Diccionario Biblico: Creación


Significado de Creacion

Ver Concordancia



La palabra "creación", en su sentido más amplio implica la formación del
universo por Dios, incluyendo nuestro mundo y todos los seres vivientes que hay
en él. Sin embargo, el relato de la creación (Gn. 1 y 2) trata principalmente
de la llegada a la existencia de la Tierra, del Sol, los planetas y las
criaturas vivientes que se encuentran sobre la Tierra.

Cuando la palabra hebrea traducida como "crear" (bârâ) aparece en las
Escrituras, se usa exclusivamente para un acto en el cual Dios es el agente.
Hay otros 2 términos hebreos que se escriben igual, pero tienen significados
diferentes:1) "Ser gordo" (1 S. 2:29). 2) "Cortar", "desmontar" (Jos. 17:5, 18;
etc.); estas palabras aparecen en formas gramaticalmente diferentes de la
palabra que significa "crear", de modo que se las distingue fácilmente. Se
dice que bârâ significa creación de algo a partir de la nada. Esta idea no
está implícita en la palabra, y si se entiende así en algún 257 pasaje debe ser
como deducción a partir de otras consideraciones, tales como el contexto o
textos relacionados con aquél. Se pueden citar numerosos casos en los que la
creación de algo nuevo o diferente procede de material ya existente. El más
notable es el registro de la creación del hombre, que afirma que fue formado
del polvo de la tierra, y sin embargo fue "creado" (bârâ; Gn. 1:26, 27).
Otras cosas mencionadas en las Escrituras como "creadas" (bârâ) por Dios son:
cielos y tierra (Gn. 1:1; Is. 40:28; 42:5; 45:18), hombre (Gn. 1:27), estrellas
(Is. 40:26), corazón limpio (Sal. 51:10), y cielos nuevos y tierra nueva (Is.
65:17).

El registro de la creación es sumamente breve, y está escrito en el estilo
sencillo del informe bíblico y no en los términos técnicos de un hombre de
ciencia. Siempre debemos recordar este hecho cuando intentemos interpretar
estos pasajes. A menudo, de una sencilla palabra o frase hebrea se extraen
conclusiones filosóficas o científicas indefendibles que van mucho más allá de
lo que era la intención original del autor. El relato comienza con una
afirmación sencilla: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra". Las
Escrituras aclaran que antes de todo era Dios, quien por medio de Cristo trajo
todas las cosas a la existencia. "Todas las cosas por él fueron hechas, y sin
él nada lo que ha sido hecho, fue hecho" (Jn. 1:3). "Porque en él fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,
visibles e invisibles; sean tronos, sean potestades; todo fue creado por medio
de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él
subsisten" (Col. 1:16, 17). "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la
tierra, y todas las cosas que en ellos hay" (Ex. 20:11).

De acuerdo con la narración de Gn. 1, la obra de la creación se completó en 6
días. La forma más natural de entender el pasaje es considerar estos días como
días literales de 24 horas cada uno. Evidentemente, los términos "tarde" y
"mañana" se emplean para designar la parte oscura y la parte clara de cada día
de 24 horas. El 7º día Dios terminó su obra y descansó (Gn. 2:2). Sobre este
hecho histórico se basa el mandamiento del sábado: "Recuerda el día del sábado
para santificarlo... Pues en seis días hizo Yahvéh el cielo y la tierra, el mar
y todo cuanto contienen" (Ex. 20:8, 11, BJ). Este mandamiento y su razón de
ser tienen sentido sólo si la creación original ocupó la misma cantidad de
tiempo como el intervalo entre 2 sábados, es decir, 6 días literales. El
empleo que Dios hizo de 7 días para la semana de la creación es, en realidad,
el origen del ciclo semanal como lo tenemos hoy. No hay otra explicación
satisfactoria para esta división del tiempo.

