Diccionario Biblico: Libro


Significado de Libro

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(heb. sefêr [Ex. 17:14; Jer. 25:13; etc.] y sifrâh [Sal. 56:8]; aram. sefar
[Esd. 4:15; etc.], palabras todas que significan "escritura"* o "rollo"; gr.
bîblos, "rollo", y sus formas diminutivos biblîon y biblarídion, "rollito").

También se usa el heb. dâbâr, "palabra" en forma oral o escrita y, por
transferencia, un documento que contiene palabras (1 Cr. 29:29; etc.).

Los libros, en el sentido de composiciones escritas de cierta extensión, fueron
producidos en la antigüedad en varias formas y sobre diversos materiales. En
la Mesopotamia escribían sobre tabletas de arcilla o de madera cubiertas de
cera y atadas como las hojas de un biombo japonés. Egipto empleó los rollos de
papiro temprano en su historia, y de allí se extendió su uso por todo el mundo
antiguo. Un poco más tarde también se hicieron de cuero, y después de
pergamino. Consistían de hojas de más o menos 30 cm de ancho unidas para
formar largas tiras, generalmente de no más de 9 m de largo. No fue hasta los
tiempos del cristianismo cuando los rollos cedieron su lugar a los códices, o
libros armados con las hojas puestas a la par y cosidas como los nuestros en la
actualidad. El códice más antiguo que se conoce proviene del s II d.C. Hay
evidencias de que habrían sido los cristianos quienes popularizaron los códices
en el mundo romano.

Los libros escritos por los hebreos se mencionan por 1ª vez después del éxodo
(Ex. 17:14), aunque el arte de escribir ya era conocido muchos siglos antes.
Desde el tiempo de Moisés, por unos 1.000 años, una corriente de libros
surgieron de la versátil pluma de los profetas o historiadores hebreos y otras
personas. No todos encontraron lugar en el canon del AT. Muchos títulos que
aparecen mencionados en el AT se han perdido (Nm. 21:14; 1 Cr. 29:29; etc.). El
canon de escritos inspirados en hebreo se cerró hacia el 400 a.C. Los libros
religiosos judíos del período siguiente están mayormente relegados al ámbito de
los apócrifos* o seudoepigráficos.* La iglesia cristiana aceptó como
inspirados también los libros del NT, escritos durante unos 50 años por autores
reconocidos de la edad apostólica. En el transcurso de ese mismo período y más
tarde, los cristianos escribieron muchos otros libros, que no hallaron lugar en
el canon del NT. Sin embargo, aparte del NT y con excepción de la Primera
epístola de Clemente, ningún libro escrito por un autor cristiano hasta el año
100 d.C. se ha conservado hasta nuestros días.

Los manuscritos de las Escrituras hebreas que se usaban en los cultos públicos
judíos y cristianos eran producidos por escribas especializados que escribían
con tinta sobre cuero y pergamino. Los Rollos del Mar Muerto son los ejemplos
más antiguos que han sobrevivido de estos libros (figs 245, 267, 314, 447). El
común del pueblo no podía darse el lujo de tener esos libros, y si poseían
alguno de la Biblia sin duda estaba escrito en papiro, del tipo muy difundido
en tiempos griegos y romanos y producidos por copistas profesionales para los
negocios comerciales de publicaciones. Los escritos del NT también circularon
en papiro; en realidad, todas las copias de libros del NT de los 3 primeros
siglos de la era cristiana están escritos sobre rollos o códices de papiro (fig
249). Pero cuando la iglesia comenzó a prosperar, hacia el s IV d.C., se
produjeron costosas copias de la Biblia en códices de pergamino, de los cuales
son ejemplos destacados los códices Vaticano y Sinaítico (figs 84, 85). Véanse
Apócrifos del NT; Materiales para escribir.

Bib.: D. Diringer, The Hand-Produced Book [El libro producido a mano] (Londres,
1953); C. C. McCown, BA 6 (1943):20-31; Iraq 17 (1955):3-20.

Libro de la vida.

El concepto de un libro celestial que contiene los nombres de los justos,
parece haber sido corriente desde tiempos muy antiguos. Moisés evidentemente
tenía tal registro en la mente cuando le pidió a Dios que borrara su nombre de
su libro (Ex. 32:31-33). Daniel habló de personas registradas en un libro, que
son liberados del tiempo de angustia cuando Miguel se levante (Dn. 12:1).
Jesús dijo a sus discípulos que debían regocijarse porque estaban anotados en
el cielo (Lc. 10:20). Pablo expresó que los nombres de sus colaboradores
figuraban en el libro de la vida, el registro de los ciudadanos del cielo
(Fil. 4:3).

En su visión del juicio, Daniel vio ciertos libros que se abrieron (Dn. 7:9,
10). El Apocalipsis identifica uno de los libros que se usan en el juicio
final como "el libro de la vida" (Ap. 20:11, 12), y afirma que todos aquellos
cuyos nombres no se encuentren en él serán arrojados al lago de fuego (v 15).
El que soporta con paciencia hasta el fin tiene la certeza de que su nombre
será retenido en el libro de la vida (3:5), pero los que practiquen la maldad
serán excluidos de la nueva Jerusalén que 716 desciende del cielo (21:10, 27).
La bestia de Apocalipsis 13 será adorada por todos los que estén sobre la
tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro (vs 1, 8). Este mismo
grupo se sorprenderá cuando vea la bestia que "era, y no es; y está para subir
del abismo e ir a perdición" (17:8).

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