales, la verdadera naturaleza de la religión egipcia
es todavía muy oscura. Se debe distinguir entre las deidades locales,
mayormente identificadas con animales (el gato, la rana y el cocodrilo) y las
deidades nacionales (Ra y Osiris).

Las características de los dioses y de sus esferas de acción variaban con el
paso del tiempo. Osiris fue primero el dios del Nilo, luego el dios de la
fertilidad y finalmente el dueño del mundo subterráneo. Ra, el dios sol, fue
adorado por muchos siglos en On (Heliópolis), cerca de Menfis; pero en el
período del imperio, cuando Amón (el dios con cabeza de carnero de Tebas) llegó
a ser el principal dios de Egipto, Ra se identificó con Amón y recibió el
nombre de Amón-Ra. Horus, con cabeza de halcón, era el dios de la reyesía, y
todo rey se llamó a sí mismo Horus. La diosa vaca Hator era la patrona de
Sinaí, de Biblos y de otros lugares. Tot, el escriba de los dioses, que
llevaba los registros celestiales, tenía la cabeza de un ibis; y Anubis, el
guía de los muertos, una cabeza de chacal. Los egipcios construyeron grandes
templos a los dioses, les llevaban sacrificios para que pudieran subsistir, y
celebraban fiestas en su honor, durante las cuales se llevaban en procesión sus
emblemas. Como se creía que todas las fuerzas de la naturaleza, animadas e
inanimadas, actuaban bajo la jurisdicción de uno o de varios dioses, los
egipcios sentían la necesidad de apaciguar a estos dioses para poder gozar de
las bendiciones de la existencia; pensaban que la buena vida sólo se podía
obtener al hacerse amigo de los dioses y manteniendo esa amistad.

Los egipcios creían en una vida después de la muerte. Sostenían que si al
morir se podía pasar un riguroso examen de su vida sobre la tierra (fig 65),
continuarían la vida terrenal en el mundo subterráneo. Como la preservación
del cuerpo era considerada necesaria para el bienestar en esa vida futura, los
egipcios embalsamaban a sus muertos (figs 214, 423). Además, pensaban que se
necesitaban ofrendas para el bienestar de los muertos; por lo tanto, la gente
hacía provisión durante su vida para la continuidad de estas ofrendas después
de su muerte.

180. El Gran vestíbulo Hypostyle en el templo de Karnak; una piedra en forma de
rejilla cierra una ventana (centro arriba).

Aunque el AT se refiere con frecuencia a los dioses egipcios, sólo uno de ellos
se menciona por nombre: Amón, de Tebas (Jer. 46:25). Sin embargo, en los
nombres personales o de lugares aparecen muchos de ellos: en Asenat, Potifera,
Ramsés, Pitom, Pibeset (Gn. 41:45; 46:20; Ex. 12:37; 1:11; Ez. 30:17), etc.