I. Informe bíblico.

Al salir de las manos del Creador, la Tierra estaba "desordenada y vacía",
envuelta en oscuridad, la que desapareció, sin embargo, ante la palabra de Dios
(Gn. 1:2, 3). "Y separó Dios la luz de las tinieblas", con lo que comenzó el
ciclo incesante del día y de la noche (vs 4, 5). El 2º día Dios creó la
atmósfera y separó una parte de la gran masa de agua de la tierra inconclusa, y
evidentemente la distribuyó por encima y alrededor de ese cuerpo como nubes o
una envoltura de vapor (vs 6-8). El 3er día, las "aguas", que hasta entonces
habían cubierto la esfera terrestre completa, se reunieron "en un lugar" y
apareció la tierra seca. Dios vistió de inmediato la tierra con vegetación y
árboles de diversas clases (vs 9-12), los que eran regados posteriormente, día
tras día, por "un vapor" o rocío (2:5, 6). El reino vegetal fue provisto por
Dios para alimento de los animales, las aves y el hombre (1:29, 30). Luego la
Biblia menciona la creación de 2 grandes luminarias en el día 4º: el Sol y la
Luna, para iluminar la tierra y para "señales para las estaciones, para días y
años". Dios "hizo también las estrellas" (vs 14-19; muchos creacionistas
postulan que estos astros pudieron haber sido creados antes y llegaron a ser
visibles ese día). Las criaturas marinas y aéreas de toda clase, desde las
mayores y más complejas hasta las formas menores y más sencillas, fueron
creadas el 5º día (vs 20-23). Todas las demás formas de vida "según su género,
bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie" aparecieron
sobre la tierra el 6º día (vs 24, 25); también el hombre fue creado ese día (vs
26, 27; 2:7). Como hogar y lugar de trabajo para la pareja, Dios "plantó un
huerto en Edén, al oriente" (2:8, 15). En ese jardín estaba el árbol de la
vida y el "árbol de la ciencia del bien y del mal", cuyo fruto el hombre no
debía tocar ni comer (vs 9, 16, 17). La mujer fue formada a partir de una
costilla tomada del costado de Adán (vs 21, 22). La creación culminó con la
santificación del 7º día como un monumento a la semana de la creación y como
día de descanso físico y espiritual para el hombre (Gn. 2:2, 3; Ex. 20:8-11;
Is. 58:13).

Muchos comentadores afirman que Gn. 2:4-3:24 constituye un informe separado y
diferente de la creación realizado por un autor distinto, escrito en un período
posterior el relato de 1:1-2:3. Tal suposición es superflua. El cp 2, con
toda lógica, se puede considerar una 258 ampliación de ciertos detalles que
podrían no haber sido apropiados al informe sucinto del cp 1. Sin esta
información adicional, nuestro conocimiento del estado edénico habría sido
realmente incompleto (véase CBA 1:213-216, 233-235).

II. Relato de la creación entre las naciones antiguas.

Entre los súmeros y los babilonios, la creación estaba relacionada con una
lucha primitiva entre los dioses. Se la menciona en varios mitos, el más
importante de los cuales es el babilónico (llamado Enûma elish, "Cuando en lo
alto"). Cuenta cómo el dios Apsû, "Caos", había cansado al sabio dios Ea,
hasta el punto que éste mata a Apsû. Eso causa la ira de la consorte de Apsû,
Tiâmat, quien consigue seguidores entre los dioses malos y hace preparativos
para vengar la muerte de su esposo. Los dioses buenos que apoyan a Ea nombran
a Marduk como su representante para luchar contra ella. El relato cuenta
extensamente la lucha entre Marduk y Tiâmat, que termina con la muerte de
ésta. Marduk entonces crea con su cadáver los cielos y la tierra, pone las
luminarias en el cielo para regular las estaciones, y finalmente crea al hombre
con la sangre de Kingu, el principal de los seguidores de Tiâmat.

Aparte de que el relato babilónico está desprovisto de valores éticos y
presenta a los dioses en forma extremadamente antropomórfica, le falta la
secuencia ordenada de la narración bíblica en la que un acto de la creación
sigue a otro en forma lógica, y donde toda la obra termina mediante la palabra
del Todopoderoso en 6 días, con la culminación del 7º día como sábado, un día
de reposo. Los pocos paralelos que existen entre el relato de la creación de
la Biblia y los de los pueblos de la Mesopotamia muestran que cuando se
originaron esos mitos todavía había un vago recuerdo de lo que había ocurrido
al comienzo de la historia de este mundo. Pero no más que eso, y parece
ilógico sostener, como muchos eruditos creen, que el autor del Génesis tomó
prestado su relato del mito babilónico.

