Diccionario Biblico: Purificación


Significado de Purificacion

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(heb. tohorâh, jattâth; gr. agnismós, katharismós, katharóts).

Bajo la ley levítica, el contacto con un cadáver humano, huesos humanos o una
sepultura (Nm. 19:11-13, 16), con los cuerpos muertos de animales inmundos (Lv.
5:2; 11:31, 36, 39), líquidos emanados de los órganos reproductores (Lv.
12:1-5; 15:1-12) y la "lepra"* (cps 13 y 14), convertían a una persona en
ceremonialmente impura. Esta no podía entrar al santuario o al templo (cf Lv.
12:4; Nm. 19:13, 20), ni tocar algún objeto sagrado durante el tiempo de su
impureza (cf Nm. 19:22). Cualquiera que tocaba a una persona inmunda se volvía
inmunda y se debía bañar, lavar su ropa y permanecer inmundo el resto del día.
"A la tarde" volvía a ser limpio (19:19, BJ), es decir, "cuando el sol se
pusiere" (Lv. 22:6, 7). Todo lo que la persona impura tocaba se volvía impuro.
Y cualquiera que tocara lo que ella tocó, también era considerado impuro por
el resto de ese día.

Para cada categoría de impureza se especificaba un procedimiento ritual de
purificación:

I. Purificación de la impureza por haber tocado un cadáver (Nm. 19).

El procedimiento, para eliminar la contaminación proveniente de tocar un cuerpo
muerto, un hueso o una sepultura, era el siguiente: preparación para la
ceremonia misma, una vaca alazana (de "pelo rojizo", DHH) sin defecto, que
nunca hubiera sido puesta bajo un yugo, debía ser llevado al sacerdote, el que
acompañaba al ternero y al contaminado hasta un lugar apropiado lejos del
campamento. La vaca era muerta por quien la presentaba en presencia del
sacerdote; éste sumergía un dedo en la sangre que se había recogido y la
salpicaba hacia el santaurio 7 veces. Luego, el animal entero era quemado. En
el fuego el sacerdote arrojaba madera de cedro, grana* e hisopo.* Una persona
ceremonialmente limpia recogía después la ceniza y la guardaba en un lugar
también ceremonialmente limpio fuera del campamento. El hombre que mató a la
vaca y el sacerdote que participó quedaban impuros, y por lo tanto tenían que
lavar sus ropas, bañarse y regresar al campamento, donde al ponerse el sol
volvían a ser limpios.

Una persona ceremonialmente contaminada con el contacto con un cuerpo muerto,
un hueso o una sepultura, permanecían ceremonialmente impuras 7 días. Al 3er
y al 7º día debía ser salpicado con agua mezclada con ceniza de la vaca roja,
por cualquier persona ceremonialmente limpia. Para ello se usaba un manojo de
hisopo. Al 7º día la persona contaminada debía bañarse y lavar sus ropas;
recuperaba su limpieza ceremonial al ponerse el sol. La persona limpia que
oficiaba en ese rito debía lavar su ropa, pero se mantenía impuro por el resto
del día. La tienda y el equipo doméstico de una persona impura también debía
ser rociada por agua mezclada con cenizas de la vaca roja, y después de 7 días
era considerada ceremonialmente limpia. Esta agua se llamaba "agua de la
purificación" (RVR y DHH) o "aguas lustrales" (BJ).

Un nazareo contaminado por contacto con un cadáver debía permanecer impuro
durante 7 días. Pero al 7º tenía que afeitarse el cabello, señal del voto que
había hecho, y al 8º día presentar 2 tórtolas o palomas (una como una ofrenda
por el pecado y la otra como holocausto) y un cordero como ofrenda de
expiación. Los días de su voto transcurridos antes de la contaminación no
podía contarlos como parte de su cumplimiento, y debía comenzar el período otra
vez (Nm. 6:9-12).

II. Purificación del contacto con el cadáver de un animal inmundo (Lv.
11:29-31, 39).

No se especificaba ningún rito especial para una persona que se contaminaba de
ese modo, pero quedaba impura hasta el final de ese día (v 40).

III. Impureza por emanaciones de los órganos reproductores (Lv. 15).

Estas emanaciones podían ser normales o anormales. Una persona así contaminada
era considerada inmunda durante 7 días desde el momento en que el flujo se
detuviera. Al 7º día se debía bañar en agua corriente y lavar su ropa. Al
ponerse el sol era ceremonialmente limpia otra vez. Al 8º día se debía
presentar en el santuario (más tarde en el templo) con 2 tórtolas o 2 palomas
(una como ofrenda por el pecado y las otras como holocausto). El contacto
físico con alguien en estado de impureza ceremonial, o con cualquier cosa que
él hubiere tocado, contaminaba a la otra persona. Esta, sin embargo,
recuperaba su limpieza al final de ese día.

IV. Purificación de una madre después del parto (Lv. 12).

La madre permanecía ceremonialmente impura durante 7 días en el caso de que
hubiera tenido un hijo varón, y 14 días en caso de que fuese una niña, más 33
días adicionales por el varón y 66 días por la hija. Al final del período
correspondiente, debía presentar un cordero como holocausto y una tórtola o
paloma como ofrenda por el pecado. 962 Si era pobre, podía traer sólo las
avecillas, una como holocausto y otra como ofrenda por el pecado (Lc. 2:21-24).

V. Purificación de la contaminación con lepra (Lv. 13 y 14).

Cuando se hubiera certificado el sanamiento de la lepra, se presentaban "dos
avecillas vivas, limpias", junto con madera de cedro, grana e hisopo. Una
avecilla era muerta sobre una vasija de barro llena con agua corriente y su
sangre se debía mezclar con el agua. Entonces, el sacerdote sumergía la
avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo en el agua con la sangre del ave
que había sido muerta. Luego se rociaba con esa agua al leproso 7 veces,
después de lo cual se soltaba la avecilla viva. El leproso sanado debía lavar
su ropa, afeitarse el cabello y la barba, bañarse y volver al campamento, pero
no podía entrar en su tienda o casa durante 7 días. Al 8º tenía que
presentarse en el santuario con 2 corderos (uno para expiación y el otro para
holocausto), junto con una cordera como ofrenda por el pecado. También debía
traer una porción de harina mezclada con aceite como ofrenda de alimento, junto
con un recipiente adicional con aceite. La ofrenda de expiación era muerta y
mecida delante de Jehová, junto con el recipiente de aceite. El sacerdote
luego tocaba con un poco de sangre de la ofrenda de expiación la oreja derecha,
el pulgar derecho y el dedo grande del pie derecho del ofrendante. Luego
rociaba el aceite 7 veces delante de Jehová y tocaba con aceite también la
oreja derecha, el pulgar derecho y el dedo grande del pie derecho del leproso
sanado. El resto del aceite lo derramaba sobre la cabeza del ofrendante.
Finalmente ofrecía el sacrificio por el pecado, y el holocausto con la ofrenda
de comida. En caso de una persona pobre, era suficiente como ofrenda de
expiación un cordero con el aceite y la harina, y 2 tórtolas o palomas (una
como ofrenda por el pecado y otra como holocausto).

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