VII. Egipto y el relato bíblico.

Los principales hechos bíblicos relacionados con Egipto, fechados en armonía
con la historia del país que se sigue en este Diccionario, con los siguientes:
1. Abrahán encontró refugio en el 359 Reino Medio de Egipto durante el hambre
en Palestina (s XIX a.C.). Por ello, el faraón que conoció Abrahán y que lo
trató con consideración y respeto (Gn. 12:10-20), debió haber sido de la
dinastía 12ª. 2. José fue vendido como esclavo en Egipto cuando los hicsos
estaban en el poder (s XVII a.C.). Esto explica cómo pudo llegar a tener honor
y autoridad como visir del país, cuando en cualquier otro momento hubiera sido
muy difícil que un semita ocupara ese cargo. Mientras estaba en la corte, la
familia de Jacob se mudó a Egipto por causa del hambre y se estableció en la
región de Gosén (39:1-47:28). 3. Los descendientes de Jacob se multiplicaron
hasta ser un grupo formidable. Cuando los egipcios se liberaron de los hicsos
esclavizaron a los hebreos, que, con el acompañamiento de milagros, fueron
liberados bajo la conducción de Moisés (Ex. 1:8-12; 3:10-12; 7-12). Este
ocurrió probablemente bajo el rey Amenhotep II (1445 a. C.). 4. Merneptah, el
hijo y sucesor de Ramsés II, menciona en una inscripción sobre la famosa estela
de Israel que él derrotó a Israel, y por el contexto parece que este encuentro
ocurrió en Palestina (fig 268). Este acontecimiento, a fines del s XIII a.C.,
durante el período de los jueces, no está registrado en la Biblia. 5. Salomón
se casó con una hija de uno de los últimos reyes de la dinastía 21ª (1 R, 3:1).
Uno de sus oficiales, Jeroboam, se rebeló contra él y encontró refugio en la
corte de Sheshonk I (Sisac; 11:40). Este Sheshonk invadió Judá e Israel poco
después de la muerte de Salomón y conquistó Jerusalén (1 R. 14:25, 26; 2 Cr.
12:2-5; fig 476). 6. Ezequías desafió a los asirios al confiar en parte en la
fortaleza y ayuda de los reyes etíopes de Egipto (2 R. 18:19-21). Taharka (el
bíblico Tirhaca fig 193) se menciona como habiendo hecho el intento de rescatar
a Ezequías (19:9), pero nada se sabe acerca del éxito del intento. 7. Durante
los últimos años del reino de Judá, Egipto desempeñó un papel mayor en la
historia de la nación hebrea que el que había tenido en muchos años. El rey
Josías, probablemente atado por un acuerdo con los babilonios, intentó bloquear
el paso del faraón Necao que iba hacia el norte contra aquéllos, y en la
batalla de Meguido perdió su vida (2 R. 23: 29, 30; 2 Cr. 35: 20-24). Su hijo
y sucesor, Joacaz, fue depuesto por Necao después de un breve reinado de 3
meses y llevado a Egipto como prisionero (2 R. 23:31-33; 2 Cr. 36:1-3). Joacim
fue puesto por él como rey vasallo y siguió así hasta que Nabucodonosor acabó
con la supremacía egipcia en Palestina (2 R. 23:34, 35; 2 Cr. 36:4-6). Sin
embargo, quedó entre los hebreos un grupo por egipcio, y fue la confianza en el
poder de Egipto la que impulsó a Joacim y luego a Sedecías a rebelarse contra
el rey de Babilonia. Durante el último sitio de Jerusalén el faraón Apries (el
bíblico Hofra) hizo un fracasado intento de llevar alivio a la ciudad sitiada,
pero solo fue un breve respiro para ella (Jer. 37:5-7). Muchos judíos que
habían escapado de la destrucción de Jerusalén por los babilonios, más tarde
fueron a Egipto (Jer. 42-44) formaron el núcleo de sólidas comunidades hebreas
en tiempos posteriores. 8. José, siguiendo instrucciones divinas, huyó a
Egipto con su esposa María y el niño Jesús para escapar de la ira de Herodes el
Grande. Permanecieron allí hasta después de la muerte del rey, ocurrida en la
primavera del 4 a.C. (Mt. 2:13-15). Véase Cronología IX (tablas).

Bib.: A. Gardiner, Egypt of the Pharaohs [El Egipto de los faraones] (Oxford,
1961); H. Kees, Ancient Egypt: A Cultural Topography [El antiguo Egipto: una
topografía cultural] (Londres, 1961); J. A. Wilson, The Burden of Egypt [La
carga de Egipto] (Chicago, 1951); J. Cerny, Ancient Egyptian Religion [La
religión egipcia antigua] (Londres, 1952); G. Steindorff y K. C. Seele, When
Egypt Ruled de East [Cuando Egipto dominó el Oriente] (Chicago, 1957); P.
Montet, Egypt and the Bible [Egipto y la Biblia] (Filadelfia, 1968).

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