El concepto egipcio de la creación del mundo y de la humanidad está aún más
alejado de la historia bíblica. Por ejemplo, algunos textos mitológicos
afirman que el hombre fue creado con las lágrimas del dios-sol, Ra. Además,
hay ilustraciones que presentan al dios Khnum formando a los seres humanos
sobre el torno de un alfarero (fig 139). Las cosmogonías de los fenicios, los
iranios y otros pueblos antiguos también hacen referencia a la creación del
mundo y de la humanidad, pero no tienen paralelos con el relato bíblico de la
creación, y en la mayoría de los casos presentan conceptos tan absurdos que no
vale la pena analizarlos aquí.

139. El dios egipcio Khnum pintado en el tiempo de Luxor como modelando al rey
Amenhotep III y a su doble sobre una rueda de alfarero.

Bib.: Sobre los relatos babilonios de la creación, véase Alexander Heidel, The
Babylonian Genesis [El Génesis babilónico] (Chicago, 1951), 2ª ed., y ANET
60-72. Sobre los mitos egipcios de los orígenes, véase ANET 3-7. Sobre las
cosmogonías de otras naciones, véase A. Jeremías, The Old Testament in the
Light of the Ancient East [El Antiguo Testamento a la luz del Antiguo Oriente]
(Nueva York, 1911), t 1, pp 155-173.

III. Creación y evolución.

Los evolucionistas suponen que hace varios miles de millones de años un
conjunto fortuito de circunstancias produjo la formación de una cantidad de
moléculas orgánicas importantes para los procesos vitales. Estas moléculas, a
su vez, se combinaron para formar moléculas mayores como las proteínas y el
complejo material genético llamado ADN. Después, estos materiales formaron
alguna forma sencilla de vida. El muy fortuito conjunto de circunstancias
necesarias para producir todos estos pasos hace que la idea sea increíble.
Aunque los libros escolares de ciencia a menudo la exponen, carece de
verificación y no se la debe confundir con el trabajo científico normal,
generalmente sujeto a altas normas de objetividad. Sólo se puede sostener esta
idea si se busca explicar todo sobre una base estrictamente natural.

Muchos hombres de ciencia reconocen la dificultad del origen espontáneo de la
vida. 259 Keosian afirma: "La célula heterotrófica más sencilla es una unidad
estructural y metabólica compleja de partes y procesos químicos armoniosamente
coordinados. Su ensamblaje espontáneo a partir del medio, aun suponiendo que
estuvieran presentes simultáneamente todas las partes, lo que es altamente
improbable, no es una posibilidad creíble". Por su parte, Yockey dice:
"Debemos concluir que, contrariamente al conocimiento establecido y corriente,
todavía no se ha escrito un libreto que describa el génesis de la vida sobre la
tierra por el azar y por causas naturales que puedan aceptarse sobre la base de
hechos y no de la fe".

Aun si se dieran las circunstancias extremadamente fortuitas necesarias para el
origen espontáneo de la vida, y que algunas formas simples se pudieran
desarrollar repentinamente, subsistiría el problema del origen de las complejas
formas superiores a partir de células sencillas. Para responder a este
problema, los evolucionistas generalmente invocan el mecanismo de la
supervivencia del más apto, propuesto por Darwin. Según este concepto, las
pequeñas variaciones beneficiosas que sufren los organismos en la competencia
por sobrevivir, se seleccionan entre las características menos aptas que tienen
otros organismos.

Tanto los creacionistas como los evolucionistas creen que existen pequeñas
variaciones en la naturaleza, pero el mecanismo de la supervivencia del más
apto no hace provisiones adecuadas para el desarrollo de formas superiores que
tienen nuevas partes integradas y sistemas complejos. Las unidades
individuales de las partes o los sistemas trabajan juntas entre sí, y solas
serían inútiles; en realidad, tendrían un valor negativo para la supervivencia
hasta que todo el sistema complejo estuviera evolucionado y pudiera funcionar
con provecho. Por ejemplo, ¿por qué los organismos desarrollarían un mecanismo
de control en el cerebro para los músculos del ojo si no existieran esos
músculos en el ojo, o viceversa? El organismo que tuviera de sobra músculos
inútiles en el ojo estaría en desventaja en comparación con un organismo que no
los tuviera, y, por lógica, sería eliminado por los competidores que no
tuvieran esa adición inútil. Lo mismo se podría decir de los procesos
metabólicos químicos, que serían un agregado inútil hasta que todos los pasos
se hubieran desarrollado (por evolución) para tener un producto final útil.
Estos ejemplos se podrían multiplicar muchas veces tanto en número como en
complejidad. Las partes no usables en el desarrollo de sistemas complejos
serían una desventaja que se debería eliminar por la selección natural. Los
creacionistas también señalan que las mutaciones que causan esos pequeños
cambios en los organismos son, en abrumadora mayoría, perjudiciales. Una
mutación benéfica por cada 1.000 mutaciones perjudiciales es una cifra muy
generosa. La escasez de buenas mutaciones subraya aún más la poca
plausibilidad de producirse a la vez la cantidad de cambios necesarios para
producir un mecanismo complejo nuevo y útil. Por ello, el concepto de la
supervivencia del más apto como medio para desarrollar organismos complejos y
superiores tiene problemas muy serios.

