Diccionario Biblico: Cautiverio


Significado de Cautiverio

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Traducción de varios términos hebreos con ligeras diferencias de significado
que designan: 1. Estado de restricción o confinamiento, sea literal o figurado.
2. Traslado a un país extranjero. En el AT, shebî y shebûth tienen un rango
más amplio de significación, incluyendo el exilio a un país extranjero,
mientras que gôlâh y gâlûth se usan exclusivamente en este último sentido,
particularmente con referencia al cautiverio asirio del reino del norte,
Israel, y al cautiverio babilónico del reino del sur, Judá. En el NT se usa el
gr. aijmalÇsía, aijmalÇtéuÇ, aijmalÇtízÇ, aijmálÇtos ("cautividad
[cautiverio]", "ser hecho cautivo", "cautivo"), metoikesía ("deportación"),
metoikízÇ ("trasladar", "transportar") y paroikía ("extranjería",
"peregrinación" [Hch. 13:17; 1 P. 1:17]). La mayoría de los términos hebreos y
griegos tiene una connotación de "exilio".

I. Cautiverio asirio de las 10 tribus.

Asiria fue la 1ª nación de la antigüedad en practicar la deportación en masa de
los pueblos conquistados -o por lo menos a sus hombres más destacados-, a
regiones remotas como medio para evitar revueltas en las tierras avasalladas
(fig 49). Después de un siglo de pagos intermitentes de tributos a Asiria, el
reino del norte, Israel, se derrumbó y finalmente cayó bajo los golpes
sucesivos y crecientes de los reyes Tiglat-pileser III (745-727 a.C.),
Salmanasar V (727-722 a.C.) y Sargón II (722-705 a.C.). Tiglat-pileser,
probablemente en su campaña del 733/32, ocupó la mayor parte de Galilea y
Galaad y deportó a los habitantes de esas regiones al este (2 R. 16:5-9;
15:27-29). Al mismo tiempo, posiblemente habiendo hecho arreglos para asesinar
al rey Peka de Israel, puso a Oseas sobre el trono como rey vasallo de Asiria,
exigiéndole un tributo muy pesado por ese privilegio (c 732-722 a.C.). En su
desesperación, Oseas selló una alianza con Egipto contra Asiria; como
resultado, Salmanasar,* que había sucedido a Tiglat-pileser, invadió Israel,
sitió Samaria* y tomó la ciudad después de 3 años, probablemente el último año
de su reinado (18:10;723/22 a.C.), pues queda cierta inseguridad con respecto a
cuándo cayó Samaria, capital del reino del norte, si antes o después de la
muerte de Salmanasar. La mayoría de los habitantes que quedaron fueron
deportados a Mesopotamia y a Media, y se trajeron colonos de otras tierras
conquistadas para reemplazarlos (17:5, 6, 18). La mezcla de los israelitas que
quedaron con esos extranjeros dio por resultado la raza samaritano (vs 19-41).
No se sabe con certeza hasta qué punto y por cuánto tiempo mantuvieron su
identidad los exiliados del reino del norte, aunque escritores bíblicos
posteriores mencionan ocasionalmente las 12 tribus (véase Esd. 6:17; 8:35; Hch.
26:7). Véase Sargón.

II. Cautiverio babilónico de Judá.

Los intentos de Sargón II (722-705 a.C.) y de Senaquerib (705-681 a.C.) de
subyugar a Judá no tuvieron éxito. El primero conquistó una pequeña región
costera de Judá. En 2 invasiones -la 1ª en el 701 y la 2ª algo de 10 años más
tarde- Senaquerib dominó la región entera excepto la ciudad de Jerusalén, que
fue salvada por intervención divina (2 R. 18:13-19:37). Grandemente reducida
en tamaño, Judá permaneció independiente por casi otro siglo, hasta la invasión
de Nabucodonosor (605 a.C.). Recientemente victorioso sobre los restos del
poder asirio, Nabucodonosor capturó Jerusalén ese año, saqueó el templo y llevó
a algunos miembros de la familia real y de la nobleza en cautiverio a Babilonia
(2 Cr. 36:3-7; Dn. 1:1-3). Dejó a Joacim como rey vasallo sujeto a Babilonia,
pero cuando éste se rebeló, Nabucodonosor envió un ejército que saqueó la
tierra (2 R. 24:1, 2) y deportó a 3.023 judíos a Babilonia (Jer. 52:28). Hacia
fines del 598 a.C. los caldeos aparentemente 220 entraron de nuevo en
Jerusalén, ataron con cadenas a Joacim para deportarlo y se apoderaron de más
tesoros del templo (2 Cr. 36:6, 7). Joacim murió en Jerusalén, no mucho
después de la derrota, quizá por accidente o maltrato de los soldados (Jer.
22:18, 19). Lo sucedió en el trono su hijo Joaquín (2 R. 24:8, 9) que reinó
sólo 3 meses antes que Nabucodonosor volviera en persona (597 a.C.) y lo
llevara a Babilonia, junto con 7.000 soldados, 1.000 artesanos hábiles y el
resto del tesoro del templo (2 R. 24:10-16), en el trono dejó a Sedequías, tío
de Joaquín.

Poco inclinado a seguir el curso de acción recomendado por Jeremías, Sedequías
se dejó arrastrar por la marea cambiante de la opinión popular, y como
resaltado fue un gobernante débil y vacilante. Este defecto de carácter lo
perdió e hizo que la desolación total de Jerusalén fuera un hecho inevitable.
Por un tiempo permaneció sometido a Babilonia; en el 4º año de su reinado hizo
un viaje a la capital caldea quizá para renovar su promesa de lealtad (Jer.
51:59). Pero más tarde habría negociado una alianza con naciones vecinas para
sacudir el yugo babilónico (27:1-3, 12-22; 28:1, 2): previendo una invasión de
Palestina por Nabucodonosor, pactó con el rey de Egipto (Psamético II) su ayuda
para este caso (37:6-10). Con el tiempo y como era de esperar, las fuerzas
babilónicas regresaron, pusieron sitio a Jerusalén (aproximadamente el 15 de
enero del 588 a.C.) y entraron en ella 30 meses más tarde (aproximadamente el
19 de julio del 586 a.C.; 2 R. 25:1, 2, Jer. 39:2). La ciudad fue saqueada
sistemáticamente, sus muros derribados y, un mes más tarde, incendiada
totalmente (Jer. 39:8). Sedequías y la mayoría de sus súbditos fueron
transportados a Babilonia, y sólo quedaron unos pocos habitantes de las clases
más pobres en todo Judá (vs 9, 10). Sobre este remanente, Nabucodonosor puso
como gobernador a Gedalías, pero un realista fanático llamado Ismael mató al
gobernador, a sus auxiliares y a la guarnición caldea (41:1-3). Temeroso de la
represalia, los judíos remanentes huyeron a Egipto bajo la dirección de
Johanán, y se establecieron allí (43:5-7). Jerusalén y Judea quedaron
desoladas y despobladas por unos 50 años, hasta que unos 50.000 exiliados
regresaron bajo las órdenes de Zorobabel.* Véanse Ciro; Cronología.

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