El registro de la vida pasada que nos ofrecen los fósiles en los sedimentos de
la tierra debería darnos una pista acerca de si existió o no la evolución de
organismos sencillos a más complejos. En estos registros tampoco encontramos
los organismos intermediarios entre los tipos básicos de seres como sugiere la
teoría general de la evolución. Los libros de texto de biología dan unos pocos
ejemplos de cambios menores (como la tan publicitaria serie del caballo), pero
los paleontólogos más famosos han reconocido la ausencia continua de fósiles
intermedios entre los tipos principales de organismos. Simpson afirma: "Esta
ausencia regular de formas de transición... es un fenómeno casi universal, como
lo han observado desde hace mucho los paleontólogos", y Gould dice que "todos
los paleontólogos saben que el registro fósil contiene realmente muy pocas
formas intermedias; las transiciones entre los grandes grupos son
característicamente abruptas". Los paleontólogos han tratado de explicar estas
brechas sobre la base de una falta de conservación de los organismos
intermedios, concepto difícil de sostener, ya que se han encontrado miles de
millones de fósiles bien conservados. ¡La idea exigiría que la conservación de
todos estos fósiles ocurriera sólo cuando no estuviera en marcha la evolución!
Véase Diluvio IV.

Una segunda explicación es que los grandes cambios repentinos entre los grupos
básicos ocurrieron produciendo "monstruos promisorios" o un tipo completamente
nuevo; por ello, aparecen muy pocos o ningún fósil intermedio. Esta idea no ha
sido convalidada por los hechos y afrenta problemas genéticos casi
insuperables. Merrill señala aun otros escollos de este modelo, incluyendo el
hecho de que tales cambios fortuitos serían sumamente escasos y que en "las
series de reproducción sexual este individuo solitario del nuevo orden sería
como una voz en el desierto, buscando 260 su compañera, que no existe, por lo
que el orden originado en un paso llegaría a extinguirse en el siguiente".

Por otra parte, el modelo creacionista predice la ausencia total de fósiles
intermedios, que es lo que precisamente acontece. Mucha de la evidencia que
usan los biólogos para sostener la evolución se basa en la suposición de que
las similitudes de estructura, bioquímicas, de desarrollo, etc., se deben a
relaciones evolutivas. Este argumento no proporciona evidencia alguna en favor
de la evolución, puesto que la creación por un único diseñador produciría una
evidencia similar. La similitud puede significar una descendencia de
antepasados comunes o un diseñador único.

Así, al considerar los hechos básicos de la naturaleza -el problema del origen
espontáneo de la vida, los problemas de la producción de formas de vida más
complejas y las brechas entre los tipos básicos de fósiles-, pareciera que la
ciencia tiene muy poco que ofrecer a los evolucionistas en apoyo de su teoría.

IV. Esfuerzos para armonizar posturas antagónicas.

En un intento por conciliar el registro bíblico de la creación con los
conceptos evolucionistas, muchos eruditos cristianos adoptaron diversos puntos
de vista comprometidos entre el creacionismo y el evolucionismo. Estas ideas
conservan el concepto de un Dios, pero permiten el desarrollo de la vida a lo
largo de enormes períodos de tiempo.

1. Día-era.

En este punto de vista se consideran los días de la semana de la creación como
largos períodos de tiempo, tal vez hasta millones de años. Los que proponen
esta idea sostienen que durante millones de años la tierra estuvo "desordenada
y vacía"; luego, en la 2ª era, apareció el firmamento y la tierra seca. La
siguiente era vio la creación de la vida vegetal, mientras la 4ª trajo la luz
del Sol. Las últimas 2 eras proveyeron a la tierra con vida vegetal y animal.
La creencia en esta teoría a menudo está asociada con la siguiente filosofía.

2. Evolución teísta.

Muchos sostienen que hace miles de millones de años Dios hizo la Tierra, y que
a su debido tiempo creó sobre ella la vida en forma sencilla. Durante las
edades siguientes usó el proceso de la evolución para desarrollar las formas
más complejas.

3. Creación progresiva.

Esta idea sugiere que Dios, a lo largo de extensos períodos, creó repetidamente
formas de vida progresivas y más avanzadas, aunque sin usar el proceso de la
evolución como propone la evolución teísta.

Aunque estos conceptos de compromiso entre el creacionismo y el evolucionismo
son bastante populares, presentan numerosos problemas. En general, su valor
como explicación es escaso, por cuanto no encuentran apoyo en la ciencia ni en
la Biblia. La ciencia no indica que éstas sean las formas como Dios desarrolló
la vida sobre la tierra, ni lo hacen las Escrituras. Es contraria al registro
del Génesis y al 4º mandamiento, y suponen algunos conceptos atribuidos a la
naturaleza de Dios que son diferentes de los atributos asignados a él en la
Biblia. El Dios de amor que conocemos, ¿usaría el proceso de la supervivencia
del más apto, que supone la eliminación de competidores, para desarrollar
formas más avanzadas de vida? ¿No parecería sin sentido que él creara
centenares de miles de especies, que ahora no están representadas, sólo para
dejarlas extinguir? Además, si el hombre aparece muy tardíamente en la escena
(suponiendo largas eras) y el sufrimiento (en la forma de predación) aparece
mucho más temprano, hay que explicar la entrada del pecado antes de la
aparición del hombre. Aunque se pueden postular explicaciones para los
contrasentidos anteriores, tienen muy poco apoyo en las ciencias o en las
Escrituras.

Algunos hombres cultos, con preparación científica, han considerado el relato
de la creación y encuentran que es la mejor explicación existente para toda la
realidad que los rodea. Notan que si se está dispuesto a aceptar el hecho de
la existencia de un Dios que obra milagros -y es difícil explicar algunos
aspectos de la naturaleza de otra forma- no es más difícil creer que él creó la
vida con formas complejas que creer que creó una sola célula sencilla de la
cual surgieron las demás formas. Y no es más difícil creer que estas formas
complejas se produjeron en un momento que creer que hubo largas eras para su
evolución. En consecuencia, no encuentran dificultad en creer que, en el
transcurso de 6 días literales, Dios creó todos los antepasados de todas las
plantas y animales de la tierra. Señalan, sin embargo, que desde la creación,
han aparecido muchas especies nuevas y variedades que no son exactamente
iguales a sus antecesoras, hecho que no está en contradicción con el registro
del Génesis. Estas formas nuevas surgieron, como lo confirma la ciencia,
mediante una combinación de factores como mutaciones, aislamiento geográfico e
hibridación. Pero tales formas son tan similares a sus antepasadas que se las
puede rastrear hasta ellos sin grandes dificultades.

Bib.: John Keosian, "Lifes Beginnings- Origin or Evolution?" [El comienzo de
la vida: ¿Origen o evolución?] en J. Oró et. al., eds., 261 Cosmochemical
Evolution and the Origin of Life [La evolución cosmoquímica y el origen de la
vida] (Holanda, Dordrecht, 1974), I: 291; H. P. Yockey, "A Calculation of the
Probability of Spontaneous Biogenesis by Information Theory" [Un cálculo de
probabilidades de la biogénesis espontánea por la teoría de la información],
Journal of Theoretical Biólogo [Revista de Biología Teórica] 67 (1977):396; G.
G. Simplón, Tempo and Mode in Evolution [Ritmo y modo en la evolución] (Nueva
York, 1944), p 107; S. J. Gould, "The Return of the Hopeful Monsters" [El
retorno de los monstruos promisorios], Natural History [Historia Natural] 86:6
(Junio-Julio, 1977):24; David J. Merill, Evolution ad Genéticas [Evolución y
genétical (Nueva York, 1962), pp 294-296.

Indice alfabetico:

 

Concordancia Biblica: Creacion


Ir arriba